✶⋆siete✶⋆

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Ino jugueteo nerviosamente con un pequeño hilo suelto de su vestido. A pesar de ser tela cara esto no evitó que se pegara a su piel por el sudor a causa de los nervios de estar en ese lugar, reunida junta al resto de la crema y nata de Japón.

Podía sentir las miradas poco disimuladas de los presentes, tampoco pasó por alto los susurros a viva voz al caminar por el salón.

'Mira es la hija de la florista.'

'¿Cree acaso que por usar un vestido caro y peinado elegante olvidaremos su origen?'

'Pobre Inoichi. Haber sido embrujado por una simple florista. ¿En qué pensaba?'

'Que ridículo peinado.'

Por eso decidió aislarse en esa esquina donde no atraería tanto la atención. O al menos no se sentiría como un venado iluminado por las faroles del auto que estaba a punto de atropellarlo.

Sabía que no debía sentirse herida por esos comentarios pero aún así dolía. Era un golpe para su frágil ego.

Visualizo a su padre al otro lado de la habitación riendo con un grupo de personas, totalmente ajeno a las habladurías. O quizás era consciente de ellas y no le importaban. A un hombre como él con su poder y prestigio debía estar acostumbrado a todo tipo de chismes a su al rededor.

Su padre suele invitarla a todo tipo de eventos glamourosos para dar la imagen de padre abnegado. Ino estaba segura que ni siquiera conocía su color favorito o peor aún la fecha de su cumpleaños. Cualquier regalo que hubiera recibido en el pasado ha sido gracias a la secretaria de su padre.

¿Cuál era el punto de mantener a la hija de su primer matrimonio fallido? Sabía la respuesta a eso. No es que su padre quisiera fortalecer los lazos padre e hija sino que para su desgracia, Ino es la única hija de su padre.
Estaba segura que su madrastra odiaba la idea de mantenerla en el cuadro y se sentía frustrada de no haberle dado un heredero varón pero jamás le llevaría la contraria a Inoichi a menos que quisiera el divorcio.

Su madre le habia dicho que lo más seguro es que su padre esperara casar a Ino con alguien proveniente de una familia igual de importante como es la Yamanaka, y que él se hiciera cargo de la empresa.

Sobre su cadáver. Jamás aceptaría un matrimonio arreglado. No quería terminar como muchas parejas que estaban en esa fiesta.

"Hola, Ino."

Una conocida voz masculina la sacó de sus cavilaciones.

"Hola, Naruto." Al girarse en su dirección se encontró con la brillante sonrisa del chico. Las luces de los candelabros hacían lucir sus ojos de un azul más oscuro.

Inmediatamente su postura se relajó al encontrarse con alguien conocido.

Había esperado la llegada de alguna de sus amigas o hasta de Sasuke ya por último pero no los había visto.

Lo vio agachar la mirada mientras un leve rubor aparecía en sus mejillas. "Luces preciosa hoy, de veras." Carraspeó mientras pasaba su mano por su cabello en un gesto que Ino podía identificar ahora como nervios.

Ella se sorprendió por su halago. No es que ella no supiera que se veia más que bien en ese vestido pero por alguna razón le pareció tierno su gesto.
"Gracias." Murmuró algo acongojada. "Tú te ves bien."

Naruto dio un respingo sorprendido y apartó la mirada. Ino soltó una risita al verlo fuera de balance. Naruto carraspeo y sacudió sus hombros su usual gesto de confianza volviendo a su rostro.

"¿Quieres salir de aquí e ir por ramen?"

"¿Qué?"

"Bueno el hecho que estás aquí tan alejada de la fiesta quiere decir que no te estas divirtiendo. Asi que ¿Qué dices?" Le tendió la mano.

When We Were Young |NaruIno|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora