Juan estaba tan lleno de vida, tenía un buen trabajo, no era tan simpático pero le llovían las mujeres, desperdiciaba cada día con una diferente desde que se separó de la madre de su hija, seguro piensa que siempre será joven y tendrá buena salud, es como si creyera que tiene en sus manos la bebida de la eterna juventud, como si eso realmente existiera.
El hombre llegó muy apresurado al baño, se le estaba haciendo tarde para ir a una de sus citas, le dio varios golpes a la puerta para que le abrieran , necesitaba la crema dental para cepillarse.
Abrí la puerta y con los dedos le señalé el envase vacío.
—No tiene...se acabó —Arquee una de las cejas, traté de sonreírle, el hombre quedó paralizado al verme, tenía la boca entreabierta, mostraba una expresión poco agradable, tragó saliva y bajó la mirada, no me quizo mirar a los ojos, en cuestión de segundos reaccionó y llamó a su hija:
—¡Andrea ve a la tienda!
—Todavía está cerrada padre, aún es muy temprano —La niña respondió con mucho entusiasmo.
—No te preocupes Juan, yo tengo —le dije y salí del baño, me dirigí al cuarto y de mi bolso personal saque la crema dental, regresé otra vez donde se encontraba y se lo entregué sonriéndole. Él lo tomó con modestia pero no me miró al rostro. No le tomé importancia a su actitud, seguro estaba muy apresurado.
Vi sus manos algo temblorosas al exprimir el colgate haciendo que una parte cayera al suelo.—¿Estas bien? —No dudé en preguntarle porqué me alarmó su actitud
—Si...no te preocupes —Ni siquiera me miró.
Tomó lo necesario para su uso y con la misma rapidez me regresó el objeto. Me agaché para limpiar los restos del suelo, al levantarme vi su silueta perdiéndose en el patio del fondo.
Entré otra vez al baño porque tenía que bañarme, él me había interrumpido cuando apenas iba entrando. Después de cerrar la puerta me encontré con un rostro pálido, sin cejas, sin pestañas, calva como la de un cadáver, me miró de forma inquisidora como diciéndome —: "ves lo que causaste", ya era algo normal para mi ver ese rostro todas las mañanas y las noches, eran los únicos momentos en que lo podía mirar para examinarlo a ver si tenía algo diferente, quizás esperaba que no le saliera gusanos o se le descompusiera la piel pero se veia muy reseco, pero en esta ocasión se me había olvidado que no estaba en mi casa, que no me había puesto mi peluca y este hombre nunca me había visto con ese aspecto; el maquillaje siempre ocultaba todo, apenas había llegado anoche a su casa, vine a visitar a mi ahijada , la pequeña Andrea, siendo lo más cercano que tenia como a una hija...Ahora entiendo el impacto que tuvo al verme.
Juan me vio como un cadáver que deambula entre los vivos, que cada día trata de reír y de andar como si estuviera viva pero desde hace poco tiempo ya no sentía lo mismo, ya no disfrutaba de los momentos que disfrutaría una persona llena de vida, mi corazón ya no latía con la misma intensidad o solo dejó de latir un día. La verdad no sabría decirlo. Delante de todos disimulaba estar viva.
Quería compartir cada momento para que me recuerden, no quería desperdiciar ni un instante pero no tenía sentido hacerlo sin sentir, ya todo cambió para mi aunque intentara vivir ya no estaba viva. No podía sentir el aire en mis pulmones, extrañaba respirar, no podía comer porque lo vomitaba todo hasta partes de mi, es tan repugnante. No se como los demás no se dieron cuenta que desde hace algún tiempo dejé de comer, quizás ya ellos lo sepan y no se quieren despedir de mi...pero tenemos que aceptar que cada ser tiene su lugar y todo tiene un tiempo, este ya no es mi lugar y tampoco mi tiempo de estar con ellos...
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Voces del más allá
ParanormalColección de relatos breves sobre sueños, pesadillas, presagios y fantasmas que rondan a media noche despertando a los habitantes de los pueblos como también visiones en pleno día que no permitirá conciliar el sueño.