Vainilla y Menta~ Omegaverse /sasunaru/

VII

Corrió desenfrenadamente hasta el segundo piso, el ambiente era completamente moribundo, nada muy nuevo para él, pero ni tenía la suficiente cordura para pensar en ello.
Había ingresado recientemente al lugar, y no encontraba al rubio, ni siquiera a su amigo para pedirle información.

Palmeó un par de puertas exasperado, no había más que borrachos llorando en las esquinas y alguna que otra pareja descontrolada.
Exhaló con profundidad quedaba una última puerta sin abrir en el extenso pasillo, la cual arremetió con irritación, no muy preparado para lo que vió.

—¡Sasuke! —exclamó en un tono de auxilio mezclado inconsciencia

El fornido cuerpo que apretujaba al rubio en una de las paredes de aquel pequeño depósito ocultaba el cuerpo del omega. Pero imposible que Sasuke no reconociera la voz quebrada y despeinada cabellera de Naruto.

Tomó del brazo al tipo girándolo sin pudor alguno, este se tambaleó en sus talones y divisó al imbécil que se atrevía a aprisionar al omega en su estado.

A Sasuke casi se le parte la cara en dos al notar de quién se trataba. Tal vez no se había dado cuenta antes del repudiable olor a limón amargo que se esparcía en la habitación, pero la repugnante expresión de ese tipo no se le pasaría desapercibido.

—Maldito hijo de puta... —ladeó la cabeza, sintiendo un punzante dolor en la sien, sin tomarse un segundo para pensarlo lo empujó tan ferozmente hacia atrás, que se estampó contra la pared, recibiendo un duro golpe en la cabeza —¿No habíamos hablado de esto ya Keith? —vociferó, tan rasposo, que se sintió cruel

El moreno apenas atinó a reaccionar cuando el pelinegro le lanzó un puñetazo sin pena alguna en el centro de la cara.

—¿No te cansas de joder? —Habló bajo, pero lo suficiente claro para que llegase a los oídos de Sasuke

No se tomó ni un minuto para pensar en las palabras recién dichas por el adverso, simplemente se inclinó a la idea de descargar su rabia con él, despreciándolo un poco más con cada golpe que batía sobre su rostro.

Sus expresiones estaban tensas, su mandíbula parecía querer destrozar cada diente de su boca, sus cejas fruncidas e inclinadas hacia el puente de su nariz creaban una imagen de omnímoda ira.

Sus respiración se aceleraba con cada golpe, y es que no se permitía parar un segundo, no quería por nada del mundo escuchar el mínimo rastro de voz de aquel anormal.

Se sentía tan colérico, tan enfurecido y frenético, el más sutil pensamiento de haber podido tardar un poco más hacia arder en llamas su interior, el repulsivo y agrio aroma que persistía en el aire lo incitaban a no detenerse nunca, a estropearle la cara al maldito inmundo que resbalaba cada vez más por la pared perdiendo la consciencia absoluta.

Sus orbes casi más oscuros que la noche chispeaban de furor, su instinto estaba a flote, con las más desaforadas ganas de destruir todo, lo estaba, hasta que se percató del suave sollozo de la razón por la que están ahí, y aún bullendo en ímpetu se giró en sus cuclillas para verlo.

Su cuerpo arrinconado en el esquina del otro extremo trataba desesperadamente de esconderse, socorriendo a sus más propios instintos de sumisión, sus temblorosas manos se aferraban a sus rodillas, sus ropas desarregladas mostraban más de lo que deberían, sus pies descalzos se arrugaban en la alfombra, su rostro pintaba una expresión de tristeza y miedo, y sus ojos, sus recónditos ojos azules dejaban caer gotas tibias de agua, dejando un fino rastro en sus sonrosadas mejillas y exigiendo de mil maneras que se detuviera, pero como si fuera inentendible, lo titubeó.

—Detende... —el delgado hilo de voz parecía poder quebrarse en cualquier instante, y a él le dolió, tanto que hubiera deseado jamás haberlo conocido, jamás haberse encontrado con esos ojos que prometían hacerlo dudar de su menor movimiento, lo movió tanto por dentro que cayó en cuenta de su irracional actitud a la defensiva, que no correspondía con la relación entre él y Naruto.