No estaba para nada feliz.
Por fin había vuelto a la escuela como había querido todo este tiempo, pero apenas llegué, mi alegría y entusiasmo se desvanecieron cuando noté que Natalie evitó mi mirada. La desilusión que me causó su rechazo me dejó bajoneada todo el día.
Fue duro, pero fingí estar bien como si no me afectaba para nada su maldito rechazo. Pero, mis amigos pudieron darse cuenta de inmediato que no me sentía bien.
—Re corta rostro la porteña. —Mati se quejó—. Es re rara, un día está con la mejor onda y después ni bola.
—Nati tiene sus mambos. —El Abuelo la defendió, parecía que él y Nati se habían vuelto amigos—. Tiene mucho que procesar.
—¿Qué va a procesar esa cheta? —Matías parecía estar enojado con ella y su actitud.
Yo no decía nada, sólo miraba mis manos mientras descascaraba el esmalte de mis uñas. Sentía ese peso en el pecho producto del rechazo de Natalie que no me dejaba hablar. Ya no quería pensar en ella, pero no podía evitarlo; ni siquiera podía mirar al frente en el aula porque ella estaba ahí adelante.
—Nati... Tiene bardo con los padres y con ella misma, es complicado. —El Abuelo explicó con seriedad—. Capaz que Vero lo podría entender, pero...
—¿Pero... qué?
El Abuelo suspiró y luego miró hacia todos lados, como fijándose que nadie estuviera escuchándolo. Su comportamiento llamó mi atención porque nos dio a entender que sabía algo sobre Natalie que nadie más podía saber.
Mati y yo prestamos atención, levanté las cejas con expectación y me acerqué al Abuelo que se había acercado a nosotros para contarnos ese secreto.
—Los padres de Nati son altos homofóbicos —confesó en voz baja—. ¿Te acordás el milico que nos interrogó, Mati? El viejo Heredia —Mati arrugó la cara y asintió—. Bueno, es el papá de Nati.
—¿Y qué tiene que ver eso? —Sabía que el Abuelo había tenido problemas con Heredia y que se había hecho amigo de Nati, pero no entendía qué tenía que ver eso con su rechazo hacia mí... Hasta que me cayó la ficha—: ¿Ella también es homofóbica? —pregunté alarmada y decepcionada.
Eso significaba que Natalie me odiaba; aunque jamás le había confesado mis sentimientos, mis acciones siempre fueron bastante evidentes.
Se había dado cuenta y por eso no me quería ni ver.
«¡Ay! ¡La puta madre! Es homofóbica». Ese dolor en el pecho y la garganta se hacían cada vez más insoportables. No iba a llorar en la escuela, pero sí seguía pensando en Natalie y su rechazo de seguro terminaría haciéndolo. Sólo esperaba con ansias poder estar en la tranquilidad de mi solitaria casa para poder desahogar esta angustia.
—¡No! Boluda. Nada que ver. —Julián rio mirándome y una pequeña luz de esperanza se encendió—. Le gustas a Nati, ella misma me dijo.
«¡¿Qué?! », ya no sabía qué pensar. «¿Le gusto?».
Todo se detuvo por unos segundos. ¿Qué acababa de escuchar? Por un lado, sentía ganas de reírme y a la vez de llorar, ¿supongo que de alegría? Él me estaba confirmando que Natalie gustaba de mí, pero me costaba creerlo. ¿Natalie gustaba de mí?
—¿Me estás jodiendo? —Seguía incrédula, mirando a Julián con la boca abierta—. ¿Posta te dijo?
—¡Sí! —Sacudió mi brazo contento—. ¡Pero no tenés que decirle a nadie! ¡Ni siquiera a ella!
—¿Por qué? —Abrí los ojos.
¡Le gusto a Nati y ella me gusta a mí! Era fácil, tenía que confesarle mis sentimientos y algo bonito podía darse entre nosotras. ¡Era la mejor noticia que podía haber recibido!
Luego del accidente me había propuesto decírselo, porque esa experiencia me había hecho reflexionar mucho y no quería guardarme nada porque sentía que debía vivir a pleno el día a día. Pero sus actitudes de rechazo me habían cohibido, no sabía si podía hablarle y salirle con que me gustaba.
Pero ahora podía hacerlo y sabía que sus sentimientos eran recíprocos. Miré al lugar donde ella se sentaba, pronto iba a volver al aula y yo iba a levantarme a decirle que necesitaba hablar urgente con ella.
—Porque, Vero... —El Abuelo estaba listo para bajarme de un hondazo—. Me pidió que guarde el secreto, además, ella está procesando todo esto. No te voy a permitir que la obligues a asumirlo, tiene que hacerlo ella misma cuando esté lista —explicó con seriedad.
Por un momento yo había sido como un pajarito que volaba libre por los cielos de la felicidad y Julián había sido el pendejo malcriado que me tiraba de un hondazo al asfalto de la decepción.
Pero debía admitir que entendía su punto y si quería de verdad a Nati no podía presionarla. Si la habían criado padres homofóbicos de seguro, descubrir que le gustaba una chica le había traído varios conflictos consigo misma; eso me desesperaba porque quería ayudarla de algún modo. Supongo que respetar su proceso de aceptación era la forma.
—¿Qué hago? —De todos modos, pregunté a mi amigo. Él tenía experiencia en todo esto y siempre me daba buenos consejos.
—Nada, déjala.
Apreté los labios, casi mordiéndome a mí misma, sintiéndome inquieta por toda la situación. ¿Cómo iba a hacer eso? Tenía que seguir guardando mis sentimientos y seguir sintiéndome angustiada cada vez que ella me rechazara. Iba a ser difícil y doloroso.
Pero iba a aceptarlo. Natalie tenía que descubrirse a sí misma y conocer sus gustos. El Abuelo me dijo que no debía presionarla, ella tenía que lidiar con sus padres y con la manera en que la habían criado. Sabía lo complicado que podía ser todo eso hasta cierto punto... Porque por suerte mis padres siempre me han aceptado y nunca había tenido un problema así por ser bisexual.
Pero mi realidad era distinta a las demás.
Todo esto me dejaba pensando una banda, tanto que no había prestado atención a lo que hablaban los chicos, solo escuché el timbre cuando sonó y a los pocos segundos los que estaban afuera durante el recreo volvieron, incluyéndola.
Apenas entró noté que me miró y mi corazón casi se detiene por completo, porque esta vez sabía lo que sentía por mí. Pero de inmediato apartó la mirada y fue a sentarse a su asiento, desde atrás sólo podía ver su suave cabello atado moviéndose junto con ella que sacaba sus útiles.
La clase comenzó momentos después. La verdad, no sé qué hicimos en esa clase, porque no pude dejar de pensar y mirar a Natalie.
«Natalie...».
¡Gracias por leer! No te olvidés de votar, eso me anima mucho <3
¡Se viene el día del estudiante! Donde muchas cosas van a pasar ;)
ESTÁS LEYENDO
Aquel último año
Teen FictionA Verónica Leiva le entusiasma empezar su último año de secundaria, su objetivo es disfrutarlo a más no poder junto a sus mejores amigos y el próximo año marcharse a la universidad para comenzar una nueva etapa. Cuando las clases están a punto de e...