🛡 ꜥꜤ 𝐒𝐄𝐌𝐈𝐋𝐋𝐀 𝐃𝐄 𝐃𝐑𝐀𝐆𝐎𝐍 | Los murmullos y rumores eran comunes en la Fortaleza Roja, secretos de la más Grande Dinastía Targaryen.
Cuándo el Rey Viserys I Targaryen fallece, presuntamente debido a un envenenamiento, la sucesión se v...
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« Decisiones. »
Helaena avanzó por los pasillos de la Fortaleza Roja, pisadas suaves aunque entre segundos volteaba para hacia atrás verificando que no era seguida.
Su primera idea del día era visitar Aegon, pero luego de oír su discusión con su madre detrás de la puerta la descartó, por lo que ahora se dirigió a otra dirección.
Camino aun más por un pasaje, pasando de largo por los guardias que cuidaban la fortaleza y una vez estuvo fuera de vista, sus manos empujaron la pared revelandose uno de los tantos pasadizos secretos construidos por su antepasado, Maegor. Una idea muy bien acertada debía reconocer.
Dentro del camino se escabullo, bajo unas escaleras y tuvo acceso a unos de los patios, busco con la mirada y una vez ayo a quien debía, sonrió.
—Princesa.
Se acercó, ambas manos sosteniendo las de la joven mujer frente a ella.
—Iría, no esperaba tu visita pero debo asumir que es importante.
La joven omega de cabellos castaños claro sonrió. —Así es Princesa, usted me dijo que la manteria al tanto sobre la salud del pequeño.
—Si, ¿Entonces esta mejor?
—Si Princesa, el tónico que me dio lo curo por completo y ahora no deja de saltar por toda la casa. —Helena sonrió aún más, suspirando aliviada en respuesta ante la noticia, desde hace una semana venía preocupada por ese pequeño tema pero ahora podía estar tranquila.
—Cuanto me alegra oír aquello, muy pronto lo visitaré.
—Y el la estará esperando Princesa, usted fue su salvación.
La mujer inclinó la cabeza y luego se dio la vuelta dejando el patio, estando un par de minutos aún quieta, Helaena llevó la mirada a su muñeca, deslizó un poco la tela de su vestido y miró con detenimiento la pequeña pulsera hecha con piedras marinas, un regalo dado hacia ella. « Mi Príncipe Conejito. » su interior se removió, el cálido calor en su pecho provocado por su Alfa ante la sensación de amor que sentía. «Lo protegerémos. »
Y con ese pensamiento y palabras de su lobo interior dejo el patio, camino todo el camino de regreso hacia el castillo, fue cautelasa al momento de salir del pasaje secreto mirando a sus lados. Estando sola, salió y continúo con su caminata normal.
Atravesó uno de los pasillos, encontrando algunos guardias y sirvientes a los cuales sonrió, y antes de ingresar a su propia habitación, la presencia de un aroma la detuvo, sal de mar y carbón.
—Helaena.
Giro su cabeza y sus ojos brillaron al reconocer a la portadora de la voz.
—Baela. —Dejo el pomo de la puerta y acomodó sus manos entrelazadas detrás de su espalda. —¿Me estabas buscando?
