Prólogo

76 10 0
                                    

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.





No se puede negar que entre los donceles y damitas de Londres se está extendiendo una auténtica epidemia; una trágica realidad que pinta un desolador panorama. Nos referimos, por supuesto, a  la  soltería.¡Hay  tantos jovenes solteros  en  nuestra  maravillosa  ciudad  que  no  pueden disfrutar del deslumbrante brillo del matrimonio! ¡Tantos que solo esperan la oportunidad de florecer! Pues bien, estimados lectores, en interés del bien público hemos redactado una lista de soluciones  contrastadas  que simplificarán  la ardua tarea de encontrar marido.Presentamos, humildemente, Lecciones para dar caza a un lord.»

Perlas y Pellizas, junio de 1823




Townsend Park. Dunscroft, Yorkshire

Lordy Sungmin Nielle Townsend estaba en la humilde salita de visitas del único hogar que conocía, esperando a que se apaciguara el rugido en sus oídos. Miró con los ojos entrecerrados al pálido y flaco hombrecillo que tenía delante.

—Así que le ha enviado mi padre.

—Exacto.

—¿Le  importaría   repetirme  la  última  parte?  —Aunque  no  tenía  ninguna  duda  de  que  había comprendido perfectamente las palabras de su inoportuna visita.

El hombre sonrió, mostrándole de nuevo aquella expresión vacía y poco atractiva. A Sungmin se le hizo un nudo el estómago.

—Vamos a casarnos —aseguró el individuo arrastrando las sílabas, que flotaron en el aire haciendo que la estancia pareciera, de repente, demasiado pequeña.

—Y debo imaginar que se está refiriendo a usted y a mí.

—Sí, usted y yo. Vamos a casarnos.

Sungmin negó con la cabeza.

—Lo siento, señor…

El hombre lo miró, mostrándose claramente contrariado al darse cuenta de que él no le había prestado atención cuando se presentó.

—Asperton. Lionel Asperton.

Sungmin tomó nota mental para recordar tan aciago nombre. En ese momento, debía centrarse en el hombre que, por cierto, no parecía muy listo. Por supuesto, sabía desde hacía mucho tiempo que los conocidos de su padre rara vez poseían demasiado intelecto.

—¿Qué quiere decir al afirmar que hemos de casarnos, señor Asperton?

—Que lo he ganado.

Sungmin cerró los ojos intentando con todas sus fuerzas mantener la serenidad, procurando ocultar la cólera y el dolor que le causaban esas palabras, pero le resultó imposible. Sostuvo la pálida mirada otra vez.

—Así que me ha ganado.

Él ni siquiera tuvo la discreción de fingir vergüenza.

—Sí. Su padre lo apostó.

📖DIEZ LECCIONES |KyuMin.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora