Relato derivado de "Otro papá para Layla", entre el capítulo 1 y 2.
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Cuando le había llegado ese primer mensaje aquel sábado, Einar no tenía idea de la magnitud de la propuesta de Julián.
Él llevaba tiempo ya habiendo asimilado su ruptura con Víctor. Le había costado mucho al principio y de a ratos se había sentido perdido, pero sabía que si hubiese seguido con él nunca iba a poder ser feliz del todo porque tenían metas muy diferentes. Estaba convencido que iba a pasar un buen rato solo hasta poder dar con la persona correcta, pero Julián le había caído en su casa con la gordita a darle vuelta su mundo.
Un par de veces se había preguntado por qué su hermana había sacado a alguien así de su lado, pero ahora entendía que era porque ella era joven en ese momento y había querido experimentar con otras personas. Einar sentía que se había perdido a un buen hombre, y tenía tanta química con él y tan buena onda que no había querido alejarse. Por suerte habían podido llegar a un entendimiento mutuo con su hermana y le dejó conservar su amistad con él. No sabía qué hubiese hecho si tenía que elegir entre los dos.
Julián siempre había sido muy atrayente, al menos para sus ojos. Pero no era que solo se le hacía atractivo, sino elocuente, carismático, muy leal y divertido. Muchos de sus amigos le habían dicho varias veces que era como el típico amigo hetero por el que cualquiera podía caer. Y es que era tan evidente...
Pero todo había sido platónico, una amistad pura y bonita en donde él siempre se había sentido muy aceptado y respetado, por eso las tonterías de su corazón habían quedado calmaditas. No valía la pena tirar la amistad por la borda solo por dejar crecer esa tontería de verlo de otra manera. Einar sabía que no había chance y eso estaba bien.
Y sin embargo, las cosas empezaron a cambiar esa tarde en la que Julián se abrió y le habló por primera vez de Gia.
Sus problemas con Víctor coincidían más o menos con las fechas en las que Layla había nacido, así que los dos se habían alejado bastante y él no se había dado cuenta de los problemas de Julián. Había anunciado el nacimiento de la gordita por medio de un mensaje muy escueto, en el que pedía que no les visitasen en el hospital por "temas personales". Todo había sido muy enigmático hasta que avisó de nuevo que Gia ya no estaba con ellos y todo el grupo de amigos, él incluido, habían pensado que había fallecido tras complicaciones en el parto, pero tras una visita corta entendieron que no.
Fue muy trágico pese a que no había una muerte involucrada.
Gia los había dejado a los dos y Einar no había podido dejar de preguntarse por qué, cómo, o qué había pasado hasta llegar a ese punto tan dramático. Pero Julián se mostró extremadamente reservado y se había apartado de todo el mundo, justificando que le estaba costando mucho cuidar solo a Layla, pero que se iba a apoyar en su mamá y que cuando pudiera, iba a hablar un poco más con todos.
Le habían respetado, por supuesto, y con el pasar de los meses habían empezado a verlo de nuevo, a él y a la preciosa bebé que siempre llevaba a todos lados. Nunca habían hablado realmente de Gia más que de una forma muy pasajera, por eso cuando lo hicieron esa primera vez, Einar entendió rápido que Julián nunca había soltado todo lo que había vivido.
Sus intenciones siempre habían sido de estar ahí para él, quería ayudarlo, tal y como habían dicho que iban a hacer. Disfrutaba mucho de su compañía, tanto la de él como la de Layla, por eso siempre lo ayudaba con todo. Le gustaba poder contribuir, ayudar a que Julián pudiese recuperar algo de sueño, escuchar sus problemas, cuidar a su hija, darle de comer, ir de paseo con ambos o simplemente a hacerlos reír. Nunca había visto ninguna señal oculta tras esas palabras de ayudarse mutuamente y ser familia, ni mucho menos con el modo en que Julián le trataba. Sin embargo algo cambió esa noche.
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Miradas sueltas
General FictionRecopilación de relatos cortos e independientes de varios personajes de mis escritos.