Capitulo XLVII

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Así que aquí estábamos, nuevamente en las haciendas de mi familia. Aunque esta vez sería diferente, puesto que nuestro plan no es visitar la de mi padre.

Soy la última al bajar del helicóptero, sintiendo el aire fresco y la paz que caracteriza este lugar.

Decidimos aterrizar el helicóptero fuera de las haciendas, para no llamar la atención de nadie.

Vaya sorpresa se llevaría Selene.

Trago grueso comenzando a caminar por la vía empedrada—. ¿Y si desayunamos con Rosario primero y luego la enfrentamos? —propone Clara a mi lado distrayéndose con el paisaje.

Niego estando poco convencida con la idea—. Lo mejor sería enfrentarla ya, o los nervios me terminarán por matar lentamente.

El lograr ver la mansión de mi abuela a metros de nosotras, me pone peor. Estoy muy nerviosa, no tengo ni la menor idea de cómo reaccionará Selene, probablemente nos odie.

Yo me odiaría.

Tuvo que mantenernos prácticamente toda la vida y nunca recibió ni un mensaje de agradecimiento.

Nunca le escribí para saber cómo estaba, siempre le preguntaba a Rosario por ella, o incluso llamaba a Robert. Pero nunca a ella.

Todo se sigue manteniendo igual que hace un mes, al menos ahora podré darle la felicitación por el buen cuidado de la hacienda. «Yeii»

¿A quién engañaba? esto sería un fracaso.

Cuando las dos nos quedamos de pie frente a las grandes puertas de madera de Caoba, estas se abren para nosotras automáticamente. «Claro que sabe que estamos aquí, ¿hay algo que se le escape a esa mujer?»

Al ingresar, la mansión de mi abuela es muy diferente por dentro a la de mi padre. Mucho más.. Elegante y recatada.

Con velas por todos lados, cuadros con pinturas de paisajes aburridos, objetos decorativos en miniatura, alfombra con un color neutral y pequeñas estatuas aburridas.. Su estilo de decoración es clásica contemporánea.

Incluso encima de la chimenea tiene demasiadas velas, relojes antiguos y animales pequeños de madera.

Típica casa de una señora mayor.

— Su abuela se encuentra en la terraza del jardín, esperando para tomar el desayuno, ¿gustan acompañarla? —pregunta una chica joven de piel caribeña y dulce sonrisa. Supongo que es quien le ayuda con el servicio a mi abuela.

Dios, hasta la chica es muy recatada.

Me quedo de piedra sin saber que contestar, ya que no se si a mi abuela le agrade esa idea. Quizá sea mejor esperarla aqu..

— Estaríamos encantadas —contesta Clara interrumpiendo mis pensamientos. Lleno mis pulmones de aire siguiendo a la chica hacia el jardín trasero de la mansión.

Cuando ya hemos ubicado la mesa de mi abuela en medio de la terraza, la chica nos abandona para seguir con sus tareas. El lugar está lleno de flores y mariposas, no puedo negar que es lindo.

En la cabeza de la mesa se encuentra la mujer de lentes oscuros, conjunto de Chanel y sombrero blanco leyendo un libro y bebiendo de su taza de café. Su atuendo logra que el cuello de mi buzo pique por los nervios. Ella luce impecable, y yo desarreglada, con herida de bala y el cabello enredado.

A sus setenta y dos años, Selene, luce mucho mejor que cualquier mujer de su edad, con la espalda recta, arrugas escasas, y el porte altivo y elegante. La vejez no le resta belleza.

— Descubrieron que mami no era una muy buena mami y corrieron a los brazos de quien sí merecía estar con ustedes —murmura sería, sin girar a vernos, volviendo a beber de su taza de café.

Un dulce peligroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora