𝐼𝐼. 𝓟orcelain angel

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Luz, sirenas, figuras difusas, sin pies ni cabeza, que se acercaban y alejaban al ritmo de la melodía de lo que parecían sirenas.

Tonos azules y rojos, eran lo único que mis ojos aún podían procesar. Solo veía rojo, los tonos azules eran intermitentes y desaparecían al ritmo de las sirenas.

No podía moverme, mi cuerpo no respondía, ni siquiera lo percibía. Sentía como si la poca consciencia restante que me quedaba flotaba en el aire, sin procesar alguna noción del tiempo o el espacio.

Tras lo que podrían haber sido segundos, horas, o minutos tal vez, palabras por fin aparecían en mi cabeza, desordenadas y difusas al comienzo, hasta que empezaron. a sonar más y más claras.

"....todavía respira, el pulso es débil. Parad la hemorragia como sea, traed la camilla y subidla a la ambulancia, rápido"

Ambulancia.....pulso.....hemorragia.....eran
palabras muy simples y que aún en mi estado, era capaz de entender, pero...

¿A quién pertenecía esa voz celestial, que mantenía mi conciencia atada a un hilo, que mantenía alumbrados los rincones de mi memoria, y que me hacía sentir que estaba viva, que por más que lo negara, quería seguir viva.

Sentí la sensación de una cálida lágrima deslizarse por mi mejilla, aunque mis ojos no podían moverse, ni mi cabeza podía, nada de mi era capaz de moverse. Pero aún así, mis ojos permanecían abiertos, incapaces de cerrarse, aunque funcionaran bastante lejos de su máxima capacidad.

Y aún así, con la vista nublada y difusa, pude vislumbrarlo, la fuente de aquella encantadora y celestial voz, que me llamaba y acariciaba el alma como una suave brisa de verano.

Un ángel vestido en blanco, que se postraba frente a mi moribunda forma en el suelo. No diferenciaba su rostro, pero podía sentirlo; su claro cabello que rozaba sus perfectas mejillas, y dos perlas de color Ámbar por pupilas, que brillaban y se hacían paso entre la niebla de mi cabeza. Su cálida mano se posaba en mi mejilla, como si la acariciara con el suave tacto de su piel, limpiando el trayecto húmedo de las pocas lágrimas que caían como gotas de lluvia.

"Todo va a estar bien, lo prometo"

La dulce voz se hacía sonar de nuevo, y me generarían escalofríos si no fuera porque no sentía ninguna parte de mi cuerpo, solo un lejano dolor. Esas fueron las últimas palabras que escuché en mucho tiempo, y tras ello, todo se volvió negro.

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Pesados. Mis párpados se sentían pesados, como si estuvieran pegados y se negaron a separarse. Me tomó un esfuerzo titánico empezar a parpadear suavemente, hasta que llegue a abrir los ojos lo suficiente como para ver la más fina línea de luz en mi campo de visión.

La luz inundaba lo que parecía ser una sala casi completamente blanca, que me cegaba con tanta claridad.

Sentía como si me estuviera despertando de un largo sueño, como si no importara que tanto hubiera dormido, seguía igual de agotada.

Tras unos cuantos minutos procesando por mi cuenta, ya podía ver perfectamente, lo que era algo sorprendente. Llegué a la conclusión de que era un hospital, era más que evidente por la cantidad de máquinas a mi alrededor y la cama donde estaba acostada.

No podía ignorar la sensación de una vía intravenosa que estaba conectada a mi brazo y muñeca, era horrible, la odiaba, me daba completo terror saber que había una aguja clavada a mi cuerpo, hacía un esfuerzo enorme para controlarme y no arrancármela del brazo.

Flores. Tulipanes rosados en un jarrón blanco minimalista. No era el jarrón más bonito que hubiera visto, pero las flores siempre lo hacen todo más bello. Me quedé ensimismada mirando los tulipanes, e intenté estirar mi brazo para tocarlos, pero la sensación de cables tirando de mí me impedía moverme de manera indolora.

♢♤~𝓡𝓸𝔂𝓪𝓵 𝓕𝓵𝓾𝓼𝓱~♡♧  ( Chishiya Shuntaro )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora