Capítulo VII: Samantha, Alejandro y Arabia.

2 1 0
                                    


Al despuntar el alba arrojando luz y calor a través de la ventana, iluminando el rostro de Alejandro que reposaba recostado en cama pensando en las cosas que estaban sucediendo en su vida. Las cosas con Celeste seguían mal, Samantha seguía haciéndole sentir un torbellino de sensaciones que no era capaz de definir ni siquiera para sí mismo. Por otro lado, había estado conversando con Arabia un montón y había descubierto lo inteligente y agradable que era. Arabía le había invitado a su casa, el domingo que tenía libre. Celeste le había dicho que pasara por la tienda porque quería que charlaran acerca de todo lo que había venido sucediéndoles. Samantha simplemente se dedicaba a existir, a respirar, a caminar, a hablar, a reír; y con cada cosa que hacía le resultaba a Alejandro cada vez más insoportablemente deseable.

¿Qué era aquello que esa mujer le hacía sentir? Pocas veces Alejandro se sentía cómodo hablando con mujeres como se sentía cuando hablaba con Arabia. Arabia era jocosa y casi siempre respondía a cualquier tema con algo inteligente que decir. Además, había estado posteando fotos en sus estados de Whatsapp y más de una vez Alejandro se sintió obligado a escribirle. La generación de Alejandro como cualquier otra generación estaban llenos de complejos y decirles cosas lindas a las mujeres podían considerarse como de "pajero". Era complicado ir en contra de la naturaleza y fingir que algo o alguien no te afectaba cuando sí lo hacía.

Juancho el amigo de crianza de Alejandro le comentó por segunda vez que tuviera cuidado con su hermano Carlos pues andaba con malas juntas. Eso solo podía significar que andaba con malandros, con rufianes, con malhechores, con delincuentes. Alejandro sabía que crecer en un entorno como en el que ellos se estaban desarrollando era complejo porque a donde quiera que miraras solo podías captar una miríadas de malos ejemplos y de vicios. Se formaba una especie de ecosistema social, por llamarlo de alguna manera en el que solo lo torcido era bien visto, que los hombres fueran borrachos, mujeriegos y violentos; que las mujeres fueran atrevidas, chismosas, escandalosas y siempre alegres. Alejandro sabía que él tenía mucho de aquello en si mismo pero jamás se dejó llevar del todo de las masas, trataba de mantener su esencia y no hacía nada que no quisiera hacer por voluntad, jamás por presión social. Eso era él pero ¿Y su hermano? Su hermano era quizás una de las personas más inteligentes que Alejandro conociera, su hermano era un adolescente alegre, buena gente, todos lo querían, hablachento y tecnócrata, más que Alejandro. Una parte le decía que confiara que su hermano sabría qué decisiones tomar pero por otra parte ese instinto de protección le decía que interviniera. La cuestión es que no estaba seguro si era necesaria su intervención pues su hermano estaba tan normal como siempre y su mamá estaba muy tranquila al respecto para Alejandro aquellas dos cosas eran aras de que todo iba bien, al menos por ahora.

No le hizo falta a Alejandro averiguar cuál era la mala junta pues el mismo Carlos había llegado deslumbrado con la nueva consola de videojuegos que su amigo Omar se había comprado. Alejandro conocía la situación de la señora Viviana y de Omar, no era posible que tuvieran para semejante lujo en una casa como aquella que necesitaba más de un remiendo, no era posible un despilfarro semejante en una situación como la de ellos. Algo extraño debía estar pasando, pero no quería pecar de mal intencionado para pensar que por fuerza tenía que ser algo turbio, no quería parecer el típico vecino chismoso y envidioso que mira con recelo cualquier señal de la prosperidad para condenar como acto seguro de crimen o prostitución. Alejandro le preguntó a Carlos como era posible que "barbilla" tuviera aquel aparato a lo que su hermano solo se encogió de hombros y le había hecho un gesto de no tener idea como respuesta. Alejandro conversó un rato más con su hermano de diferentes temas y su hermano parecía estar normal, no veía en su hermano señales de nada turbio. No quiso decirle nada a mamá porque no quería preocuparla sin razón aparente.

EL teléfono de Alejandro vibró:

Arabia: "Hola Ale, k ases". Alejandro soltó una carcajada pues en una de sus conversaciones con Arabia ambos habían coincidido en lo mucho que odiaban a la gente que escribía mal como na señal de estar a la moda. A Alejandro le gustaba respetar las reglas más básicas del idioma.

Alejandro: "jajaja, k lo k hamol". Esta vez era el turno de reír de Arabia.

Arabia: "jaja. No, ya por favor. No soporto la gente que habla así".

Alejandro: "ni yo que las que escriben hazi". Arabía volvió a reír.

Arabia: "Esta bien. Una pregunta ¿Qué vas a hacer este domingo?". Alejandro lo pensó un poco antes de responder. Celeste quería que se vieran, por otro lado, él quería invitar a Samantha a salir para ver si por fin podría empezar a romper ese hielo, para ver si aquella inmensidad que ardía en su mente y en su pecho tomaba alguna forma reconocible. Al mismo tiempo sabía que era poco probable que aquello sucediera. Arabía había sido sumamente agradable y si las conversaciones con ellas eran tan agradables puede que pasar el tiempo con ella también lo fuera.

Alejandro: "La verdad tengo planes, pero si me haces alguna propuesta que valga la pena pues, capaz y cambio mis planes". Los planes realmente no estaban formados, eran solo posibilidades en la mente de Alejandro. Con aquello quería darse importancia. Arabía le resultó un poco chocante pero no dijo nada.

Arabia: "bueno si no te va a traer problemas me gustaría vinieras a casa. Estaré sola y hay un par de series que me gustaría que viéramos juntos". Alejandro no sabía cómo procesar aquello, una cosa es que le invitaran a salir, a comer helados pero a ver series en casa sola era algo más.

Alejandro: "¿Netflix y chill?". Le preguntó Alejandro usando el eufemismo de que tanto había visto en internet. Definitivamente soy un pajero pensó.

Arabia: "jajajaja calma, solo quiero que veamos juntos Los Akinos". Alejandro se sintió idiota. Odiaba hacerse falsas ideas de lo que una chica estaba insinuando. Durante su adolescencia había experimentado tanto rechazo y había mal interpretado las señales tantas veces que ahora sentía un bochorno horrible cada vez que le pasaba.

Alejandro: "perdóname, pretendía que fuera un chiste ¿A qué hora puedo ir?".

Arabia: "Ven a partir de las diez de la mañana, a la hora que quieras". Alejandro se sentía incómodo porque su comentario había como teñido un poco el tono amistoso cándido de Arabia.

Alejandro: "Dale, está bien. Ahí estaré". Se obligó a no hacer otro chiste idiota.

Arabia: "Dale nos vemos, besitos". Alejandro le escribió a Celeste para decirle que el domingo no iría al centro comercial que tenía que hacer cosas en casa. Celeste le respondió con un indiferente "o.k.". Alejandro presentía que su relación con la chica más hermosa que jamás le había hecho caso estaba llegando a su final y lo peor era que de momento, no le dolía; al contrario, era quizás un alivio.

Nota: el episodio es un poco más largo tengo que terminar de escribir unos detalles y lo publico. Gracias por leer. 

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Jul 03, 2023 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

CobardíaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora