Luego del viaje a la playa las cosas no habían ido bien para Celeste. La foto de su novio comiendo helados con una desconocida le había sacado de quicio, eso sumado al fracaso con el otro chico con el que se había enredado que había resultado ser un patán, un idiota. En casa su madre le había reñido por la hora a la que llegó por lo que decidió excluirla de la cena, se había acostado con hambre y un poco despechada.
Las cosas en el trabajo estaban raras pues la encargada con la que trabajaba a veces parecía estar de mal humor y la pagaba con los de la tienda, les reñía por cosas que en otros días se reía con ellos. El pasar del día se estaba haciendo largo y se hizo más largo aún cuando por fin vio a su novio y pelearon por lo de la foto con la chica. A Alejandro le habían pasado una foto que un tal Felix había subido a un estado de WhatsApp en la que le estaba untando protector a una mujer los glúteos, unas nalgas parecidas a las de Celeste y con un traje de baño semejante al de Celeste. Cuando Alejandro le preguntó, ella había asegurado que esa no era ella y que ella y sus primas se parecían mucho; en complexión, color de piel e incluso en el tamaño y formas de la cola. Y que no olvidara que ella iba de compras con ellas y que a veces compraban prendas parecidas o las mismas.
La verdad había sido que Celeste en la playa había estado tomando de manera cuantiosa confiada en que estaba con gente de confianza. Felix que no era un tipo muy simpático, pero con un cuerpo de portada de revista deportiva había estado muy atento con ella. Él le había puesto protector en la espalda y un poco más abajo, ella no contaba con que el idiota le estuviese tomando foto o grabando. Olvido esa manía de los hombres de alardear de sus conquistas.
Al rato de estar conversando en la arena, decidieron sumergirse en el mar donde estuvieron besándose, tras una falsa sensación de privacidad pues el agua les llegaba a un poco más arriba de la cintura; ella le había envuelto la cadera a Felix con sus piernas, él la sujetaba por el trasero aprovechando la sensación de ingravidez que hay en el agua. Ella le detuvo cuando éste le intentó mover el traje de baño, ella sabía lo excitado que estaba pues lo sentía muy duro y muy apretado contra su cuerpo; ella por su parte estaba excitada pero una cosa era eso y otra cosa era que él pretendiera que la iba a poseer ahí delante de todo el mundo. A pesar de todo, ella dolo quería pasarla bien y también tenía novio.
Sintiéndose un poco culpable en la orilla de la playa, sentada en una silla de tela debajo de una sombrilla decidió mirar el teléfono después del "parao" que le tuvo que dar a Felix, quien ya no mostraba tanto interés en ella, y de hecho se había puesto un poco osco en sus respuestas y su actitud, no tardó mucho en irse a pasear con una chica que conoció un ratito después de haber estado con ella. Eso la hizo sentir estúpida y extrañó a su novio, necesitaba consuelo y un poco de reafirmación que la hicieran sentir hermosa de nuevo.
Tomó el teléfono para decírselo cuando el icono de estado nuevo en el contacto de su novio llamó su atención. Abrió el estado y vio la foto de Alejandro con una gordita simpática con la que comía helados. Sintió mucha ira, por qué los hombres tenían que ser tan perros siempre. Ella había hecho cosas en la playa, es verdad, pero siempre tuvo claro hasta cual punto llegaría; en cambio Alejandro seguramente ya se debía estar acostando con la gordita esa.
Pasaron dos días desde la salida de la playa y la discusión y no había vuelto a hablar con su novio. Acaso ¿Aquel imbécil no pensaba buscarla para arreglar las cosas, para pedirle perdón? Ella no creía estar enamorada de Alejandro, no era un tipo cuyo físico le atrajera demasiado, sin embargo, Alejandro tampoco era tan feo, era un tipo inteligente y la trataba bien. Ella lo quería y mientras fueran novios él era de ella y punto. No estaba dispuesta a compartirlo con nadie. Ni gorda, ni flaca, ni alta, ni baja, no joven, ni vieja, ni rica, ni pobre, ni blanca, ni morena, ni con ninguna zorra.
Alejandro había pasado un par de veces frente a la tienda donde ella trabajaba, ella se había asegurado de vestirse con una "pinta asesina". Él le había mirado solo de reojo y había seguido su camino. Por momentos llegó a pensar que quizás se hubiese enterado de todo lo que pasó. En esos momentos le daban ganas de buscarlo y presentarle alguna excusa acerca de lo que había hecho, pues si bien es cierto que no moriría por romper con Alejandro también es cierto que le dolería que fuese él quien la dejara. Por otro lado, lo quería y no quería perder a una gran persona como él, al menos no por ahora.
Se decidió que jugaría la carta de la ofendida. Esta vez, Alejandro iba claramente en dirección a dónde ella estaba, a hablar con ella. Ella se hizo la desentendida y comenzó a ordenar unas cosas de la tienda, trato de colocarlas en un estante alto lo que la obligaba a ponerse de puntillas y aquello levantaba muy bien su firme trasero, era algo que ya le habían dicho miles de veces y de lo que ella se sentía orgullosa. Usaría aquello como una forma de suavizar el ánimo de su novio pero igual se la pondría difícil para que ella le otorgara su perdón.
—Hola. Le dijo Alejandro por la espalda de manera escueta. —Hola —. respondió ella sin voltear a mirar, sintiendo una sensación entre satisfacción, alivio y molestia al mismo tiempo. —¿Cómo has estado? — Preguntó Alejandro en un tono neutro. Ella volteó lo miró a los ojos por un segundo, luego bajo la mirada por otro segundo y se dirigió a otra parte de la tienda mientras respondía. —Bien, estoy bien. —Chévere. Fue lo único que respondió Alejandro antes de darse la vuelta e irse. Celeste se quedó pasmada al verlo alejarse, la sonrisita idiota de Paula su compañera de trabajo le lastimó el ego, sintió una ira profunda.
Creo que está vez si ya esto llegó a dónde tenía que llegar. Sintió una gran tristeza y le dieron ganas de llorar. Se reto a sí misma por ser tan tonta, por pensar en llorar por un hombre al que no amaba. O sería que si lo amaba y no lo quería reconocer. Trajo a su memoria el recuerdo de Felix y su cuerpo esbelto y sensual, lo comparo mentalmente con Alejandro y como lo viera, Felix era mejor partido en cuanto a lo físico, pero Alejandro era un hombre extraordinario. Ella no le pertenecía a nadie, pero Alejandro era de ella hasta que ella quisiera. La voz de Paula con tono idiota preguntándole que si aquel que había venido a la tienda no era Alejandro por como se había ido sin decirle mucho. Celeste sintió unas ganas terribles de cruzarle la cara con una bofetada o un puñetazo bien dirigido al tabique, pero en vez de eso sonrió con hipocresía y solo dijo entre risas que estaba bravo que ella no sabía que bicho le había picado.
Alejandro por su parte pensó que Celeste sería más razonable y llegarían a un acuerdo fácil pues Arabia era solo una amiga y solo comieron helado y conversaron. Por otra parte, ya él estaba en paz con la salida de ella, ni él ni nadie tenían derecho a decirle a Celeste qué hacer y con quién salir. Además, no tenía indicios de nada, más allá de una foto que podía ser cualquiera. Aun así, esa actitud le pareció absurda y fue más de lo que él estaba dispuesto a aceptar en aquel momento.
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Cobardía
RomanceCuando se escribe se deja parte del alma en lo que plasmamos y abrimos puertas y ventanas en nuestro ser por donde se puede colar (queramos o no) nuestros más íntimos pensamientos, secretos o deseos. Escribir no es fácil y no me refiero solo al arte...