Como de costumbre, Clara se dirigía a la piscina del colegio luego de clases para las prácticas con Las olas, el equipo de natación. Ahí se sentía importante. Por fin formaba parte de algo. Fuera de la piscina, era una más con la que chocaban para tumbarle los libros; dentro, era una de las más rápidas en las carreras. Dentro de la competencia, tenía compañeras y casi amistades, fuera, no hablaba con nadie. Las olas se habían convertido en su familia. Sus ratos en la piscina eran lo mejor de todo el colegio. Aunque la reciente muerte de una de sus compañeras había enlutado el ambiente.
Dazai Monterde llevaba en el equipo de natación desde su primer año. No era de las mejores pero todos la adoraban. No se perdía una fiesta o una competición. Aunque no participara, siempre estaba apoyando a Las olas desde las gradas. Era la primera haciendo pancartas y carteles avisando de las competencias. Quería ser bióloga marina. El mundo acuático tiene todas las respuestas, todo lo que necesitamos está en el mar, solía decir. Cuando a Clara le toco competir por primera vez, le dio un ataque de pánico y no pudo entrar a la piscina. Se quedó quieta en el podio, Dazai la empujó por la espalda, luego entró con ella y la obligó a nadar. Quedaron últimas pero la anécdota se conoce por toda la escuela. Dazai tenía un futuro muy prometedor. Nadie se imaginó que pudiera suicidarse.
En sus últimas semanas había mejorado mucho, muchísimo, llegó a ser la mejor del equipo. Abandonó la socialización y se centró en su trabajo dentro del agua. Todas las compañeras se dieron cuenta pero nadie le dijo nada. Era su último año, quizás quería optar por una beca. Se la veía estresada todo el tiempo y los últimos días estuvo muy nerviosa. Nuevamente nadie dijo nada, lo achacaron a los exámenes y a las próximas competiciones. Si esas fueron las señales, nadie lo imaginó.
Había pasado poco tiempo desde el suicidio de Dazai y ya se escuchaban unas siete historias diferentes sobre el tema. La dejó un novio que nadie sabía que existía, quedo embarazada en alguna fiesta y no sabía quién era el padre, por mejorar en natación suspendió todo y ya no podría ser bióloga marina, era lesbiana de closet: típicos cotilleos de desgracias ajenas que algunos jóvenes disfrutan entre clases cual buitre disfruta de la carroña. Otras teorías conspirativas iban desde que había sido un asesinato y que los padres no querían formar revuelo, a que ella había hecho un trato con algún demonio para ser la mejor en Las olas y cuando lo logró tuvo que dar su vida a cambio.
Donde más se escuchaban esas historias era en el avispero que conformaban las duchas junto a la piscina. Después de tanto tiempo, a Clara le seguía incomodando cambiarse en público así que solía esperar a que estuviesen vacías. Por eso llegaba algo más temprano y se iba un poco más tarde que las demás. Ella no prestaba atención a los rumores sobre Dazai, pero no podía evitar escuchar, y aunque le parecía de mal gusto al tratarse de una compañera, también tenía sus teorías. Nadie podía saber a ciencia cierta el por qué pasó, -hasta donde sabían, Dazai no había dejado ninguna nota- pero Clara estaba segura que ella no se hubiese suicidado por algo tan simple como un novio o unas notas. Una cosa curiosa que notó es que aunque hubiese varios rumores sobre lo que pasó y era un tema bastante común, nadie nunca mencionaba la palabra suicidio. Siempre se referían a "lo que le pasó a Dazai" o similares. Como si pronunciar esa palabra lo hiciera más real de lo que ya era, como si con esa palabra convirtieran los cotilleos en faltas de respeto, como si algo conocido por todos se volviese de repente un tema tabú. Luego de ponerse el traje de baño se quedó un momento mirando la taquilla de Dazai, la 117.
Esa taquilla también estaba rodeada de rumores y leyendas, como todo en ese colegio. Y como todo en ese colegio, no se sabía hasta qué punto era cierto o falso. Cuando Clara entró al equipo, Las olas le contaron que una de las propietarias pasadas de la taquilla 117 murió en un accidente de coche, y que otras dos se esfumaron sin dejar rastro alguno. Una novatada, pensó en el momento. Pero ahora, petrificada ante la taquilla, no pudo evitar rememorar los rumores y que un escalofrío le recorriera toda la espina dorsal. El suicidio de Dazai alimentó el poder de la 117. Se dice que al morir siendo la mejor del equipo, regresará del más allá para llevarse a cualquiera que intente romper su marca, que lo que retiene a su espíritu en ese mundo es su taquilla y desde ahí tiene acceso a la vida de Las olas. El baño se oscureció ante los ojos de Clara, el resto de taquillas se difuminó y su vista solo enfocaba la 117. Algo la empujaba, como si la llamara desde el interior. Tenía más que curiosidad, era un deseo latente e incontrolable por abrirla. Un deseo morboso que no había percibido anteriormente, que solo sentía ahora, sola en la humedad del baño.
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Voces en el callejón
Short StoryUn parque de atracciones construido sobre un cementerio, un monasterio donde se realizaban abortos, bares de carretera con historias que contar, personas que enloquecen, lugares tenebrosos, jóvenes que se llevan un recuerdo aterrador -como mínimo- a...