CAPÍTULO 19

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Jade Moreau

Un fuerte sonido, que no es el de mi alarma, comenzó a retumbar en toda la habitación. Esto me hizo levantarme de un salto de mi cama y terminar casi en el piso sobre la alfombra. Maldigo el momento en que me acostumbré a no poner en silencio el teléfono

Me llevé una de mis manos a mi pecho, que sube y baja desesperadamente. Siento que el corazón me va a explotar.

Los ojos se me comenzaron a cerrar instintivamente.

¿Qué horas son? ¿Y a quién se le ocurre llamar?

Me restriego los nudillos contra los ojos y emito un largo bostezo, generando más cansancio aún. No hacía mucho que me había dormido.

Busco mi teléfono con la fina línea que dejé con mis parpados, ya que es inmenso el esfuerzo que estoy haciendo para que se mantengan abiertos. Al ver que se encuentra sobre la mesita de noche, me estiro para alcanzarlo y lo pongo frente a mi rostro.

El brillo total de la pantalla me encandila y me hace arder un poco las pupilas. Intento fijar la mirada, para ver bien quien es la persona a la que se le ocurre llamar a esta santísima hora.

Mis ojos quedaron como dos pelotas de fútbol al ver quien es esa persona. Mi boca se entreabrió y casi que caigo de nuevo por la sorpresa de ver ese nombre. Parpadeé un par de veces, e intenté creérmelo por completo.

El nombre de Jirafa aparece en toda la pantalla. Estoy más que perpleja.

Reaccioné en un instante y atendí al llamado, llevando el teléfono a mi oreja izquierda. Con mi dedo pulgar e índice comencé a masajearme la nariz.

—¿Noah? —intento poner una tonada neutral, para que no se note mi sorpresa—. ¿Qué haces llamando a estas horas?

Largo otro bostezo, mientras espero respuestas.

—¿Cómo andas Mapache? —pregunta alegre y, aunque no lo esté viendo en este momento, puedo apostar que sus perfectos dientes brillan en una sonrisa.

Hazte la dura Jade, aunque no sea tan idiota como pensamos, no deberías darle el gusto tampoco.

No creo que sea buena idea. Además ya se todo y si llamó, es porque está arrepentido. O eso espero.

Que aguafiestas...

Agito mi cabeza de lado a lado, quitando mi conciencia de en medio. Aunque, pensándolo bien, podría hacerme un poco la dura.

—Durmiendo... —suspiro duramente, con la esperanza de que se escuche del otro lado—. ¿Por qué llamas? —cuestioné firme y claro, aunque sigo creyendo que no debería.

Una risita se escucha suavemente y luego comenta:

—Merezco esa dureza —sigue riendo por lo bajo—. Oye, no preguntes, solo responde. ¿Tienes algo importante que hacer?

—¿Ahora? —pregunto alzando las cejas—. Noah, ¡¿son casi las una de la mañana, que voy a estar haciendo?! —susurro.

—Okey... tomaré eso como un no —suspira y se toma una pausa. Ya me estoy poniendo nerviosa—. Tienes quince minutos para cambiarte y bajar, te espero fuera, con el coche —lo dijo con tal seguridad, que me sorprendió aun más.

Parpadeé rápidamente, dura en mi lugar.

—¿Por qué debería ir? —pregunté, aunque ya estoy pensando que me voy a poner para salir.

Un fuerte "Ja", sale disparado a través del teléfono. Alzo nuevamente las cejas.

—Porque tienes tanta intriga de saber todo, con sumo detalle, que ya debes de estar parada viendo que ponerte —frena, esta vez no me sorprendió, supuse que diría algo así—. Te espero, adiós Mapache.

Todo de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora