VI: Dos caras de la misma moneda descartada

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- ... Artefactos demoníacos. - Susurró otra vez Samanta. - Buscar, por favor.

[Para empezar una búsqueda por voz, empiece diciendo "Okey Google"] - La pantalla del celular de Alex dijo ominosamente, por sí sola. Samanta sabía que los celulares son una poderosa herramienta de conocimiento, por lo que no se sorprendió de que pidiera un pequeño ritual para empezar la búsqueda.

- Ah, ¿me puedes escuchar? ... okey, ¿go-oh-gle? - Obviamente, no sabía pronunciar Google. El celular, sin embargo, reconoció su esfuerzo y la recompensó permitiéndole entrar al menú del asistente de Google.

- ¡Hola! ¿En qué te puedo ayudar hoy? - El teléfono preguntó en letras negras sobre un fondo de color blanco. Había otras opciones como el clima, restaurantes cerca, tráfico, pero Samanta sabía a lo que venía

- Necesito... Es un artefacto demoníaco, es un collar color obsidiana, Alex lo llamó un choker, ¿lo conoces? - El asistente de Google tomó un momento para intentar comprender la petición de Samanta. Le sugirió algunos sitios donde comprar collares tipo choker. - Um, no, no me refería a eso... ¿Cómo uso esto? Ahhh... - De repente, el sonido del agua de la ducha en el baño se cortó. Samanta volteó la cabeza, como un animal voltea ante un posible predador. O como un niño que casi lo atrapan haciendo una travesura.

La puerta del baño se abrió un poco, y de ella salió la mano de Alex. - ¿Samanta? Me olvidé mi celular, ¿está ahí? ¿Me lo puedes pasar?

Con un movimiento de manos absurdamente rápido, la demonio dejó el celular en la mesita de centro, toda inocente. - ¿Ah? ¿Eh? S-Sí, yo eh... ¿N-No vas a salir? ¿Quieres que yo te lo entregue?

- Am, ¿sí? ¿Por favor? - Dijo Alex, porque estaba desnudo y no quería salir.

- Okey humano, pero sólo porque pides por favor. - Samanta apagó la pantalla del celular para que Alex no se diera cuenta de que lo estaba usando sin su permiso. Se lo entregó. - Um, ¿para qué lo necesitas?

- Me gusta escuchar música cuando estoy en la ducha. - Alex al encender la pantalla, vio que Samanta había estado haciendo un par de búsquedas raras. - Ah... - Lo ignoró por el momento. - ¿Cómo es la música en el infierno, Samanta? - Preguntó, buscando algo en su lista de canciones.

- Mmm... Como el heavy metal humano pero con más gritos guturales y maldiciones hacia el oscuro destino que nos ha obligado a vivir en un lugar estancado y olvidado. - Dijo Samanta al otro lado de la puerta, sacudiendo la cabeza levemente al recordar canciones que la ayudaron en tiempos oscuros.

- ¿Escuchas mucha música humana?- Preguntó Alex.

- No mucha. Conozco algunos géneros de música, en el sentido de cómo deben sonar, pero es raro escuchar música hecha por humanos. No hay mucho interés en ustedes, aparte de... odio, rechazo, o fascinación puramente académica, como si fuera el estudio de animales peligrosos.

- Ah... Vaya... Eso es un poco, grosero, ¿verdad?

- Sí... - Samanta se dio cuenta de que lo que dijo pudo haber sido hiriente, así que rápidamente añadió. - U-Uh, pero yo soy tu fan, o sea- Los admiro- Y es muy cómodo aquí. Hay agua, luz, no está lleno de bichos, las camas son tan suaves, la comida es fantástica...

- Creo que tienes razón en eso. He tenido suerte de haber tenido una vida relativamente "fácil". No me ha faltado nada. Pero sé sobre la desigualdad que se vive en otros sitios, incluso en esta ciudad, y pues... Creo que es algo que se debería arreglar, ¿sabes?

¡Mi compañera de cuarto es una demonio!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora