Su sombra inquieta se engrandecía cada vez que pasaba junto al fuego de una de las antorchas de las paredes de piedra. Sus zapatos altos chocaban contra.el piso de azulejos blancos y negros. Isabella se dirigía a su habitación lo más rápido que podía . Se había alejado tanto del baile que al pasar al lado de una de las ventanas del corredor, ya no podía escuchar rastros de la música.
Al llegar a su puerta vio que no había nadie custodiándola. Todos los guardias estaban en las entradas del palacio o en el gran salón, protegiendo a los invitados. Tomó el picaporte metálico con dureza.
Abrió la puerta y por un instante se quedó inmóvil al observar que no había nadie dentro.
—¿Estás aquí...?—Murmuró.
Silencio. Cerró la puerta con seguro y lanzó una mirada rápida por toda su recámara. Su baúl. Tenía un libro encima, uno que jamás había visto. Rápidamente, tiró el libro, lo abrió y empezó a vaciar todo su interior, hasta encontrar lo único que no le pertenecía.
—Más vale que esto funcione...
Se quitó el vestido violeta y lo dejó en el suelo. Su madre había decidido ese atuendo para ella "Serás la estrella de la noche", le había asegurado. Sin duda, era un vestido hermoso con pliegues en la falda ancha. Combinaba perfectamente con la máscara dorada en su rostro. Durante el baile varias personas le habían dicho lo hermosa que se veía con ese color... Claro, porque todos la habían reconocido. Esa máscara era bella, pero no ocultaba su rostro en lo absoluto.
Se puso el vestido verde oscuro y se miró en el espejo de su tocador. Era mucho más ligero y discreto que el suyo.
—Esto servirá. Ahora, la máscara, ¿dónde...?
Isabella se acercó al tocador. La noche era fría y pudo observar la pluma negra sobre su caja de música. La abrió y encontró una rosa negra.
—¿Aún en estos momentos?—Sonrío.
La tomó con prisa y se encajó una espina.
—¡Auch!—La pequeña gota roja apareció a la vez que comenzaba el suave tintineo de la melodía de la caja metálica.
Se llevó el dedo al labio. Debajo de la flor había una máscara y una nota. "Te veré en el baile. No me busques, yo iré hacia ti", leyó.
Rompió la nota en pedazos tan pequeños de manera que fuera imposible descifrar el mensaje. Tomó la máscara y se dio cuenta que era más grande que la suya. Se la puso y vio en su reflejo que esta máscara tapaba toda la parte superior de su rostro. Tenía hermosos patrones verdes al lado de los agujeros de los ojos. Se ajustó bien el listón debajo de su cabello café ondulado y salió a toda prisa de la habitación.
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La noche del cuervo
RomanceIsabella se acercó a su tocador. La noche era fría y pudo observar la pluma negra sobre su caja de música. La abrió y encontró una rosa negra. -¿Aún en estos momentos?-Sonrío. La tomó con prisa y se encajó una espina. -¡Auch!-La pequeña gota roja...