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sarah
La brisa del viento acariciaba suavemente mirostro. La nieve caía por detrás de mis hombros, haciendo que me llene de esta.
El clima estaba helado, como si estuviésemos en la Antártida.
Debajo de mi larga chaqueta llevaba puesto un suéter y un jean, acompañándolos con un gorro, una bufanda, y unas botas con las que se me facilitaba el paso.
Estaba encaminándome hacia la sesión de fotos que tenía hoy. Debía llegar mínimo 3 horas antes para la preparación, y debido a eso tuve que levantarme a las cinco de la mañana.
Mis pensamientos se detuvieron al sentir un hombro chocando sobre el mío, por lo cual levanto mi vista.
— Córrete - masculló el chico. Era alto, castaño y su piel era olivácea, sus ojos hacían compañía con su cabello. Era un chico demasiado atractivo, pero lo de lindo lo tenía de malcriado.
— ¿No crees que deberías pedir permiso antes? - inquirí, rodeando los ojos.
— Deberías haberte corrido del camino - vaciló el con un tono sobrador.
Estupido.
Le regale una última mirada para seguir con mi camino.
Su acento se notaba que no era de Inglaterra, pero no podía asemejarlo con cualquier otro. La gente cada día estaba más desubicada, pero yo no podía hacer nada al respecto.
Me dirigí hacia mi destino, el cual era una gran empresa de maquillaje que me habían contratado para modelar.
Me adentre en el establecimiento para caminar hacia Gemma.
— ¿Por que esa cara? - cuestionó ella mientras la maquilladora colocaba base en su rostro.
Deje mi bolso en una de las repisas y suspire.
— Nada, un idiota presumido.
Me recosté en el sillón, aunque dos segundos después me llamaron para maquillarme.
Tome asiento al lado de mi amiga y la chica encargada de la parte de belleza comenzó a hacer su trabajo.
— ¿Sabes que hoy es la apretura de la nueva discoteca verdad? - una sonrisa adorna su rostro mientras abre lentamente su boca - ¡No me digas que te olvidaste!
Si, lo hice.
— Perdón, estaba repleta de trabajo, Donatella me pidió el otro día que vaya a Milán para hacerme unas fotos para Versace y anduve demasiado ocupada.
La Richesse se iba inaugurara esta misma noche. Era una discoteca para celebridades o gente rica que se encontraba por todo el mundo, pero ahora se mudaría aquí en Inglaterra.
— ¿Voy a tu casa o vienes a la mía? - pregunto arqueando su ceja - vendrás a la mía, pero no me hago responsable si mi hermano nos molesta - dice para levantarse y mirarse al espejo - ¿He quedado linda verdad?
Me rio por su comentario para seguir siendo maquillada.
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Con Gemma caminamos por los angostos pasillos que nos llevaban hacia el salón de fotografía. Yo iba vestida con un mono negro y Gemma con uno blanco, ambas lookeadas como el yin y el yang ya que así se llamaba la marca.
Empezamos a hacer nuestro trabajo; posábamos al frente de la cámara dejándonos llevar por las instrucciones del fotógrafo. De vez en cuando nos tomaban fotos de cara o de cuerpo completo, e íbamos a veces cambiando la vestimenta.
Luego de un rato terminamos con la sesión y fuimos a tomar nuestras cosas para irnos al centro comercial.
Nos subimos a mi auto y conducí hasta donde se encontraba la flechita del google maps.
Al llegar, fuimos a todos los locales que se les puedan ocurrir buscando lo que Gemma quería; un vestido color rosa coral sin tiras. Aunque para nuestra mala suerte, o buena, compañía demasiadas cosas más.
La espera en el probador se hizo larga, ya que mi amiga iba acumulando más y más ropa.
— ¡Listo! - exclamo ella saliendo del vestidor - ¿que opinas de este?
Negué — Definitivamente no.
Con puchero entro nuevamente.
— ¿Este? - sonrió dejando ver un pantalón de cuero lleno de brillos.
— Ya tienes uno así Gemma - mi rostro mostraba obviedad.
— Pero nunca viene mal otro, este me lo llevo igual.
— ¡MIRA ESTE! - clamó dando una vuelta en su eje.
Era un corset con detalles negros y brillos dorados en sus lados.
— Si si y si - asentí repetidas veces.
Nos encaminamos hacia la caja para pagar todo.
Esta noche iba a ser muy larga.
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