Extra I: Botineros

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En aquel estadio de Londres, exactamente en el área VIP se encontraban dos hombres que no habían cruzado palabras en el pasado, ambos se hacían compañía mutuamente sin siquiera hablarse o mirarse, solo estaban ahí, porque debían estarlo. Habían llegado a aquella parte del estadio con el fin de apoyar a sus parejas —quienes se encontraban en la cancha —, ver el partido y no tener ningún tipo de inconveniente por parte del público que se encontraba presenciando aquel enfrentamiento que, según sabían, era uno de los más importantes en toda la temporada; es por eso que no fue sorpresa alguna el ver que literalmente, todo estaba abarrotado de gente y que los medios de comunicación se encontraban por todas partes, capturando aquel momento de brillantez en el fútbol de Inglaterra.

Un pitido por parte del árbitro tras la anotación de quien tenía el número diecisiete en su camiseta, paralizó a todo el mundo. Aunque aquel chico había festejado aquel gol con emoción, en compañía de sus compañeros de equipo quienes se lanzaron a él apenas la pelota entró al arco, el tiempo de espera por parte de la revisión del VAR se prolongó más de la cuenta, lo cual sólo podría significar una cosa; en los semblantes de los jugadores que hace un rato habían festejado, se había plantado una expresión de seriedad y duda, ellos se miraban entre sí, sin comprender porqué se tardaban tanto en validarlo cuando el gol había sido marcado de manera casi perfecta por parte del japonés, quien no había roto ningún tipo de regla.

Cuando el hombre que se encontraba arbitrando en la cancha volvió a pitar, mientras hacía un gesto con sus manos, el cual significaba que el gol había sido anulado, se escuchó abucheos por parte del público general en plan de desaprobación, quienes estaban cien por ciento seguros de que aquel gol era válido.

— ¡Hijo de puta! ¡El gol era válido, no fue un jodido offside! —uno de los hombres que se encontraban en la zona VIP, gritó con enojo, con el ceño extremadamente fruncido al igual que sus labios —. ¡Siempre es la misma mierda con estos árbitros! Pitan lo que no deben pitar y anulan cosas que son más claras que el agua, ¡Joder!

El más alto y mayor entre ambos lo miró con una expresión juzgadora, recorriendo la pequeña figura de pies a cabeza. El chico que se encontraba a su lado llevaba puesta una camiseta del equipo al igual que él, pero esta en su espalda tenía estampado el número diecisiete junto al apellido Tanaka, en letras azules, tal cual el chico al que le habían anulado el gol hace un par de minutos.

Cristiano Ronaldo miró con duda a la persona que lo acompañaba, sin saber qué diablos hacía ahí y porqué era tan ruidoso e insolente; él solo soportaba a alguien así de grosero e impertinente y Guesung en ese preciso momento se encontraba siendo partícipe del enfrentamiento en cancha.

Se mantuvo mirando al más bajo durante un largo periodo de segundos, distrayéndose de lo que sucedía en frente y llamando la atención de su compañero, el cual se giró a mirarlo.

— ¿Tú qué me miras, viejo? —nuevamente habló el otro chico, sin dejar de fruncir el ceño. Su pálida piel se había empezado a pintar de un color rojo carmesí debido a lo enojado que se encontraba y tenía sus puños cerrados con fuerza.

— ¿A quién le dices viejo? —el portugués habló con molestia, intentado no dejarse llevar por sus emociones y las ganas que tenía de echar al menor de patadas, de ese lugar.

—A ti, hombre, eres el único que está aquí —Pablo dijo, casi escupiendo sus palabras y volteando sus ojos con desdén.

— ¿No te han enseñado a respetar? Sabes que estás hablando con...

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