Capítulo 6

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El ruidito de la lluvia perforaba el silencio de la casa la madrugada en la que se cumplían siete años del accidente de la familia Park y Hyori. Cada año Dong-Sun iba sin falta al cementerio a dejar flores y conversar un poco con aquellos que descansaban ahí, ese sería el primer año en el que se quedaría en casa.

Mirando la lluvia a través de las puertas de cristal de la terraza, se preguntó si aquella teoría de que las personas que habían muerto podían volver a visitar a sus seres queridos en algún momento importante o doloroso era cierta. Cuánto bien le habría hecho creer en ella y sentirse acompañado en un momento de tanta vulnerabilidad.

Dejó entonces que sus pensamientos vagaran directo hacia Hyori. Llevaba algunos días dándole vueltas al pensamiento de que su relación con ella había terminado porque su corazón había dejado de latir, no porque hubiesen tenido una ruptura basada en la decisión de no volver a estar juntos. Ni siquiera podía concebir un escenario en el que esa decisión fuera una opción si ella siguiera con vida. Con ella lo había tenido todo: seguridad, cariño, comprensión, compromiso; pero por encima de todo, había tenido la certeza de su honestidad.

Trató de imaginar lo que ella le habría aconsejado en su situación como la mejor amiga que un día había sido. Seguramente le habría dado una sonrisa cálida que le habría hecho olvidar por un momento el dolor que lo estaba diluyendo, le habría dicho que todo lo que sucede en la vida tiene un porqué y que no siempre se logra ver en medio de la bruma de las circunstancias. Le habría animado a buscar rescatar su corazón antes de encontrar ese porqué.

La extrañaba.

Extrañaba poder descansar su vulnerabilidad en ella. Extrañaba sus delicadas manos acariciándole el cabello cuando él tenía un mal día; su voz mientras le cantaba canciones tiernas para ayudarlo a dormir.

Nunca se había detenido a llorarle lo suficiente a pesar de haber seguido soltero durante tanto tiempo, pero él sabía que eso se debía a que entre ellos nunca había habido espacio para remordimientos, y aunque su partida había sido tan repentina y dolorosa, él la había podido dejar ir sin sentir que había faltado algo en el tiempo que la había tenido. Porque sí, se había ido muy pronto, pero se había ido siendo amada y sintiéndose tan dichosa como él se dedicaba a hacerla sentir cada día.

Pero a pesar de recordar la hermosa calidez de la chica, no pudo encontrar en su corazón un solo latido que pudiera dedicarle y eso lo hizo rabiar. Ella merecía todos sus latidos, incluso después de haberse ido, y sin embargo, su tonto corazón latía por la persona que lo estaba rompiendo de a poco. Cuánto más iba a poder resistir, no lo sabía, lo único que sabía era que si fuera posible, se habría arrancado el corazón del pecho para no sentir más su aceleración cada vez que pensaba o estaba cerca de su esposo.

Sabía que todo estaba mal en su interior para seguir así y que más temprano que tarde tendría que encontrar valor para tomar una decisión antes de que todo se pusiera peor. Una parte de él anhelaba con desesperación que todo aquello terminara pronto, y que de alguna forma le devolvieran algo de lo que ya había sufrido de forma tan injusta.

● ● ●

Cuando Jung-Su entró en la casa a las cuatro de la mañana, todo estaba en penumbras. El sonido de la lluvia contra los vidrios de las ventanas era lo único que se escuchaba. Había sido así cada noche de esa semana: penumbra y lluvia.

Se quitó los zapatos tratando de liberarse del dolor, sus pies le estaban matando y tenía tanto sueño como resaca. La fiesta había durado toda la noche, pero él había parado de beber alcohol desde temprano, lo que explicaba esa sequedad en su boca para esa hora y las ganas de enterrar su cabeza en hielo. Estuvo a punto de subir las escaleras hacia su habitación, cuando escuchó algo extraño por encima del repiqueteo de la lluvia. Con sumo cuidado y sin hacer ningún tipo de ruido, se acercó al lugar de donde provenían los sonidos.

In Repair © [BL]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora