7.Un encuentro especial

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El atardecer era simplemente hermoso, y no hay mejor locación que El bosque de los dioses, debido a su belleza natural, agua cristalina y tierra bendecida.

Cerca de un lado había un árbol mediano cuya rama sostenía a un hombre apoyando su espalda tranquilamente mientras apoyaba un brazo en una rodilla flexionada, sus dedos bailaban jugando con unas pequeñas criaturas delicadas.

Por otro lado, la mujer de cabellera rojiza y piel blanca y cremosa de quitaba los pelos mojados del rostro, a su lado en la orilla del lago estaba otra mujer trenzando su pelo verde agregando algunas flores silvestres que le traían las criaturitas.

Miró la espalda descubierta por la faltante cortina de cabello trenzado, exponiendo algunos lunares de ahí y su nuca.

–Tengo una vista envidiable–. Sonrió, ahora mirando su dedo índice de elevó acariando a una de las criaturas que río y brilló.

–¿No quedaste satisfecho?– se burló sin voltear a mirarle.

Se llevó una mano en el pecho dramáticamente.

–Nadie se compara con ustedes dos.

Había algo de verdad en sus palabras, ser espectador de la vida es tedioso y aburrido si estás solo, ambas son sus compañeras de vida y, aunque no lo admita las extrañaba y necesitaba verlas.

Venía de un pub de mala muerte donde visitó una vez más a Seras, una elfa que servía de bardo, que impresionó con su voz y sus letras, esta vez cantó sobre una madre y su hija después de que él esposo y padre de familia fuera a la batalla y pareciera en ella. Mientras seguían su trayecto a una habitación cercana, acarició los cabellos de la parte posterior en su cabeza y se acercó a su oído:

La próxima vez que vengas cantaré sobre ti.

Me aseguraré de venir entonces.

Le dio un poco de pena despedirse de ella, ya que le daba mala espina ese lugar a su suerte.

Tu... ¿no tienes otro sitio a donde ir?

Si, pero tengo que quedarme aquí más tiempo, hasta entonces.

¿Cuánto?

... Dos meses, mínimo.

¿Cómo te llamas?

Seras. Por ahora solo eso te diré.

Labelle dejó escapar un suspiró con la mirada perdida, la criatura sentada en la palma de su mano lo miraba curiosa.

La dama roja había salido del agua exprimiendosu cabello, y sin importarle su desnudez camino hacia Sirin y se sentó junto a ella. Ambas se percataron que el brujo no prestaba atención a su alrededor.

Sirin continuó trenzando su cabello sin convencerse del todo, y La dama roja solo suspiró, encontraba muy cómico ver a su compañero sentado en una rama tan distraído con cinco pixies a su alrededor, algunos hasta durmiendo en su cabello.

Caminó hasta aquél lugar y tocó suavemente su pierna mirándolo coqueta mientras su largo cabello que pasaba sus glúteos cubría sutilmente sus senos. Esto pareció ser suficiente para que Labelle recobre la atención, parpadeó varias veces como si hubiese estado dormido los últimos minutos, sonrió y tomó la mano de ella acercandola más hasta que sus manos estaban en su cintura, y con agilidad la subió a su regazo haciendo que los pixies salieran volando.

La dama roja enarco una ceja mientras sentía que el cabello de Labelle le hacía cosquillas en la barbilla.

–¿Debería estar celosa?

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⏰ Última actualización: Jan 22, 2023 ⏰

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