Soy de Venezuela, un país tan hermoso cómo caótico, los últimos años el país de las oportunidades se fue convirtiendo en un infierno para todos de diferentes maneras, la pérdida de poder adquisitivo es lo más notorio, pero la inseguridad, escases e incluso la pérdida de familiares ha hecho que muchos salieran huyendo de él, entre ellos mi familia y aunque me dolió en su momento la decisión no podía culparlos, no cuando yo era la principal víctima de uno de los miles de titulares, mis padres fueron cruelmente asesinados en su local comercial por los dueños de lo ajeno, no solo se llevaron todo cuanto pudieron de la joyería sino que les arrebataron la vida a mis padres Axel y Sofía.
Mi padre era estadounidense y decidió quedarse a vivir en Venezuela por cumplirle a mi madre el deseo de no alejarse de su familia a pesar de que él estaba dejando a la suya a kilómetros de distancia pudiendo compartir con ellos unos escasos meses al año, pero el amor por mi madre y por verle feliz valían todo sacrificio, y vaya sacrificio que fue.
Cuando aquello sucedió mis abuelos maternos estaban devastados, tanto que eran incapaces de ver por su pequeña nieta, mis tíos aún eran menores de edad y aunque hubiesen querido hacer algo por mantenerme en casa legalmente no podían, mis padres habían dejado por escrito que de sucederles algo mi custodia sería asumida por mis padrinos, Chris el hermano mayor de mi padre y Jenna la esposa de este, así pues, desde los 4 años vivo con ellos en Chicago y nunca más regresé a Caracas.
Hasta este verano, quise volver al lugar donde mi madre fue tan feliz, quise pasar todo el verano junto a mis abuelos y mis tíos y gracias a Dios mi familia me lo permitió. Me reconcilié con aquella caótica ciudad que me cambió tanto la vida y es que entendí que no fue la ciudad en sí quien asesinó a mis padres sino unas personas sin escrúpulos y de esas, de esas hay en todo el mundo.
Pasé dos meses increíbles en compañía de mi familia materna, ahora más grande de lo que recordaba, ya que mis tíos se habían encargado de agrandarla con sus parejas y nuevos bebés. Hice un curso de repostería, trabajé junto a la abuela en su pastelería e hice nuevas amistades que planeaba conservar por mucho tiempo y aunque planeaba regresar en algún momento mi vida en casa debía seguir y estaba de vuelta para iniciar mi último año de secundaria.
Chris y Jenna me esperaban con una sonrisa en la salida de pasajeros del aeropuerto, se las devolví por supuesto y en cuanto tuve oportunidad corrí hacia los brazos de Chris que no dudo en alzarme y estrecharme con fuerza.
— Los extrañé un montón.
— Y nosotros a ti pequeña.
— ¿Y para mí no hay un habrá...? — No la dejé terminar ya que me lancé hacia ella también haciéndole tambalear un poco, por lo que terminamos riendo. — Wow, pero bueno Ari, no me hagas caer —
— Perdón, es que de verdad los extrañé, a todos. ¿En dónde están los demás?
— Ya los conoces, están en casa esperándote.
Las palabras de Chris lejos de tranquilizarme, me pusieron en alerta, el que me esperaran en casa solo significaba que mi tía Amara había hecho una súper fiesta como si de una boda se tratara, adoraba las celebraciones y buscaba cualquier excusa para montarse una fiesta de la nada, y no es que no apreciara el gesto, es que esperaba que me diera al menos 24 horas para descansar del viaje, pero ni lo diría, no había nada que hacer más que sonreír y hacerme la sorprendida.
El viaje a casa duró poco más de una hora, vivíamos en una zona exclusiva de la ciudad un terreno lo suficientemente enorme para albergar en él tres casas que podían considerarse mansiones, una para cada matrimonio que componían a la familia Knightley, pasamos junto a las dos primeras y nos detuvimos en la última y más imponente, una enorme construcción blanca de tres pisos rodeada de vegetación, la casa de mis abuelos y el lugar de reuniones por excelencia, la cantidad de autos estacionados lo delataban.

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Breathe Again
RomanceArielle Amaia Knightley Martin hizo un juramento de sangre, no volvería a enamorarse, no dejaría nunca más que los sentimientos dominaran la mente, jamás dejaría a nadie entrar a su corazón ya que el amor solo sirve para destruir y quemar todo a su...