CAPÍTULO 3

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Noah Thoson:

Son las seis de la tarde y estoy entrando a mi casa luego de unas horas de gimnasio. Voy todos los días, o casi todos, depende el estudio. Y cuando tengo tiempo, me gusta salir a correr en las mañanas, aunque hace mucho que no lo hago.

El bolso de Rev al lado de la entrada, delata que la casa ya no esta vacía. Aun así, me sorprende que haya unos zapatos negros en medio de la sala. Míos no son, mamá no usa de esos y mi hermana los detesta. Eva se encuentra con un administrador, por un tema de las propiedades que heredamos. Desde el fallecimiento del abuelo, ella pasa más tiempo fuera que dentro de la casa.

Eso significa que... ¿Raven está con alguien?

Orgulloso de mi hermanita...

Y definitivamente tenía razón. Subiendo las escaleras se escuchan carcajadas. Y no eran de mi hermana, parecía de... ¿otra mujer?

No me sorprende. Nunca se puso etiquetas y yo más que nadie lo tenía en mente. No es la primera vez que una mujer termina en el encanto de Rev. Es Thoson después de todo.

No pienso molestarla. Ella no se mete conmigo, yo no me meto con ella. Ley de hermanos.

Coky parado frente a la puerta blanca de mi habitación. Pobrecito, debe tener hambre. El es mi primer perro y es un regalo de mi abuelo. Es lo único que me queda de él.

Me acerco y desparramo mi mano sobre su cabeza. Me lame la mano y se sienta frente a mí. Me empieza a dar la patita. Primero la derecha, luego la izquierda. Y repite la secuencia. Eso hace cuando esta hambriento, así que abro la puerta del dormitorio y lo dejo entrar.

No dudó, fue directo al plato con comida al lado de mi escritorio. Mayormente el está afuera, pero estos días que hace frío, aunque a mamá no le guste mucho la idea, se queda en mi cuarto. Obviamente el que se encarga de limpiar todos los chiqueros soy yo, aunque no me quejo.

Mientras el perro devora toda su comida, yo me voy a duchar. Estoy todo sudado.

Cuando entro al baño y voy a dejar toda mi ropa sucia, veo el canasto y...

Mierda.

La ropa de Jade está dobladita dentro del mismo, me había olvidado que le dije que la deje allí.

Okey... tendré que lavar todo a escondidas.

El vapor sale por la regadera, advirtiéndome que ya debo entrar.

El agua tibia cae por mi cabeza, dejando mi rizado cabello adherido a mi frente. Los músculos de mi espalda se contraen al sentir las gotas chocar contra ella. Mis pectorales húmedos se relajan mediante el roce del jabón. Mientras tanto la mezcla de espuma y agua se va por la rejilla.

Bañarse es tan relajante.

Ya en ropa interior y con una toalla secándome el cabello, salgo del baño. Me pongo unos shorts deportivos, los primeros que encontré, y salgo de mi habitación en torso desnudo.

Desde que entré a la casa, hasta ahora, habrán pasado unas dos horas.

Bajo a la cocina y veo a Raven, con el cabello mojado, y una taza de café humeante en sus manos. Ese lunar que se encuentra sobre el labio destaca con sus mejillas de color carmesí. Se la ve feliz. Parece que la pasó bien, con quien sea que haya estado.

Me acerco y le revuelvo el cabello, para luego girar y ponerme frente a ella.

—Me había peinado, no seas imbécil —reprocha, tan sutil ella.

Se me plasma una sonrisa en mi rostro.

—¿Con quien estuviste hermanita? —pregunto sin borrar la sonrisa de mi rostro, mis ojos verdes se cruzan con los suyos—. Parece que se divirtieron bastante —acoto, señalando mi labio, haciendo referencia al suyo que tiene una cortadura no muy oculta.

Todo de tiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora