Capítulo 4: Chocolates.

74 6 0
                                    


Fudou canturreaba mientras molía unos granos de café en el silencio de la mañana. El día había amanecido gris, amenazante de lluvia.

"Tus ojos fluyen por mis venas y dan vida a mis sueños..."

Había escrito algunos versos para la canción que todavía no conseguía terminar, por alguna razón que no comprendía había acabado escribiendo una canción romántica. Y no era sobre café.

Oyó que las gotas de lluvia empezaban a caer fuera y se estiró, dejando el recipiente para preparar unas frutas. De repente oyó que se abría la puerta y se giró extrañado, era demasiado temprano para que llegase nadie más. Agarró el rodillo de amasar y se asomó por si se trataba de un ladrón.

Pero no era un ladrón, era Kidou que se quitaba un chubasquero y dejaba su paraguas en el paragüero sin decir todavía nada. Fudou se relajó de inmediato y volvió a entrar dejando el rodillo en su sitio.

Desde que Kidou se había quedado a dormir a su casa no se lo quitaba de la cabeza, no conseguía quitarse sus ojos rojos de su cabeza. De repente le tembló la mano y desparramó el azúcar por toda la mesa.

"Oh no" gimió mirando horrorizado el polvo blanco.

"Tranquilo, se puede limpiar. Es solo azúcar" se rió por detrás Kidou.

El castaño tragó saliva y asintió, aunque por supuesto no era eso lo que le había horrorizado. No...

Había escrito una canción de amor evocando unos ojos que acaba de darse cuenta de que pertenecían a aquella persona. No podía ser... no, debía haber un error.

El dueño de aquellos ojos se acercó con timidez a él de nuevo y al quedar suficientemente cerca le alargó dos cajitas. Fudou entornó los ojos y agarró aquellos paquetes, en seguida se dio cuenta que eran dos cajitas bellamente decoradas con el logo de la mejor marca de chocolate del país.

"¿Y esto?"

"Una es para ti y otra para tu familia" murmuró él con la voz tan baja que apenas pudo entenderse.

"¿Por qué?" preguntó estupefacto el castaño.

"Por haberme acogido el otro día."

"Oh... Bueno, vale."

Fudou salió de la cocina y guardó una de las cajas en la mochila que tenía en el vestuario, luego volvió y abrió la otra, olía a un cacao sublime y a pesar de que en la propia cafetería trabajaban con un chocolate exquisito a Fudou se le hizo la boca agua. Así que agarró uno de los bombones y se lo metió en la boca, saboreandolo con gemidos de placer que hicieron que Kidou sonriera alegremente.

"¿Te gusta?"

"Está exquisito. Pero no hacía falta, le caíste bien a mi familia no necesitas ganar más puntos."

Los labios de Kidou se abrieron y sus cejas se contrajeron en una mueca de pena.

"Deben ser las únicas personas a las que les caigo bien."

Fudou resopló y llevó una mano a la cintura.

"Venga hombre, no hace falta ser tan negativo. ¿No tienes amigos?" Kidou negó con la cabeza y Fudou suspiró "¿Y tu familia?"

Imaginó antes de preguntar que sería un tema delicado, pero no se dio cuenta de hasta qué punto hasta que la formuló en voz alta y Kidou hizo un movimiento como si hubiera recibido un chispazo, algo en su expresión hizo que el corazón de Fudou sintiera una punzada de dolor.

Con un rápido movimiento alzó la cajita de los bombones y se la puso debajo de la nariz al muchacho de gafas que alzó la mirada extrañada.

"Coge uno, yo invito."

Cafetería Teikoku [FudouxKidou]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora