Tu imperio incluye las ruinas chinas en las profundidades de la isla Rook. Durante muchos años has estado viviendo aislada y sola, contenta contigo misma y con tu pequeño mundo.
Pero este maravilloso mundo es sacudido por Vaas, quien inesperadament...
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Cuando se abrió la pesada puerta, vislumbraste brevemente el campamento antes de que tu atención se centrara en Jenson, quien se acercó a ti amenazadoramente. Lo miraste descaradamente, con una mezcla de desprecio y miedo. Sabías lo que venía. Conocías a Jenson lo suficiente como para saber que no se detuvo en la moral. Solo podía esperar que terminara rápidamente.
Estaba manipulando la cintura de sus pantalones, tratando de abrirlos, cuando la puerta se abrió detrás de él y Vaas se apresuró a agarrar su cuello y arrojarlo contra la pared.
─ ¡Jenson! ─
Gruñó con saña y exprimió el aire de su secuaz con el antebrazo, presionando su laringe con una fuerza tremenda.
─ Conoces las reglas, hermano. ─
Por una fracción de segundo, Jenson entrecerró los ojos de manera calculadora, luego levantó las manos a la defensiva y asintió hasta donde su cuello inmovilizado se lo permitió.
─ Claro. El jefe va primero. ─
Vaas lo soltó y Jenson se fue, pero miró sospechosamente por encima del hombro antes de desaparecer finalmente.
Te sentaste en la esquina trasera de la pequeña habitación y observaste a Vaas cerrar la puerta. Hizo una pausa por un momento, esperando a ver si Jenson regresaba, pero todo permaneció en silencio excepto por los gritos y gritos ocasionales de los piratas en el campamento. Luego caminó los pocos pasos hacia ti y te miró inquisitivamente con sus ojos marrones.
─ ¿Quieres salir de aquí? ─
Te preguntó, y pensaste que habías oído mal. ¡Qué pregunta raramente estúpida!
─ ¡No, me gusta sentarme en la oscuridad sin comer! ¡Excelente servicio, de verdad! ─
Siseó enojada y se levantó tambaleándose. El hambre desgarró tu fuerza, pero no querías revelar demasiado. Miraste con enojo a los ojos de Vaas, quien adquirió un brillo indignado.
─ Deberías alegrarte de que haya enviado lejos a Jenson. ─
Respondió con violencia. ─ ¿De verdad crees que él fue el primero en venir a mí? ─
Respondiste venenosamente, dándote la vuelta para ocultar las lágrimas que te inundaron. Empujaste las mangas de tu blusa hacia abajo para cubrir los moretones que habías estado usando. Vaas podría ser tan ingenuo. Dio un paso atrás consternado cuando se dio cuenta de que no había podido salvarte de lo peor: había estado dando vueltas por tu prisión con la mayor frecuencia posible. Nada de esto había ayudado, y ahora lo único que le quedaba por hacer era dejarte escapar del campamento para siempre. Entonces los dos estaban a mano y podían volver a sus propias vidas.
