04| ¿Dejarlo ser?

506 95 15
                                    


El beso había sido el límite, el límite para por fin dar rienda suelta a sus impulsos. Y por eso mismo la cabeza de Jennie estaba hecha un completo desastre.

Ella sabía que una vez probara la fuente de su más oscuro y anhelado deseo no habría vuelta atrás, y aquello le aterraba.

Se consideraba arruinada, completamente arruinada.

Ella veía su impulso como algo estúpido que jamás debió dejar que sucediera, un impulso que debió contener, un impulso que, a pesar de haberla condenado, en aquel momento sin lugar a duda estaba valiendo la pena.

Lisa había resultado ser una fantástica amante, sus labios parecían haber sido creados para juntarse y encajar a la perfección con los de ella.

Después de compartir un beso que nubló su mente y anuló su raciocinio, la situación escaló a otro nivel.

Lisa primero la había despojado de su falda, esparciendo caricias y besos húmedos por sus piernas mientras subía. Un escalofrío le recorrió el cuerpo entero al sentir la respiración agitada de la chica contra su abdomen. La camisa obligatoria del uniforme fue la segunda prenda en tocar el suelo, quedando olvidada en algún lugar de la habitación.

Su mente había dejado de pensar al mismo tiempo que su piel quemaba por el toque de Lisa.

Las sensaciones se habían mantenido a flor de piel durante todo momento, de inicio a fin. Jennie solo había podido dejarse llevar y guiar por Lisa, quien sin duda tenía más experiencia  en ello que la pelirroja, logrando sorprenderla de maneras muy gratas.

Durante el tiempo que aquel encuentro duró, ambas se dedicaron a dar y recibir, simplemente disfrutar la una de la otra. Lisa había gozado de su mayor fantasía vuelta realidad, mientras que Jennie gozó de todo lo que Lisa le había hecho sentir, logrando llevarla por unos instantes lejos de reproches o tabúes.

Jennie gimió como nunca antes lo había hecho, se retorció sin culpa y disfrutó como nunca de lo que Lisa le provocaba a su cuerpo. El resultado había sido un orgasmo mucho más intenso que los pocos provocados por solo la frotación sobre sus ropas, una ola de nuevas y adictivas sensaciones.

Ambas se habían dejado caer en la cama de Lisa completamente exhaustas. Jennie cerró los ojos, disfrutando de las caricias que Lisa repartía por su desnuda espalda, provocándole pequeños escalofríos cuando acariciaba su columna.

Al abrir perezosamente los ojos se encontró con la intensa mirada azabache y brillante de Lisa, quien le dedicó una tímida sonrisa, algo que sin duda le provocó una ola de emociones en su interior, no todas buenas, por supuesto.

Al mirar la expresión en su rostro y notar lo tensa que se había puesto, Lisa supo que aquel encuentro había terminado.

Jennie se incorporó rápidamente, tomando una de las sábanas blancas y enrollándola a su cuerpo mientras se levantaba, comenzando a recorrer de un lado a otro la habitación en busca de sus prendas.

—¿Estás bien? —preguntó Lisa al observar desde su posición recostada en la cama a Jennie peleando con el broche de su sostén.

—No —respondió cortante—. ¿Te parece que voy a estar bien después de lo que acabamos de hacer?

Lisa se relamió los labios.

—Hace unos minutos parecías estarlo —murmuró en respuesta y ganándose una mirada fulminante por parte de Jennie.

—Esto es serio, Lisa —regañó—. No puedo vivir una vida llena de pecado por ti —sentenció firme mientras abotonaba rápidamente su camisa—. Simplemente no lo vales.

Sus palabras lograron destrozar las ilusiones que Lisa se había hecho de ambas después de lo ocurrido.

—Se supone que debía llegar virgen y pura al matrimonio —continuó reprochándole la pelicastaña—, pero tú no me lo facilitaste. Siempre pusiste frente a mí el pecado, me tentaste con tu cuerpo hasta que caí, espero que ahora estés feliz.

Lisa se mordió fuertemente su mejilla interna, intentando ocultar sus verdaderos sentimientos ante a ella.

—Estaría feliz si dejaras de escudarte detrás de todos esos comentarios hirientes —respondió entre dientes.

Lisa suspiró, tragándose sus sentimientos que le provocaban su corazón roto. Se incorporó sobre la cama sin apartar su intensa mirada de la de la chica a medio vestir frente a ella.

—Te diré esto, Jennie. Si realmente lo quieres, solo deber dejarlo ser —masculló. Unas palabras cortas y simples, pero que sin duda significaban mucho—. Pronto podrás respirar tranquila pues no tendrás que preocuparte el pecado que yo supongo para ti. Ahora lárgate, mi compañera de habitación está por llegar.

Jennie frunció el ceño sin saber realmente a que se refería Lisa.

¿Aquello significaba que se alejaría de ella?

Sacudió la cabeza, volviendo al presente.

—Como sea —comentó restándole importancia a todas sus palabras. Antes de salir de la habitación se volvió hacía ella—. Ni una palabra de esto a nadie, ¿entendido? —amenazó señalándola con el índice.

Lisa simplemente rodó los ojos, ignorándola y girándose sobre su costado para darle la espalda, sintiéndose absolutamente harta de sus constantes desplantes.

Lisa simplemente rodó los ojos, ignorándola y girándose sobre su costado para darle la espalda, sintiéndose absolutamente harta de sus constantes desplantes

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.


ESTA HISTORIA NO ME PERTENECE, CRÉDITOS DE HISTORIA ORIGINAL Y DE AUTOR JULES_RMZ.

***

Holaaa.
Espero que les guste esta historia que está muy interesante.
Recuerden votar y dejar sus comentarios.
-Ari07

LA EXTRAÑA FAVORITA - ADAPTACIÓN JENLISADonde viven las historias. Descúbrelo ahora