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— Ninguno de ellos lo merecía.— Finney levantó su visión del libro, fijándose en cada reacción del contrario tras sus palabras.

Él bajó la mirada, lleno de culpa.

— Yo no pude protegerlos, no sabía que mi padre les hacia eso.— Suspiró, antes de rezar esas palabras con gran pesar.— El chico, Hamada. Cuando lo oí morir, me sentí un idiota. Tenía la oportunidad de evitar eso, pero fui un cobarde.— Tomó valor, el suficiente solo para ver a los ojos al contrario.— Voy a defenderte esta vez. Lo prometo.—.

— Aún si lo hicieras, puede que ambos terminemos muertos. Y él siga matando.—.

— Entonces tenemos que detener a mi padre para siempre.— Robin siguió manteniendo ese sutil contacto visual, aunque el otro lo evadiera.— ¿Puedo contar contigo?—

— Eso debería decir yo.—

¿Cómo podría confiar en él, si de todas maneras lo ayudó?

— Mira, mañana mi padre no va a estar en casa todo el día. Él pone llave a toda salida al exterior. Yo robaré sus llaves antes de que se vaya y nos iremos de aquí. Te lo juro, no es un truco, no volveré a mentirte.—

Finney no se sentía seguro de lo que Robin decía. De hecho, nunca se sintió más inseguro que ahora.
Robin le estaba dando la oportunidad de escapar.
Una parte de él estaba lleno de esperanza, esperando que cumpla su palabra.
La otra parte ya había aceptado su destino.

— ... Espero cumplas tu promesa.— Respondió, tratando de no sonar tan emocional. No quería mostrarle la esperanza que estaba proporcionandole.

— Lo haré.—

Robin le dijo aquellas palabras, antes de que Finney volviera a sumergirse en la lectura.
El hijo del raptor lo acompañó, leyendo por mera curiosidad de saber que llamaba tanto la atención del contrario, haciendo preguntas que respondía con monosílabos.

No supo cuanto tiempo pasó, cuando levantó la mirada por la rejilla del sótano, vio que ya había oscurecido.

— Mi padre ya va a llegar. Tengo que llevarme esto.— Tomó el libro que Finney sostenía, con cuidado de no lastimarlo, así sintió sus manos.
Estaban lastimadas, de tantos intentos de escapar.
Pero no tuvo tiempo para ahondar en aquello, si no subía en ese instante le iba a ir muy mal.— Nos vemos mañana, chico.—

— Soy Finney.— Susurró, cuando el contrario ya había cerrado la puerta del sótano. Volvía a aquella soledad.
Solo atinó a resguardarse en un rincón del colchón, abrazando su cohete linterna. Deseando que aquella promesa sea cumplida.

¤ ESTØCOLMO ¤

ESTØCOLMO ♤ THE BLACK PHONEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora