𝐀𝐝𝐢𝐨𝐬

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Se quedó allí.

No estaba seguro de cuánto tiempo después de que ella se fuera, pero se quedó allí pensando. Su mente divagó y se preguntó por qué no podía dejar de verla.

Era como si quisiera saber cada pequeño detalle sobre ella. Lo que la puso triste, lo que la hizo feliz, lo que la hizo dar esa hermosa sonrisa que hizo que sus ojos brillaran de felicidad.

Se sentía pícaro porque en el fondo sabía a lo que conducía esto y por mucho que quisiera negarlo, franco sabía que nunca sería capaz de llevar a cabo el plan de su hermano.

Franco no podía seguir pensando en eso, así que salió del jardín y volvió a la vista de trabajo.

"Franco, ¿dónde diablos estás?", gritó Oscar.

"No sabía que ustedes estaban de regreso" se defendió Franco, evitando las preguntas enojadas de su hermano.

"Así que decides salir corriendo para ir a hacer Dios sabe qué", continuó Oscar antes de que Juan interviniera. "¿Pueden los dos si dejan de pelear?"

Franco se quedó callado, solo dejó que su mente divagara de nuevo al jardín y la conversación que había tenido con Sara.

Esa noche, franco volvió a acostarse en su cama sintiéndose más culpable que nunca.

Desde el día que había entrado a esa hacienda no había podido ir al bar. Sabía que si lo hacía, Rosario sabría que algo andaba mal y la verdad era que, por mucho que intentara mentirse a sí mismo, no tenía ganas de ir a verla.

Pero se sentía mal y quería saber qué hacer, así que se levantó de la cama, se vistió y caminó por el pueblo.

Sabía que ya era tarde y que el bar estaba cerrado, así que fue a su apartamento. Sabía que estaba enfadada con él cuando abrió la puerta.

"¿Podemos hablar?" le preguntó mientras ella se apartaba para dejarlo entrar.

"Hace cuánto que no vienes y ahora decides venir, qué diablos te pasa" gritó Rosary, paseándose de un lado a otro.

"Mira, realmente lo siento, pero creo que debemos tomarnos un tiempo", comenzó Franco antes de que ella lo interrumpiera.

"Espera, mira, no sé qué te pasa, pero ¿podemos descansar esta noche y hablar de esto mañana? -Rosario divagó, en el fondo sabía lo que él quería decir.

Sin decir una palabra más, Franco se acostó y se quedó dormido incómodamente. Estaban en la misma cama y, sin embargo, él estaba lo más lejos posible de ella.

No estaba tratando de ser insensible, pero ¿cómo podía fingir que no planeaba terminar con ella a la mañana siguiente?

Pasaron las horas y mientras se sumía en un sueño más profundo, su mente lo traicionó.

"Sara" susurró, imágenes de ellos juntos destellaron en su mente. Estaban en esa cabaña de nuevo, pero esta vez en el interior. Su cuerpo estaba presionado frente al de él mientras él depositaba suaves besos en su clavícula. "Sara" repitió, esta vez un poco más fuerte, su sueño se estaba volviendo más vívido cuando de repente sintió un fuerte golpe en el brazo.

Franco se levantó de un salto, su mente aún nublada y sin saber por qué Rosario le gritaba en la cara. "¿QUÉ DEMONIOS TE PASA?" gritó "¿QUIÉN DEMONIOS ES SARA" divagó.

"¿De qué estás hablando?" respondió Franco, todavía sorprendido por la forma en que lo había despertado.

"¡Estás bromeando! Gimes el nombre de otra mujer mientras duermes y ni siquiera tienes la decencia de admitirlo"

"Rosario, literalmente me acabo de despertar y me golpeas, ¿cómo diablos se supone que voy a hacerlo?", Habló antes de detenerse al darse cuenta de lo que estaba hablando. Su sueño volvió lentamente a él y se quedó allí sin palabras.

"Rosario yo-"¡Tú qué! Franco" interrumpió "

¿Es de eso de lo que querías hablar?" Preguntó "Por eso querías tomarnos un tiempo no! porque estás interesado en otra"

"Lo siento" respondió Franco "Nunca quise lastimarte-"Fuera" dijo ella, viendo como él recogía sus cosas y se iba. Su orgullo estaba herido pero un día, él iba a pagar por la humillación que acababa de causarle.

Después de ese mal rato, Franco volvió a su casa y volvió a su cama.

Se sentía mal por lo que le había hecho a Rosario pero sí creía que era mejor romper su relación antes de que las cosas se complicaran más.

Por esa razón, durmió plácidamente esa noche. Su mente volvió a la deriva a un lugar más feliz en ese jardín hablando con Sara mientras su conexión se hacía más fuerte.

A la mañana siguiente se despertó antes que sus hermanos y se duchó, con cuidado de no despertarlos, se dirigió a la cocina donde Quintina estaba preparando el desayuno.

"Don Franquito" ella cuestiono "que haces levantado tan temprano"

"Solo quería comenzar mi día" respondió Franco, sentándose a la mesa.

"¿Te apetece una taza de cafesito?" preguntó Quintina, ya sirviendo la taza.

Franco sonrió ante su acción, esta mujer realmente era otra cosa. "Gracias Quintina"

"Don Franquito...puedo hacerle una pregunta"

"Por supuesto"

"Has estado un poco fuera de lugar últimamente, ¿hay alguna razón?"

"No hay razón, como dije, solo tengo mucho en que pensar"

"Líos de amores" espetó Quintina pero antes de que Franco pudiera responder, escucharon una puerta abrirse.

"Franco, ¿has visto mi camisa verde?", escuchó gritar a Oscar. Sin otra palabra, Franco susurro "más tarde" a Quintina antes de regresar a su habitación.

𝐔𝐧 𝐬𝐢𝐦𝐩𝐥𝐞 𝐩𝐞𝐨𝐧Donde viven las historias. Descúbrelo ahora