⬞ Por siempre, para siempre jamás

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⬞ Contenido violento y subido de tono, lo lees bajo tu propia responsabilidad.

⬞ Si hay algún error háganmelo saber, es una adaptación de otro one shot propio.

Los gritos incesantes que daban indicio de una discusión se había disipado, dejando solo el sonido del aire acondicionado inundar el lugar

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Los gritos incesantes que daban indicio de una discusión se había disipado, dejando solo el sonido del aire acondicionado inundar el lugar.

El joven matrimonio, que había sido arreglado por sus padres estaba teniendo un pequeño desacuerdo con  respecto a sus errores del pasado.

El joven rubio quería escaparse, huir para nunca regresar, dejar todo atrás, estaba dispuesto a volver a empezar, pero su amor le anclaba.

— Cuando fuimos novios en el colegio... — luego de soltar aquello calló inmediatamente, teniendo miedo de haber cometido un error al hablar interrumpiendo aquel  silencio sepulcral.

Pero descartó esa idea al ver como el albino le veía dispuesto a responder lo que sea.

— ¿Me amaste de verdad alguna vez? — cuestionó el chico mirando a Uzui con los ojos brillosos.

— Claro que lo hice, claro que lo hago — dijo sosteniendo su camisa en el centro de pecho, un pinchazo en el corazón le había obligado hacerlo.

— ¿Realmente lo hiciste? — Cuestionó con una expresión triste.

— Te ame tanto que dolía, joder, aún te amo — lo último había sido dicho en un suave susurro a pesar de haber comenzado a responder casi gritando — Me destroza, que no te puedo sacar de mi cabeza, que a pesar de que esfuerzo no lo logro, estoy tan jodido, tan mal, yo realmente lo lamento, ¿si? — su voz trastabillaba y se quebraba en cada palabra tu tono era más suave que de costumbre, sonaba ronco casi como si fuese a llorar— Debí haber estado ahí cuando pasó todo esto, pero no estuve y me lo recriminó todo los días, lo siento, lo siento tanto — la mano que permanecía en su pecho cayó a su costado rendido.

— Uzui, aún te amo, solo ven conmigo, tú y yo huiremos, empezaremos de cero — dijo el rubio con una suave sonrisa mientras señalaba la puerta con su cabeza.

— No puedo hacerlo, realmente no puedo.

— Cobarde.

— No soy cobarde, mi vida está aquí, mis padres mis hermanos, ¿o es que acaso tú olvidas a tu familia?. 

— Son fuertes estarán bien sin mi.

— Perdón, pero yo no puedo dejar a mi familia.

— Esta bien, lo entiendo, Tengen, entonces me iré sola, empezare de nuevo y esta vez seré feliz.

Zenitsu se volteó, estaba dispuesto a irse cuando el estruendoso sonido de un disparo resonó en el pequeño departamento.

El rubio volteó en dirección a su mayor que portaba una sonrisa altanera y un arma en su mano.

— Yo también te amo, mi dulce amor, pero... — soltó una pequeña risa ronca mirando al suelo — Ahora que te tengo no te puedo dejar ir.

El chico presionaba con fuerza su estómago con una mano y con la otra su espalda, estaba sangrado y demasiado, el agudo dolor lo hizo caer al suelo donde empezó a respirar de manera errática

Sentía su propia sangre empapar su ropa y las lágrimas empezaron a surcar sus mejillas

— Shht no llores, no pasará nada, todo va a estar bien, estarás por siempre y para siempre junto a mi, viviremos nuestro amor hasta que muera — hablo con una expresión desquiciada en su rostro mientras se acercaba a su amado en el suelo.

El joven sonrió apenas.

— Ooh, Tengen, ¿qué has hecho? — acaricio la mejilla del hombre manchando la blanca piel de rojo.

— ¿De qué hablas? — preguntó inquieto — Así estaremos por siempre juntos, por siempre y para siempre jamás, tú no te irás, no sufrirás más, y no te tendrás que preocupar por nada en lo absoluto nunca más — el mayor sonrío en grande con sus ojos abiertos al máximo y las lágrimas empezando a brotar de estas

— Uzui, realmente no estoy molesta — el chico sonrió y con esfuerzo acercó su rostro al de su amigo de la infancia y plantó un casto beso en sus labios para luego dejarse vencer por el cansancio.

— Oye — llamó el hombre viendo cómo el menor se desvanecía en sus brazos — ¿ZENITSU? — lo empezó a zarandear pero su delgado cuerpo se encontraba inerte y finalmente comprendió lo que había hecho.

Con desespero empezó a tocar el rostro cada vez más pálido del chico y grito, aunque su garganta se hubiese desgarrado siguió llorando mientras las lágrimas bajaban furiosas por sus mejillas sin poder ser retenidas.

Lo había matado, ¿qué había hecho?, ¿en qué mierdas estaba pensando?.

Beso los dulces labios de su esposo una vez más y poso su rostro sobre su pecho llorando, así como cuando un hijo busca consuelo de su madre al caerse.

Se había ido, y esta vez ya no podía hacer nada para que regresara.































— ¿Qué sucede?, ¿Aún tienes hambre? — cuestiono el acanelado a la figura frente a él.

— Ooh, con que es así, bueno, realmente no importa, yo tampoco tenía mucha hambre — dijo dando una gran y radiante sonrisa.

— Vamos, no seas así — el chico empezó a reír — Sabes que bailar me avergüenza.

— De acuerdo, lo haré, solo por ti mi dulce amor — el hombre sonrió en grande al cuerpo descompuesto que había sido envuelto en las sábanas blancas de algodón de su cama, a causa de que la piel del chico había empezado a tornarse de un verde azulado, incluyendo que el olor putrefacto ya no se podía soportar, o por lo menos los vecinos no lo soportaban, Tengen solo olía el exquisito perfume de su amado esposo.

El albino se acercó al cuerpo y extendió su mano esperado a el joven y luego le tomó con un brazo y lo levantó apegandola a su cuerpo y le tomó como si de un balls se tratase.

Empezó a moverse con levedad al son de la canción que habían bailado en su boda, últimamente no paraba de reproducirse en su cabeza con constancia.

Sus manos acariciaron el mayugado y putrefacto cuerpo, del cual había empezado a desprenderse la piel y articulaciones.

Era una simple sabana envolviendo huesos, tendones, órganos y piel en descomposición.

Unos fuertes toques en la puerta se hicieron presentes pero lo único que escucho Tengen fue la risa de su amada resonar en su oído.

La puerta fue derribada y los policías entraron con sus armas en mano, lo primero que vieron fue la bizarra imagen del hombre bailando con el cadaver de su novio, las sábanas blancas manchadas de sangre seca envolviéndolo y este sonriendo contra el cuerpo como si no pudiese percibir el olor de la putrefacción.

Los oficiales bajaron sus armas mientras el albino permanecía con los ojos cerrados y las lagrimas impasibles empezaron a surcar sus mejillas.

Con una sonrisa y las lágrimas presentes abrió los ojos y se enfrentó a su destino.

Saco el arma de la parte trasera de su pantalón y disparo tan rápido que nadie pudo hacer nada.

Su cuerpo calló al suelo junto al de su amado y los dos descansaron por fin, juntos, por siempre, para siempre jamás.

❮uzuzen❯Donde viven las historias. Descúbrelo ahora