Epilogo

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Aquella romántica noche de reconciliación, marcó un precedente en sus vidas, pues expresaron sus sentimientos, reconociendo que su felicidad la encontraban juntos. No obstante, por motivos de fuerza mayor; al día siguiente, Tatsumaki partió hacia su misión para atrapar a Otento, mientras que Saitama se quedó en la ciudad para resguardarla de algún peligro.

Aunque se iban a separar, estaban tranquilos porque sabían que volverían a verse, pues juntos lograron que la depresión y soledad que los había agobiado tiempo atrás quedara solo como un recuerdo de un mal tiempo. y así, continuaron dando un sentido y un rumbo a su futuro.

Al pasar el tiempo, enfrentaron varias peleas, villanos y demás amenazas; no obstante, lograron mantener su relación a flote, y a pesar de las complicaciones de la vida, consiguieron madurar; aprendiendo a poner el amor y la responsabilidad como pilares de su vida, y de esta manera formaron su propia familia.

Cierta mañana, se puede observar a un Saitama más maduro, tendido en su futón con los brazos abiertos, mal arropado con su cobertor, y con restos de saliva en la comisura de sus labios...si, estaba profundamente dormido. a pesar, de ser el hombre más fuerte; seguía sin ser famoso, o querido, pues si bien aún no tenía un grupo de fans, al menos era respetado, y ya no recibía cartas de odio. A fin de cuentas, la vida iba bien.

Con los años el gobierno reorganizó las leyes sobre héroes, permitiéndoles establecer sus propias agencias -reguladas por el estado-. Y así junto a Tatsumaki, Genos y otros héroes; tenían su propia agencia.

Pero lo que lo tenía exhausto no era el trabajo de héroe, sino...la paternidad...

Afortunadamente, dos de sus hijos eran relativamente más tranquilos, el problema era su hija. Aunque su hijo mayor, sí fue toda una lucha, ya que era el primogénito; fue más llevadero comparado a lo que vive ahora con sus gemelos, en especial con la mencionada hija.

Mientras continuaba durmiendo, la puerta de su habitación se abrió de golpe, levantándolo del susto, fue allí que vió entrar, flotando y llorando rodeada de un aura color celeste, a su pequeña bebé de 1 año, Arashi. Rápidamente se puso de pie, y la abrazó, entre sollozos la niña se fue calmando. Caminó hasta el cuarto de los gemelos, lamentándose por el llanto de su otro hijo, Shigeo, que tenía todos sus juguetes volando y chocando por toda la habitación.

— ya, ya shigeo...sh,sh...ya llegué...— decía mientras palmeaba la cabeza del niño.

— papa! papa! — decía el niño, pidiendo también ser cargado. Saitama lo tomó con su otro brazo libre, y caminó con ellos hasta la cocina, donde los sentó en sus sillitas. Cogió los biberones ya preparados y se los dió. Luego, se sentó con ellos en la sala, a la vez que les ponía un programa infantil para entretenerlos. Agradeció mentalmente que Tatsumaki, ya los había dejado cambiados de ropa.

Cuando estuvieron relajados los bebés, Él se levantó a ver sus papillas. al regresar ,Arashi, con sus poderes le lanzó su biberón a la cara, e iba a llorar porque él se había ido. Está demás decir que aquella niña, tenía tan mal caracter como su madre; y era muy parecida a ella, con sus ojos color esmeralda y sus ondulados cabellos, excepto que este ultimo, era de color negro como el que alguna vez poseyó Saitama. Shigeo, era tan tranquilo como Saitama, tenía los mismos rasgos, y el color de cabello negro; salvo que este era completamente lacio, parecido al de de su tía Fubuki.

Justo en ese momento, entró Genos.

— Sensei!! buenos días...oh...sensei, necesita ayuda?... —

— si, por favor...solo dale la papilla a shigeo...yo me encargo de arashi, no quiero que vuelva a arrancarte los brazos —

Para sanar, tuve que recordarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora