-𝕿u respiración dificultaba haciendote dar pequeños y desesperados jadeos en busca de oxígeno el cuál se encontraba frío haciendo que tus pulmones dolieran mientras tus cansados, hinchados y rojos ojos dolían, pero no más que el dolor que sentías en tu pecho.
Tus pies descalzos tocaban el frío pasto semi seco mientras tus tacones rotos desaparecían de tu vista.
La tenue pero fuerte luminiscencia blanquesina de aquella entidad que observaba atenta tus movimientos alumbraba tu silueta y consigo tu presente recuerdo del saber que cierta luna te observaba.
Tus lágrimas resbalaban cual dicha fuente mientras tu mano apretaba la área de tu pecho de lado izquierdo. El dolor que sentías, la falta que te hacía.. la soledad que sentías. Todas aquellas cosas y muchas más te hacían querer irte de aquí, solo querer abandonar este plano cosa que varias veces has pensado resultando en un error.
- Corazón, dame algo de razón.. - pronunciabas levemente aquellas fuertes palabras haciendo que de tus labios salga un quejido de dolor.
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Caminabas como podías, sintiendo el pasto entre tus dedos adoloridos como tú pecho. Sollozante tu voz, opacada por pequeños espasmos cada que inhalabas el frío aire nocturno, quemando tus pulmones he irritado el nudo que mantenía adolorida tu garganta.
La tristeza nublaba tu vista.. ya ni siquiera llorabas por todo esto.. llorabas por no poder verla nunca más..
Sollozaste más fuerte aún, el dolor en tu pecho incrementaba mientras tratabas de encontrar un fin a lo que parecía un insoportable dolor y una sempiterna desdicha.
Hasta que paraste tu rumbo sin destino, adentrandote en el jardín de aquel palacio en el que creciste, dejándote en completa sorpresa parando, como pudiste, esas lágrimas indeseables dejándote atónita.
Viste como el pasto que entre tus dedos yacía deslizante, se pintaba de colores totalmente brillantes. El temor de lo desconocido abrazó tu cuerpo y mente, retrocediendo por instinto natural.
El pasto al parecer seguía pintado de aquellos colores hipnotizantes, la sorpresa y curiosidad no abandonaban tu mente y cuerpo. Rápidamente te fijaste en el pasto que pisabas ahora mismo viendo, una vez más, como este se pintaba de aquellos colores fosforescentes.
- ¿¡que!? - tu sorpresa se vió más pronunciada cuando se formó un camino pintado de estos colores tan irreales a tu mente.
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