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Después de ver como se va en el carruaje, el fantasma baja por la pared de la ópera en busca de la caja, la toma y la sube. Ya estando arriba de nuevo abre la caja y encuentra una capa de la seda más fina que haya visto, cierra la caja y con tristeza en sus ojos observa las estrellas.

*****

-Necesito envíes está carta- le hace entrega a su secretario de un sobre cerrado y este sale enseguida.
-Solo haré esto para agradecerle por la capa y devolvérsela, nada más- dijo para sí.

Pasaron semanas incluso meses, los días volvían a ser casi como antes, tenía la caja guardada bajo su escritorio y su presencia ahí le hacía recordar, aunque ¿qué era lo que recordaba exactamente?, aparte de la noche en qué lo salvo nunca se han tratado directamente.

Siempre ha sido una persona reservada, excepto cuando se pone a practicar con los cantantes, ahí parece otra persona, cuando canta, cuando toca algún instrumento, cuando enseña, es cuando todos pueden ver la pasión por su trabajo, pero estos días fue aún más reservado que de costumbre y eso no paso por desapercibido.
Él lo había vuelto a ver sentado en esa mesita de la cafetería, verlo ahí todos los días lo molestaba, lo incomodaba, ¿por qué esa necedad de conocerlo?, ¿por qué le había dado aquella capa? Debía poner fin a este su tormento. Le pidió a Jammes que le entregará una nota ahora que se encontraba en la cafetería y se preparo para esta noche.

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Maldición, mi viaje se prolongó más de lo que tenía previsto, voy a la cafetería de siempre, se me ha hecho costumbre estar ahí, después le mandaré una nota para avisarle que regresé.
Me siento donde siempre y pido un café, mientras reviso mi inventario, una presencia familiar se me acerca.

-Hola, ¿cómo has estado?- pregunto animado, es la amable chica del teatro.

-Muy bien, ¡muchas gracias!- es una chica muy enérgica, siempre tiene una sonrisa en su cara -Me pidieron que te entregará esto- me entrega un sobre como el que recibí aquella noche antes de partir.

-¿Acaso esto es de él?- no puedo esconder la sorpresa de mi cara, veo a la chica suplicandole una respuesta.

-Lo sabrá cuando lo lea, jeje- da un giro sobre sus pies, parece que juega conmigo -debo regresar a alimentar a los gatos, ¡hasta luego!- se aleja dando pequeños brincos.

Después de perderla de vista dirijo mi cara a la carta y una gran sonrisa se me dibuja, abro la carta velozmente, en ella solo viene una dirección y una hora, recojo mis cosas y parto en seguida a mi casa, debo arreglarme, ¿por fin ha aceptado que nos conozcamos?, estoy muy nervioso y feliz.

Llegó al lugar escrito en la nota, es una pequeña cantina en un barrio de mala muerte, espero sea el lugar correcto. Toco a la puerta y sale un hombre de tez oscura y grueso bigote, usa un sombrero pequeño y negro.

-¡Buenas! Recibí esta carta- le digo mientras se la muestro -¿Eres tú?

-No- contesto de forma cortante, la mirada que pone sobre mi me da la impresión de que quiere matarme -pasa y siéntate, la persona que buscas aún no llega.¿Quieres algo de tomar? Todo lo que pidas ya está pagado.

-¿Perdón, como que mi consumo ya está pagado? No puedo aceptarlo, yo pagaré mi cuenta cuando me vaya.

-No es desición mía, dígaselo a él- me dice señalando la puerta, parado en la entrada puedo ver a un hombre alto todo cubierto de negro, es la sombra que me salvó, solo se aprecian dos puntos dorados brillantes donde deberían estar sus ojos. No escuché sus pasos cuando llegó, tampoco escuché la puerta al abrirse.

Se acerca rápidamente a mi y dejando en la barra la caja que le di me dice mirándome a los ojos -te lo devuelvo, no es algo que se vea bien en mí.

-¿Acaso no te gusto? Te lo di para que lo usarás, no para que los demás te vean con él, si te gusto me doy por satisfecho, es tuyo, llévatelo, es mi forma de agradecerte.- Lo miro con una cara que demuestra victoria, a pesar de solo haber pronunciado unas cuantas palabras he reconocido su voz, es él.

-Caíste al río por mi culpa y te salvé, no me debes nada.- El tono de su voz es impasible.

-Puede que no te deba nada por salvarme, pero esta es mi gratitud por la noche que me cantaste. Si no lo agarras se quedará aquí cuando me vaya, has lo que quieras con el.

Procede a sentarse a mi lado -puedes pedir lo que desees, yo pagaré.

-No es necesario que lo hagas yo pagaré mi parte.

-Dije que YO pagaré, has gastado mucho en el pasado esperandome en esa cafetería, te lo voy a compensar.

-No es necesario, fui yo quien decidió esperarte ahí.

-¿¡Por qué eres tan necio!? ¿¡Qué ganas haciendo todo esto, porque insististe tanto para conocerme!?- se levanta y se dirije hacia la salida.

Me levanto rápido para tomar su mano -¡Espera!- pero antes de alcanzarlo soy detenido por el hombre que me recibió, me clava su mirada y me dice que "no" con su cabeza. Me detengo y resignado tomo asiento de nuevo -bien, tu pagas- mirando al hombre que me detuvo -tráenos dos cervezas.

-Él no bebe- me suelta y se va atrás de la barra.

-No sé por qué realmente, pero me doy cuenta que quiero conocer a la persona detrás de la voz, ¿cómo es que teniendo una voz así vives oculto?, quiero conocerte, tu voz es lo más hermoso que he escuchado en mi vida.

-Quieres mi voz, no a mi- por fin se da la vuelta y viene de regreso -tienes una buena voz, con teoría musical y un buen tutor podrías cantar para los dioses, así no me necesitarás.

-¿Hablas en serio?- empiezo a reírme, seguro de que está jugando conmigo pero me detengo al darme cuenta de sus miradas inmutables -No puedes hablar en serio.

-Hablo muy en serio- se inclina sobre la barra para acercar su mirada hacia mi, su máscara lo cubre todo, menos esos ojos dorados que parecen te roban el alma.

En todos mis años de comerciante nunca me había encontrado una mirada tan pesada, me quedo un rato congelado procesando lo que está pasando, reacciono y aparto mi mirada de la suya -¿y tú me enseñarás?

-Lo que quiero es que dejes de molestarme, no tenerte todo el día a mi lado. Practicarás con los miembros del coro y cuando avances el tenor te ayudará.

-¿Me estás diciendo que me enseñarán a cantar así como así?

-No será gratis, además escuché que tienes negocios con los de utilería y vestuario, deberás hacernos un descuento por las lecciones...- sonrío al verlo darse cuenta de mi pregunta y del como me ha respondido, su mirada no se aparta de mi pero él a retrocedido un par de pasos.

El maestro de la ópera.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora