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A pesar de su reciente mental breakdown, logró terminar primero los experimentos y anotaciones. Su cabeza estaba por las nubes, pero inevitablemente siempre escuchaba lo que decía el profesor, filtrando aquellas conversaciones a susurros que pasaban a sus espaldas, delante de él o en cualquier lado, ya que no puedes sentar a adolescentes en un solo lugar durante horas y esperar a que guarden completo silencio.

Había acabado la clase, ya tan solo faltaban tres más, pero para su infortunio el profesor de Filosofía había faltado, por lo que tenía esas dos horas libres.

Sherlock odiaba tener horas libres, prefería mantener su mente ocupada en cualquier otra cosa. No podía dejar de pensar en lo recientemente ocurrido, imaginando las distintas consecuencias de su estúpida crisis.

Terminó yendo al lugar más callado y menos concurrido del instituto, atrás de los salones de los últimos edificios. Se sentó en el suelo, sacando un cigarro y encendiendolo, era difícil distanciarse del hábito de fumar cuando lo único que pedía su cuerpo era cocaína.

Por desgracia su poca tranquilidad se vió interrumpida por el mismo rubio que le había causado discordia horas atrás.

–Ah– Notó que el lugar ya estaba ocupado –¿Te molesto?

–Lo haces.

Poco le importó la respuesta del rizado, sentándose a su lado, aunque le tomó por sorpresa la gravedad y firmeza de su voz.

Hubo unos momentos de silencio, hasta que el rubio decidió cortar el hielo, luciendo al menos un poco preocupado.

–Uhm... ¿Estás bien?– Preguntó mirando al contrario, siempre se le dificultaba hacer éste tipo de cosas.

–¿Por qué no lo estaría?– Bajó el cigarro para devolverle la mirada.

–Bueno, estoy seguro de que eras tú el que estaba lloran...

–Y tú eres un foráneo de preparatoria –interrumpió–, así que, ¿Por qué no te metes en tus propios asuntos?

John lo miró confundido, frunciendo el ceño como consecuencia, solo pocas personas sabían ese dato de él.

–¿Quién te dijo?– Preguntó finalmente.

–Nadie me lo dijo, lo noté.– Llevó el cigarro a su boca, para después soltar el humo– Los pliegues en tu camisa indican que la doblas antes de venir a la escuela, por lo general llevas tu ropa en una mochila, además de que trabajas. Tu contacto con tu familia es solo por ese teléfono.

Sherlock señaló el celular que el contrario guardaba en su bolsillo, quien lo sacó al escucharlo.

–Pude ver el grabado cuando... Antes. "Para Harry, de Clara", obviamente tu nombre no es Harry, además de que se mira bastante raspado. Siendo un estudiante foráneo, es un celular casi nuevo, lógicamente tienes cuidado con él. Conclusión: es un regalo, no es el tipo de regalo que te dejaría un padre por, de nuevo, el grabado, asumo que fue de tu hermano, quien dejó a su novia. ¿Por qué asumo que dejó a su novia? Las cosas iban serias por el precio del regalo, si ella lo hubiera dejado se hubiera quedado el teléfono, él la dejó así que se lo dió a su hermano menor que va a estudiar a Londres para mantenerse en contacto.– Sherlock suspiró al ver el rostro del contrario –Deduje de más...

–Eso fue fantástico.– Finalmente habló, con una sonrisa de oreja a oreja.

El rizado frunció el entrecejo dudando de sus palabras, pensando que en cualquier momento habría un remate.

–¿De verdad lo crees?

–¡Claro! Me habían "advertido" de que podías hacer eso, pero nunca pensé que sería tan... Extraordinario.– Trataba de buscar las palabras correctas para describir su nivel de sorpresa, y hasta admiración.

–... ¿No estás molesto?

–Claro que no, deberías ser detective.

El más alto sonrió de lado, soltando después una risa.

–No es lo que normalmente dicen.– Apagó su cigarro restregandolo contra el césped.

–¿Qué dicen normalmente?

–"Jódete".

Ambos rieron. Para Sherlock era verdaderamente extraño reír con alguien, más aún reír después de ser halagado por sus dotes deductivos, algo que usualmente (por no decir nunca) pasaba. Nunca pasaba cuando lo demostraba con su hermano, quién solo decía "no seas soberbio, yo soy el inteligente" haciéndolo sentir estúpido, ni cuando lo hacía con sus compañeros, no faltaban los apodos como "psicópata", el más común.

Por un momento, por una persona, pudo relajarse.

–¿No tienes clases?– Preguntó después de hablar durante unos minutos.

El rubio sacó su teléfono, viendo la hora.

–¡Ay, mierda! ¡Ya va media hora!– exclamó casi pegando un salto. –Ya que, encima es lengua, ni de broma me va a dejar pasar.

–Que dedicado– bromeó.

–Es lo que es. ¿Tú no tienes clases?

–No vino la profe.

–Oh. ¿A qué hora sales?

–Día completo.

–Que mala suerte, mi última clase es la séptima.– Se quejó con cansancio, una clase de dos horas más y sería libre. –Encima hoy no tengo con quien quedarme...

–Puedes quedarte en mi casa.– Sugirió después de pensarlo objetivamente, si se queda más de un día podría cobrarle y así pagar la renta sin usar tanto la tarjeta que su hermano mayor le había dado para ésto.

–Ah, no lo dije para...

–No, de verdad, incluso puedes quedarte si me ayudas con la renta. Hay dos habitaciones.

–Apenas se tu apellido, no puedo aceptar –Dijo avergonzado.

–Es en el 221B, Baker Street.

–¿En el centro de Londres? ¡Me tienes que estar jodiendo!– Exclamó con sorpresa, el precio para un departamento en esa zona era elevado, cualquiera se reiría si supiera que un adolescente lo usa.

–La señora Hudson, la casera, me hizo un descuento porque la ayudé cuando arrestaron a su esposo, hace unos... Dos años.

–¿Hiciste que lo liberaran?

–Oh, no. Me aseguré de que lo condenaran de por vida, usé la influencia de mi hermano, claro. –Sonrió– Ah, y el nombre es Sherlock.

–¿"Sherlock Holmes"? Que nombre más raro, se escucha sacado de un libro... "Las aventuras de Sherlock Holmes", sí, sería un libro de detectives.

El rizado soltó una risa ante la imaginación del más bajo, imaginando cómo sería aquel libro y sus aventuras.

–A mis papás les gustan los nombres raros, mi hermano se llama Mycroft –Tenía la sensacion de recordar un nombre igual de raro, pero lo dejó pasar–. Estaré en casa hoy, pero por si no estoy, solo dile a la señora Hudson que vas de mi parte.

–Espero que sea un buen descuento, no me pagan mucho –Rió para si mismo–. Ah, por cierto, ¿Me pasas tu número?

–Claro.

Siguieron hablando hasta que Sherlock tuvo que regresar a acabar la jornada escolar, aunque se iba con una sonrisa en sus labios. John lo escuchaba con genuino interés, no solo eso, parecía estar de verdad asombrado por las deducciones de Sherlock, ésto le causaba curiosidad al joven genio.

A pesar de lo mal que parecía que iba a acabar el día, ese lunes había mejorado.

Nota de autor.
Solo como aclaración, no sé como funcionan las escuelas en otros países, pero basándome en el mío, decidí agarrar el horario de cuatro clases, receso de 15 minutos, cuatro clases más, las clases de dos horas.
Aunque por lo general las últimas clases están libres, así que las horas de salida pueden variar desde las onces, hasta las cuatro de la tarde (odio la preparatoria, estoy a mi límite).

Espero que los tres lectores disfruten este capítulo (fuera de joda, sí son tres, los amo tres espectadores).

–Samu.

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⏰ Última actualización: Jan 22, 2023 ⏰

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