Epílogo

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«Nada cambiará entre nosotros»

***

Tres meses habían transcurrido desde que decidí mudarme junto a Cristiano, para ser honesto, al inicio me costó un poco acostumbrarme, puesto que siempre he vivido solo y por mi cuenta, que tener un compañero se me hacía algo un poco raro.

Antes todo en mi vida era silencio y soledad, pero ahora todos los días durante las mañanas discuto con Cristiano sobre quién va a entrar al baño primero, desayunamos juntos, nos despertamos juntos, a veces vemos partidos de fútbol juntos e incluso él me lleva a mis entrenamientos a pesar de que el club quede lejos de los lugares a los que usualmente va, mi vida se ha moldeado a nosotros dos, no de una manera psicológicamente mala, sino como algo bueno; estar la mayor parte del tiempo en compañía o pasando tiempo de calidad junto a alguien a quien amo, me ha cambiado como persona, paso de buen humor la mayor parte del tiempo —con pequeñas excepciones — y me siento mucho más tranquilo.

Hoy era uno de esos días en los que Cristiano iba a recogerme después de entrenar, de alguna manera logró desocuparse antes de las cosas de su pesada agenda, que le alcanzó el tiempo para llegar acá.

Apenas me subí al auto, recibí una mirada de su parte y se acercó lo suficiente como para dejar un beso en mi mejilla.

— ¿Cómo te fue, meu amor? —preguntó con curiosidad, elevando sus pobladas cejas.

Le dirigí una sonrisa.

–Bien, como siempre —contesté —. Jugaremos la otra semana, así que el coach está como loco con los entrenamientos y planificaciones, vamos a empezar un campeonato importante, así que es entendible.

— ¿No te sientes estresado por eso?

Negué.

Me di cuenta que él puso el auto en marcha y se alejó de la zona.

—No, solo estoy emocionado por esto —le dije después de unos segundos, observando cómo la ciudad era iluminada por un sinfín de luces en las edificaciones, evitando la oscuridad de la noche —. Es la primera vez que jugaré en un campeonato europeo... ¿Aún recuerdas lo que experimentaste cuado lo hiciste tú? Pues, es exactamente el mismo sentimiento.

—Yo sé que te va a ir bien —añadió a la conversación —. Y te apoyaré siempre, a la final sabes que soy tu fan número uno.

Me reí por sus palabras.

—Claro y por eso tienes esa edición de la revista Elle en la que fui portada, también la de Vogue, la camiseta que usé en mi último partido del Mundial autografiada y una de mis camisetas del club, ¿No? —lo molesté.

—En mi defensa, debes saber que en esas sesiones de foto saliste más precioso de lo habitual y no podía conformarme únicamente viendo esas fotos en mi celular —se justificó —. Además, eres mi novio, ¿Por qué no tendría tu camiseta del club? Sería ilógico.

Simplemente me reí por sus palabras.

—Touché.

Una gran sonrisa se plantó en su rostro.

— ¿Y a ti qué tal te fue?

—Pues, estuvimos analizando un par de propuestas de fichaje que recibí de varios clubes e hice una entrevista para un programa deportivo junto a Pepe y João Félix, uno de los jugadores más jóvenes de la selección de Portugal —explicó, mirándome de soslayo —. Fue un día un poco ajetreado, pero bueno, más aún porque sabía que tendría tiempo para venirte a recoger.

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