Capitulo 1: La Princesa Guerrera

549 30 6
                                    

Frío...

Tan frío. Tan tranquilo.

- Lydia...

Podía ver su rostro. El hermoso rostro de mi madre sonriéndome. Estaba tan cerca pero a la vez tan lejos.

- No llores.

Limpió mis lágrimas con sus suaves manos. Me levanto del frío suelo donde había caído.

- Eres una princesa. Tendrás que luchar muchas batallas y no podrás ganarlas todas. No puedes dejar que te vean llorar porque si lo hacen pensarán que eres débil y una princesa no puede ser débil.

- Princesa Lydia.

Abrí mis ojos con rapidez al escuchar la voz de aquel soldado entrar en la habitación.

- El príncipe César ya ha partido con sus tropas de artillería al valle montañoso.

- Entiendo, prepare las tropas de caballería. Yo iré enseguida.

- Si Milady. -afirmo saliendo de la habitación

Suspire con desdén. Dirigir las tropas a territorio enemigo no era cuestión de relajo. Si algo sale mal, el peso de mis hombros será inmenso. Observe la sala a mí alrededor. Era mi lugar de relajación. La cámara de los espejos. Adornada con bellas flores y estatuas de hielo; rodeada completamente de espejos. Allí mi madre solía llevarme a meditar. El piso siempre suele estar húmedo por lo que más de una vez me he caído al suelo, pero a pesar de eso, mi madre siempre estuvo allí para socorrerme. Creí que sólo era una habitación más del castillo... Hasta aquel fatídico día... el día que descubrí el Geis en mí.

Antes de las disputas entre Baldur y Galeb. Antes de que la guerra destruyera los picos quebrados. Antes de que la sangre manchara la Tierra... Era el tiempo de una Sénian unida. Toda criatura vivía en paz y armonía. Pero esa felicidad no duraría por mucho; al poco tiempo el corazón del Rey se volvió lujurioso y corrupto, instituyendo la esclavitud, la desigualdad de razas y la total y completa falta de libertad. Cansado de las injusticias de su padre, Tryndamere, tercer hijo del Rey; clamaba libertad como un niño rebelde. Exigía poder elegir. Fue el quien sembró la semilla de la rebelión y la traición. Sabía que no podría ganarle al ejército de su padre con tanta facilidad, por eso, hundido en su propia desesperación y agonía, les rogó a los Dioses una oportunidad. Los dioses, cansados de ver sufrir a su creación le entregaron a él y a su ejército de rebeldes un don especial, al que llamaron el Geis. El Geis le permitía a su poseedor un poder especial; el de Tryndamere era el Geis del tiempo, el más poderoso de la creación. Con este poder era capaz de predecir el futuro, y del mismo modo, poder ver el pasado de aquello que le rodea. Al instante de poseer este poder, su cabellera tornó blanca como la nieve del invierno, simbolizando su Geis del Tiempo. A estos poseedores los llamaron "Hijos del Hielo". A cambio, Los Dioses exigieron sus almas y su completa lealtad; mientras más utilizaban el Geis, menos tiempo de vida le quedaban... Era un pequeño precio que pagar.

Fue entonces cuando ocurrió, en un lado el ejército del Rey, en el otro Tryndamere y su horda de hijos del hielo. Muchos Senianos murieron ese día. El ejército de Tryndamere era poderoso, pero el ejército del Rey era más numeroso. Ambos bandos resultaron afectados, casi extinguiendo a la mayor parte de la población, tanto soldados como campesinos inocentes de toda culpa. Cansados de la fatídica guerra sin fin, dividieron la tierra en tres grandes reinos; yéndose los hijos del hielo al frío norte montañoso, creando el poderoso Reino de Galeb, gobernado por Tryndamere y su horda de poseedores del Geis. Los seguidores del Rey yendo a las costas más cálidas, creando el Reino de Baldur. Y los Yetis del norte, la tribu más pacífica y milenaria, poseedores de magias desconocidas para la humanidad, habitando las zonas más gélidas e impenetrables de toda Sénian.

El Estigma de la Princesa |Harry Styles|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora