Camino del agua ➪Aonung

=Capítulo 39=

Sentada en mi cabaña, golpeé suavemente a Toru mientras descansaba contra mi pecho balanceándose de lado a lado.

"Solo deja de sangrar, maldito bastardo", resoplé azotándome la nariz una vez más con un trapo. Mirando hacia abajo, sonreí suavemente al ver a Toru profundamente dormido.

"Nin. ¿Puedo ir a jugar con mis amigos?" Tuk preguntó tirando de mi mano.

"Está bien. Vuelve antes del eclipse", dije. Ella asintió con una sonrisa antes de salir corriendo. Ante el sonido, Toru comenzó a inquietarse un poco.

"Shh", susurré antes de comenzar a tararear la cuerda de mi canción. Vi a Tuk correr hacia sus amigos sin poder evitar la cálida sonrisa. Tuk encaja bien con los demás. No se enfrentó a la misma vacilación con la que tuvimos que lidiar cuando llegamos por primera vez.

Con la canción, Toru levantó la cabeza para mirarme con curiosidad. Su pequeña mano de cinco dedos se alzó suavemente tirando de uno de mis bairds. Al sentarme, me reí entre dientes cuando me dio una brillante sonrisa con dientes. Toru se parecía a Lo'ak y su padre. Todas las características de Avatar.

****

"Hey Aonung, Nin, ¿puedo compartir algo de comida con mis amigos?" Tuk se apresuró a entrar en la cabaña para saludar a Aonung que estaba de pie a un lado. Cuatro de sus amigos la siguieron. Sonriendo brevemente a Aonung a modo de saludo, me volví hacia Tuk.

"Está bien. Pero ten cuidado. Todavía hace calor", dije a los niños antes de sentarme. Sosteniendo a Toru en un brazo serví el resto de la comida. Aonung caminó alrededor de los niños que venían a sentarse a mi lado.

"¿Queda comida para mí?" su pregunta fue respondida con una porción de comida colocada en su mano seguida de un suave beso en los labios.

"Bienvenido a casa", le dije. Me devolvió la sonrisa moviéndose para presionarse contra mi costado con una mano envuelta alrededor de mi cintura y su pulgar rozando la piel mientras comía.

"Deberías haberlo visto, Nin. Era tan grande como un bote", sonreí al escuchar la historia que los niños estaban contando.

"¿De verdad?" Yo pregunté. Me bañé en la atmósfera feliz. Un cambio necesario de lo que había sucedido antes. Una choza llena de niños. Mi marido a mi lado. Me recordó a mi propia infancia. Una buena infancia que esperaba dar a mis propios hijos algún día.

"Nin", me detuve brevemente para mirar a Aonung, quien tenía una mirada preocupada mientras tomaba mi rostro con las manos y absorbía la sangre que goteaba de mis labios.

"Ah, mierda," susurré.

"Sylwanin", suspiró.

"Estoy bien. Lo'ak no es tan pequeño como solía ser", me reí entre dientes.

"¿Lo'ak hizo esto?" preguntó enfadado.

"No te enfades. Se enteró de lo de Quaritch", le expliqué.

"Aún así", resopló agarrando un paño para quitar suavemente la sangre. Sonreí acariciando su mejilla.

"Estoy bien, de verdad", le dije.

****

El día pasó y cuando llegó la noche, metí a Tuk en la cama y coloqué a Toru en una pequeña hamaca. De pie junto a él, lo mecí suavemente.

"Escuché lo que sucedió", dijo Aonung, parándose detrás de mí y deslizando un brazo alrededor de mi cintura para descansar sobre mi estómago. Su cabeza se inclinó para depositar un beso en mi hombro mientras se apretaba contra mí.

"Se ha abierto una grieta en mi familia Aonung. Y es profunda", susurré.

"¿Estás bien?" preguntó suavemente.

"No lo sé," susurré. Parpadeó en un ligero shock. La respuesta a esa pregunta siempre había sido "estoy bien". Así que le preocupaba. Dándome la vuelta, presionó nuestras frentes entre sí. Algo que aprendí significó más para él que un beso.

"Estoy aquí para ti", murmuró. Sonreí extendiendo la mano para sostener su mejilla.

"Lo sé," susurré. Al escuchar a Toru quejarse, rápidamente me di la vuelta colocando mi mano sobre su pequeño pecho para calmarlo. Y al instante se instaló.

"Serás una gran madre", susurró Aonung. Yo no era de las que se enorgullecen. Sin embargo, cuando Aonung dijo eso, no pude evitar dejar que ese orgullo brillara.

"Y serás un gran padre", agregué girándome para sonreírle.

"¿Cuántos hijos tendremos?" preguntó.

"No lo sé. ¿Diez?" Sugerí ganándome una risita de él.

"Diez, ¿un número tan pequeño?" preguntó en broma.

"Bueno, uno no servirá. Necesitan tener un hermano. Y dos, bueno, esa es solo una receta para el desastre. Tres es el mínimo", dije notando que Aonung no estaba escuchando una palabra de lo que estaba diciendo. Estaba mirándome soñadoramente con su mano entrelazada detrás de mí para atraerme hacia él.

"¿Y tú? ¿Cuántos hijos quieres?" Pregunté estirando la mano para tirar suavemente de la trenza que había tejido en su cabello.

"Tener un hijo es doloroso para una mujer. Seré feliz con cualquier cantidad. Incluso si esa cantidad es Cero", dijo honestamente.

"¿Y si tuviéramos un hijo, cómo lo llamaríamos?" Pregunté con una sonrisa contenta.

"No lo sé. Tengo que conocerlo primero. Cuando lo vea. Entonces sabré cuál es su nombre", dijo simplemente.

"¿Será un niño o una niña?" Yo pregunté.

"No soy quisquilloso. Sea lo que sea que Eywa decidiera bendecirnos. Me encantaría de cualquier manera. Pero", se inclinó para susurrarme al oído. "Me gustaría una niña. Una niña que se vea tan hermosa como su madre", afirmó. Me reí entre dientes.

"Mis preocupaciones se han ido", susurré mientras descansaba su barbilla sobre mi cabeza.

"Todo es parte del plan", se jactó.

"Sí, claro", dije golpeando suavemente su estómago. Él se rió.

"Sin embargo, es una pena. Tendré que mantener mis manos quietas esta noche", dijo.

"Oh, ¿cómo vas a sobrevivir?" Pregunté burlonamente caminando hacia la cama. Aonung se rió entre dientes sacudiendo la cabeza y mirándome alejarme.

"No creo que lo haga", resopló moviéndose a mi lado.

Acurrucándome en su abrazo coloco mi cabeza sobre su pecho dejando que los latidos rítmicos de su corazón me arrullen para dormir.

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