|$⁵|ᴀʟᴇʀᴛᴀ

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Zona Gris, Toei.

2:34 am.

Mis pulmones ardían a montón, y mis delgadas piernas empezaban a pedirme a gritos que me detuviera.

Mi pecho subía y bajaba con rapidez al mismo tiempo que mi nariz y mi boca inhalaban aire. Mis pies correrían con rapidez y agilidad la oscura y desolada calle mientras trataban de alcanzar a máxima velocidad y a mi objetivo.

No negaba que estaba más que cansada y necesitaba algo de agua junto a un buen descanso, pero tenía que continuar hasta alcanzar al maldito bastardo que trataba con afán, y tengo que reconocer, demasiada rapidez, huir de mí.

—¡No huyas maldito cobarde!—grité agitada.

Estaba empezando a enojarme.¿Como es que ese sujeto corría tan rápido? Y más aún, ¿es que no se cansa? Llevamos corriendo más de tres malditos kilómetros de la zona y él se reusaba a detenerse al igual que yo. –¿Acaso es una competencia de quien es el más necio?—¡Devuelve esas malditas bombillas, desgraciado!—volví a gritar llena de cólera.

¿Es que acaso este tipo estaba en sus cabales?, ¿como es que se le ocurrió robar las bombillas de luz de la entrada a la zona? Estoy cien por ciento segura que sin eso está zona pasará de ser la zona gris a la zona sin bombillas.

Bueno, no es como si en Toei hubiera luz todos los días.

Eran las dos de la maldita madrugada y yo me encontraba en vigilancia de mi zona. Para ser exacta; me encontraba corriendo detrás de un joven de unos diecisiete quién había trepado varios de los tantos postes de luz con la clara finalidad de robar con demasiada agilidad las bombillas. Las dichosas se encontraban en una bolsa tras su espalda y que sujetaba como si la vida le dependiera de ello.

Si no fuera por mi perfecta vista y oídos, no me abría dando cuanta de él en lo absoluto, el tipo era demasiado bueno en esto. Estoy más que segura que los avitantes deben estar en su quinto sueño porque ni cuenta se dieron de que una cara coconida intentaba por décima vez dejar a oscuras la entrará a Toei.

—¡Detente ya!

¿Como es que corre tan rápido llevando un casi costal lleno de bombillas tan pesadas?

Tomando una fuerza que sabrá Dios donde, corrí con velocidad, me impulse, saltándo directo en la espalda del hombre. Mi cuerpo impacto el de él con fuerza, logrando que este cayera de cara al suelo y yo quedara arriba de su espalda, justo cerca a las bombillas. Me asegure de no caer encima de estas para no arruinarlas.

—No retes a una dama quien no teme a andar sola en las noches, cabrón.—murmure hacia él con voz cansada y agitada.

Al dejar de correr como si mi vida dependienta de ello, pude sentir con más sensibilidad el picor del sudor bajar por mi piel y el latido desenfrenado de mi agitado corazón.

Hombre, esta rutina diaria me causará un paro cardíaco uno de estos días. Ya estoy envejeciendo.

Atrape con cansancio sus muñecas, llevé sus brazos tras su espalda y le hice una llave poniendo estas de una forma que quedaran dobladas. De inmediato, el ladrón experimentado gritó de dolor mientras trataba de recuperar el aliento.

—¡Solo son unas malditas bombillas!—grito adolorido. Cuando dijo aquello, apreté con rabia sus muñecas hasta escuchar en seco como la derecha se rompía.—¡Agh! ¡maldita sea! E-esta bien, no lo volveré hacer.—respondió rendido, atormentado en dolor.

𝗖𝗿𝗶𝗺𝗶𝗻𝗮𝗹 𝗖𝗶𝘁𝘆 ;𝐊.𝐓𝐇Donde viven las historias. Descúbrelo ahora