-¿Hola? Si alguien puede escucharme, mi nombre es Katherine Miller, me encuentro es un pequeño pueblo destruido situado al Oeste de Estados Unidos, si alguien puede escucharme por favor denmen una señal.

Llevaba días intentando que alguien de una señal de vida pero era inútil, me estaba dando por vencida.

Decidí caminar por una de las calles para tomar aire.

Entré a un negocio que nunca había visto.

Estaba intacto.

Osea si había escombros pero había mucha mercadería.

Empecé a fijarme en la fecha de vencimiento de las ensaladas enlatadas, muchas estaban caducadas pero otras no. Desde pequeña sabía que habían productos que tenían más de cuatro años antes de que se vencieran.

-4 de febrero del 2027- Dije con incredulidad al leer el envoltorio.

Lo saqué rápidamente y me lo metí a la boca.

Joder, era el mismísimo paraíso. Había olvidado como se sentía, no comía uno en años.

Me metí lo que quedaba de chocolate a la boca saboreando lo más que podía y metí los otros chocolate a mi mochila. Encontré varias botellas de agua y aunque sabía que ya estaban abombadas las metí igual.

Agua abombada o no ahora es agua normal. Ya había olvidado como se sentía el agua potable y fresca.

Fuí a la casa donde me estaba quedando, más bién era lo que quedaba de una casa, una de las habitaciones ya no tenía techo y había grietas en las paredes de toda la casa. Pero era la casa que estaba en mejores condiciones.

Se estaba haciendo ya de noche, estaba sentada con una pistola que encontré para defenderme, en un rincón de la casa en caso de alguien entrara.

Me estaba durmiendo cuando escuché que algo, o más bien alguien derribaba la puerta de dicha casa. Rápidamente me paré y apunté con el arma a la persona que ocasionó eso.

-¡Suelta el arma ahora! - Dijo un soldado frente mío.

-No si tu no la sueltas primero- dije con enojo.

- Cállate y baja la maldita arma ahora.

Una chica vestida igual que su compañero apareció por detrás, lo que me pareció extraño era que no llevaban uniforme negro como los que ví siempre, si no que estos eran azules claros.

-Sueltala o te decoro la frente con un lindo agujero- dijo el soldado con impotencia.

- Dios Tom, baja el arma ahora ¿No ves que es una sobreviviente? ¿No sabes diferenciar a un sobreviviente con uno de ellos? Te falta calle hermano- Dijo la chica. Yo seguía sin bajar el arma. Los dos tenían rasgos parecidos.

-¿Pero y si es una de ellos pero sin uniforme?

-Su brazo Tomas, el tatuaje- Fruncí el seño ¿ A que se refería con el tatuaje?

- ¿Como que tat...

No pude terminar la frase porque ya me encontraba en el suelo con el tal Tom ensima mío apuntándome en la cabeza con un arma.

Genial, lo que me faltaba.

-Si vas a matar...

-¡Que te calles mierda! - Gritó.

El soldado empezó a descubrirme el brazo derecho, no entendía porque lo hacía pero empecé a forcejear para que no me tocara.

De repente ya no lo tenía ensima- No tiene nada- Dijo con incredulidad.

Ciudades En LlamasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora