Capítulo 31: Lo que la arena trajo

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Narra Zack
A pesar de haber estado todo el viaje pensando en alguna forma de revelar mis sentimientos, no se me ocurrió nada, y para rematar mis nervios están disparados. Buscando distraerme de mis preocupaciones volteé a ver qué hacía Marck, pero estaba dormido, así que decidí no molestar y seguir buscando con la mirada algo que me despeje la mente, pero al ver através de la ventada logré ver algo que no solo me ayudó a aclarar mi mente, sino que a la vez me otorgo una paz inexplicable; era el mar, tan inmenso que mis preocupaciones se fueran perdiendo en su casi incalculable volúmen. Su belleza era exorbitante, deslumbrante y alarmante; verlo me cubría en sosiego, pero a la vez me asustaba. Emocionado por la hermosura del mar, levanté a Marck moviéndole el brazo para que viera por la ventana, pero cuando el se acercó hacia mi lado del carro para ver mejor al mar, vi algo que era equiparable o superior a la belleza del mar azul, y eran los ojos de mi querido Marck, tan deslumbrantes como la primera vez que nos vimos, llenos de energía y de vitalidad; el color azul del infinito mar no se compara a el de sus ojos, tan claros que me permiten ver claramente lo que siente y piensa, haciendo honor a la frase: "Los ojos son la ventana del alma". Me perdí por un momento en su mirada, apreciando cada detalle de los diamantes que tiene por ojos. Sin embargo, mientras estaba embobado con el angel que tenía frente a mi, el conductor del vehículo nos hablo, sacándome de mis pensamientos y volviéndome a centrar en el mundo tangible.

Tomás: -Veo que ya están viendo el mar-

Marck: -Yo nunca... Había visto el mar en persona-Exclamó sin dejar de ver por la ventana-

Zack: -La última vez que vine tenía 10 años, con mis... Padres-

María: -Bueno, aquí están, y aquí estarán por los próximos dos días-

Tomás:- Y si ven para el frente podrán ver la ciudad donde nos quedaremos, nuestro destino final-

Al escuchar las palabras provenientes de nuestro conductor y amigo, lo primero que se me vino a la mente fue "La última oportunidad" porque sabía que si no me arriesgaba y le decía en este viaje, nunca se lo iba a decir, arrepintiendome de esa decisión errónea. Pero al parecer no fui el único que reaccionó al comentario de Tomás, pues Marck al oírlo cambio su expresión fácil, tornándose serio pero a la vez con un poco de tristeza, o al menos eso es lo siento percibir; Marck se alejo de mi y se volvió a sentar en su sitio, pero ahora sin parar de ver hacia al frente.

El viaje transcurrió sin ninguna novedad, llegando a la ciudad después de haber transcurrido unos 7 minutos. Mientras pasábamos por las calles de ida hacia el hotel, estaba atento por donde cruzábamos, buscando el sitio perfecto para el momento tan ansiado. A pesar de estar concentrado intentando memorizar nombres de restaurantes y direcciones, había algo que también me preocupaba: Marck no quita esa cara, como si un sentimiento amargo y doloroso lo estuviera consumiendo, no sé si estoy en lo correcto, pero siento que él no está bien, más tarde le tengo que preguntar.

Narra María
Después de tantos kilómetros recorridos y horas de viaje, por fin llegamos a la playa; me broncearé, me estrenaré el bikin que compre, voy a disfrutar al máximo la playa. Aunque mi humor estuviera en su momento más alto, al igual que Tomás con una sonrisa de oreja a oreja, la parte de atrás del carro se siente un poco fría, no sé qué les pasa... Bueno, a Marck si, pero a Zack, o mejor dicho, entre los dos, no sé qué pasa, pero será mejor no entrometerme donde no me han invitado.

María: -Ay, no puedo esperar a meterme en el mar, llevo un tiempo sin hacerlo-

Tomás: -Ja, y no solo por eso deberías estar ansiosa, esta noche nos vamos a bailar, como si no hubiera un mañana-

María: -¡Ahhh! ¡Hace tiempo que no me invitas a bailar!-

Tomás: -Este viaje es para romper la rutina después de todo, ¿Verdad chicos?-

Un Viaje De DescubrimientoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora