La rey de los caballeros tenía una enorme herida en la parte derecha del estómago, no paraba de sangrar pero no sé quejo del dolor simplemente se quedó sentada al pie de un árbol e intento no cerrar los ojos esperando a que la herida parara un poco el sangrado, aún así parecía que su plan solo le llevaría a terminar desangrando ahí mismo.
De la nada escuchó una armadura, al parecer algún caballero se acercaba pero al verse indefensa rogó sin descanso para que no fuera un enemigo. Pero, no este hombre era rubio con un peinado hecho hacia arriba, una dorada y brillante armadura, unos ojos rojos brillantes que le miraban con...¿preocupación?.
Aquél individuo acaricio su rostro
—Tonta, hermosa y pequeña Saber...eres muy necia— los ojos de la mujer se abrieron lo más que pudieron, ese era su fin seguramente Gilgamesh la mataría para ganar una vez más, tan alejado de la realidad su pensamiento ya que el rubio la tomo en brazos y antes de caer desmayada pudo escuchar— Agradece que vine al bosque, todos allá están muertos...Y ya no pudo escuchar ni ver más, simplemente se rindió ante el dolor al sentirse en los brazos del rey de los héroes. Al despertar tiempo no medido después se encontraba en una enorme habitación bien decorada (por no decir exageradamente) que tenía unas enormes ventanas y muchos balcones y la cama tan grande que sentía que en ella podían dormir otras cuatro personas más cómodamente.
—¡Ha despertado!— escuchó una amable voz y dirigió su mirada para ver a una ¿mujer? de largos cabellos verdes y ojos de ese mismo color
—¿Dónde estoy damisela?— preguntó aún aturdida, sintió su estómago el cuál estaba vendado
—No soy una damisela majestad, soy el mejor amigo de Gilgamesh, el cuál estará muy feliz, lamento que no esté aquí ha tenido muchas ocupaciones como rey si es que me entiende— se impresionó tanto con cada palabra que no respondió, simplemente intento reincorporarse lo cuál le dolió.—Con más cuidado majestad, aún debe descansar, espere que ya le traen algo seguro muere de hambre— suspiró, ahí estaba el gran rey de los caballeros sin poder moverse...volvió a acostarse y después de unos momentos se encontraba rodeada de sirvientes, algunos le acomodaban las almohadas, otras le cambiaban las vendas mientras que otros más sostenían los utensilios y charolas con su comida mientras otros la alimentaban, no se quejo a final de cuentas no podía moverse y siempre trato de agradecer a cada uno.
Después de ser muy bien atendida, se encontraba recostada mirando hacia dónde el balcón, moría de ganas por asomarse y ver en dónde estaba, pero no iba a hacerse la fuerte en ese momento. De la nada escuchó mucho escándalo a fuera y tras unos segundos la puerta se abrió de golpe, un rubio con el cabello peinado hacia abajo que traía unos pantalones de bombacho junto con un extraño calzado como de un árabe que portaba unos aretes dorados con piedras moradas, oro aquí y allá con casi nada cubriendo su torso muy bien trabajado entró corriendo y arrodillándose al pie de la cama.
—Saber, despertaste que alegría— exclamó tomando su mano y dando un suave beso en ella
—¿Gilgamesh?— aún no creía que aquél arrogante tipo con peinado de loco era aquél amable y bien parecido rey
—¿Quién más Saber?— posteriormente Enkidu entró en la habitación con otra charola con comida, al ver esto el rey arqueo la ceja— ¿Y toda la servidumbre amigo?— preguntó extrañado
—A su majestad, no le gusta mucha servidumbre Gilgamesh, la vi hace rato y parecia nerviosa al ver a todos aquí dentro así que solo traje su comida y yo mismo la alimentare
—Oh querida Saber, debiste decirlo— de inmediato acomodó las almohadas para poner a la rubia en una posición que le permitiera comer.La oji-verde aún no procesaba nada bien, pero supuso que debía hablar con su salvador.
—Es una habitación enorme rey de los héroes— dijo abriendo la conversación
—Es mía, pero ahora es tuya nadie puede sacarte de aquí— mencionó el rubio mientras le daba la primer cucharada de sopa, ella la aceptó y comenzó a comer, acabado su bocado siguió otro y otro, no le permitieron hablar hasta que se hubiera acabado la última cucharada del postre.Una agradable comida más tarde, el rubio le pidió a su amigo un momento a solas, el salió dándo una sonrisa a Saber.
—¿Murieron todos?— preguntó la rubia
—Si Saber, todos ¿por qué se desató ese pleito? dime quién se atrevió a dañar al rey de los caballeros para revivirlo y matarlo nuevamente
—Eran un grupo de mis hombres, nunca se habían visto contentos con que una mujer fuese su líder así que se revelaron, sin querer atacaron a los soldados acampanado ahí, que supongo eran tuyos y cuando llegué era algo tan confuso que no sabías a quien atacar, así que empecé a solo defenderne y de repente una espada hizo un enorme corte en mi estómago, use a excalibur y ya no supe más, sin energia ni nada me metí al bosque y fue cuando me encontraste, ahora quiero tu versión.El rubio se sentó derecho en la silla en la que estaba y lo pensó unos momentos
—Acampamos y me pareció buena idea ir con Enkidu a dar un paseo de expedición, nos aventuramos ambos para conocer el lugar cuándo a mitad de este un soldado dijo que tus hombres nos estaban atacando, no lo creí y cómo estábamos muy lejos del campamento no me apresure tanto a llegar pensando que solo era una broma de mal chiste, de repente llegué y aún quedaban hombres vivos, no eran caballeros pero estaban ahí terminando de matar a todos los que estaban heridos así que acabe con ellos, trate de buscar algún sobreviviente y Enkidu comenzó a buscar a nuestros caballeros...no quedó ninguno. Me adentre en el bosque buscando a mis hombres y ahí estabas mi quería Saber.Ambos se miraron, no se transmitía nada, solo se miraban porque si.
—Gracias por salvarme
—Saber, yo te salvaría mil veces si puedo, en todas las veces en las que pueda yo te salvaré mi muy tonta y hermosa Saber— al ver las intenciones de su salvador Saber rodó los ojos.—No te amo, pero voy a darte la oportunidad de acercarte porque pude darme cuenta de lo amigable que creo que puedes ser...— el rubio soltó una carcajada
—No vas a aceptar fácil ¿no?
—No cedí a la muerte aunque me desangraba ¿ceder a ti solo por salvarme?— sonrió un poco y después sintió un abrazo.—Saber, se verdad que eres imposible— la nombrada solo sonrió
—Y tú un necio, suéltame.Okay, este me gustó mucho tal vez haga segunda parte