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La pequeña Jammes hizo una reverencia y salió de la oficina, ella estaba preocupada por él, sin duda alguna todos en la ópera lo están también, ninguno puede imaginar el dolor de su autoreclusion, querer salir y brillar como las demás personas, tener que conformarse con subir al techo de la ópera en las noches, ya que salir en las noches ya no es más una opción.
El genio de la ópera hizo su hogar en el sótano de está, para no tener que salir nunca del edificio, nunca nadie del exterior lo ha visto y la leyenda de un fantasma dirigiendo la ópera comenzó.

Después de un rato de estar pensando en si leer el contenido del papel o no, decidió leerlo, tenía miedo, por las palabras de la bailarina sabía que era la persona que saco del río, no esperaba que lo buscará y menos que lo "encontrará" tan rápido.

"Buenas, mi estimado.
Sé que debe ser raro ser contactado de esta forma, bueno, al menos para mí lo es.
Estoy buscando a aquel hombre que me salvó del río y al dueño de esa suave melodía que escuche antes de caer a el, espero que tú seas ambos, aunque si solo eres uno de ellos aún así me gustaría conocerte.
Quiero platicar y agradecerte (en dado caso que hayas sido mi salvador).
No sé cómo contactarte y no creo que quieras ir con un desconocido a un lugar extraño, así que estaré desde las 17 hrs en el café que queda fuera de la ópera hasta que cierren. Estaré ahí todos los días espero me puedas dar el placer de conocerte, estaré esperando en la mesa más cercana a la ópera.
Te agradece de antemano, Gabriel."

Al terminar de leer la nota se sintió traicionado, alguien en la ópera había hablado sobre él, tal vez no a propósito, seguramente fue Jammes, si no porque otra razón ella le entrego la nota, no puede culparla después de todo es joven y en su inocencia tal vez no pensó en lo que hacía.

Dejo la nota de lado y continuo administrando los papeles en su escritorio, mientras no vuelva a salir todo estará bien pensó.

La noche llegó y la señora Giry se presentó a su oficina, le traía su comida, él le agradeció, tomo la comida y se dirigió al techo, todos sabían que ha partir de esa hora nadie debía acercarse ahí, era su tiempo a solas dónde podía librarse de la máscara, la altura y la oscuridad de la noche lo protegían de las miradas ajenas, se acomodo en una orilla y empezó a consumir sus alimentos mientras disfrutaba del viento nocturno, al terminar empezó a caminar por la orilla, viendo el bullicio de la ciudad sabía que en un par de horas más la ciudad se sumergira en total silencio, le entretenía ver estos contrastes, le ayuda a despejar la mente después de un día de trabajo.
Paseaba tranquilo por toda la orilla hasta que sus ojos se posaron en la cafetería de al frente, enseguida recordó la nota y quiso localizar la mesa citada, había un hombre robusto sentado ahí, la verdad no sé fijo en la persona que salvo esa vez, así que no sabía si ese era el mismo, siguió con su recorrido sin prestarle más atención.

Los días pasaron y Erik seguía viendo a ese hombre en la misma mesa, ahora no tenía duda de que fuese, se preguntaba por cuánto tiempo iba seguir esperándolo. Sentía mucha curiosidad por su insistencia, que ahora todas las noches desde que subía hasta que cerraban la cafetería se quedaba observando al mismo hombre en el mismo lugar, empezaba a sentirse culpable, él no iba asistir y el hombre no parecía desistir.
Ya era parte de su rutina observarlo hasta que una noche esa mesa estaba vacía, él pensaba que sentiría alivio cuando esto pasará pero no era así, se sentía inquieto y no sabía por qué.

Tiempo después recibió una carta que fue enviada para él a través de la pequeña Jammes, era la misma letra de la nota:
"Buenas mi estimado.
No sé si te presentaste en estos últimos días y no me encontraste, una disculpa si fue así, tuve que atender un encargo y pronto tendré que hacer un viaje a medio oriente, voy a comercializar algunas especias y regreso.

Tu anonimato me intriga mucho, pero ¿crees que puedas concederme un deseo antes de partir?
Si eres el dueño de la voz de esa noche, ¿podría escucharte de nuevo?, tengo que saber que no fue un sueño o un producto de mi intoxicación por alcohol lo que oí, no me importa si no te veo, cítame dónde quieras solo déjame escuchar tu voz una vez más.
Te agradece de antemano, Gabriel"

La chica lo mira con ojos expectantes -¿Qué piensa hacer maestro?

Él le regresa la mirada y le dice de modo cortante -nada, ¿por qué debería hacer algo?, no debí salir esa noche y haberlo rescatado.

-Cuando vino la primera vez parecía más desesperado en encontrar al cantante que a su salvador.

-¿La primera vez?¿Cuántas veces más a venido y por qué no me notificaron de ello?

La pequeña se encogió de hombros -trae mercancía para los de utilería y vestuario, no ha vuelto a preguntar por usted, no creí necesario decirle ya que viene en los horarios en los que usted no baja.

El hombre suspira, cree que intenta ganarse la confianza de sus trabajadores para sacarles información de él.

-No parece ser un hombre malo- el fantasma mira a la chica cuando la escucha decir eso.

-Mantenme informado de cualquier novedad- le dice mientras le revuelve el cabello y la despide de su oficina.

_._._._._  _._._._._

Estos días se me han hecho eternos, tengo buena cabeza para recordar rostros y nadie se ha acercado a curiosear en las cercanías, el material se me está terminando necesito surtir de nuevo, tendré que abandonar no solo la ciudad sinó también el país por un tiempo.
Estoy seguro que no fue un sueño, si tan solo pudiera escucharlo una vez más sabría que no me he vuelto loco. No me siento capaz de abandonar ahora la ciudad, y si en uno de esos días a él se le ocurre aparecer, necesito notificarle de alguna forma.
Tengo una idea! Le dejaré una carta a la chica de la vez pasada, espero encontrarla para dársela. Espero que mis súplicas sean contestadas.

He recibido una carta, no tiene remitente y solo dice:
"A media noche atrás de la ópera"
No dice que día, puede ser que incluso el día ya haya pasado, pero si no es así si me doy prisa puede que llegue a tiempo.
Tomo mi abrigo y salgo corriendo, las calles están muy tranquilas, encuentro un cochero que me lleve, me deja un poco lejos del edificio, le pido que me espere ahí y voy al punto marcado. Espero, desearía que fuera pacientemente pero estoy muy ansioso, ¿se presentará?, ¿en serio será él?, los segundos me parecen horas.
No sé cuánto tiempo ha pasado, la ansiedad me carcome, ¿y si llegué tarde?, ¿y si no era hoy?
Mientras me pierdo en mis pensamientos lo escucho, ahí está otra vez, esa bella voz, todo el lugar está vacío, ¿de dónde viene?, ¿es esto real?

Mis lágrimas empiezan a rodar por mis mejillas, nunca antes la música me había tocado de esta forma, siento que estoy en el cielo.
Termina la canción y el silencio cubre la noche.

-Si estás cerca y puedes verme, te dejare esto aquí, realmente agradezco que te hayas tomado el tiempo de cumplir mi capricho.- Dejo una pequeña caja pegada a la pared del edificio y sin más regreso al carruaje con mi corazón satisfecho.

El maestro de la ópera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora