Capítulo 2: La Boda Real

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- Madre ten piedad de mí. Impide que las olas me hincuyan. Alabare al Señor en su gloria sirviendo a su creación. Que no me arroje al infierno por los pecados que pueda cometer.

Rece inclinada frente aquel santuario de los mil cielos. Cada día, pidiendo por el perdón de mi alma. Se que ellos tienen un plan preparado para mí. Suelo escuchar sus voces en mi mente, como un leve susurro, un soplo divino. Tal vez es por el poder que descansa dentro de mí. Me vigilan constantemente, observan su preciada creación; por esto, no puedo errar.

- Lydia, ya es hora -comento Loki acercándose a mi lado-. El barco está listo para zarpar. La ceremonia se realizará en unas horas, debemos ir de inmediato.

- Entiendo. -afirme, levantando mis rodillas del suelo

Camine determinada fuera del santuario. Era el día. El día de mis desvelos. Un doloroso día para mí y para toda Galeb.

- ¿Está todo preparado? -pregunte

- Así es princesa. -respondió

Mi corazón se aceleró. Todo estaba preparado, eso significa que ya no tendría excusas para posponer más mi partida. Hoy sería el día. Hoy le perteneceré al enemigo. Me detuve es seco en medio del largó pasillo. Sentí unas inmensas ganas de vomitar. Como si todas mis entrañas desearán salirse por mi boca. No conocía aquel sentimiento, nunca me había ocurrido. Ni siquiera en mi primera cruzada. Siempre he sido segura en cuanto a las decisiones que tomo y ahora no he podido dejar de pensar si estoy haciendo lo correcto para mí y para mi Reino. Evidentemente aún no controlo el Geis, pues si fuera así no hubiera dudado tanto en casarme puesto que ya sabría el resultado de esta situación. Loki, al percatarse de mi rostro enrojecido y casi lloroso se detuvo preocupado.

- Lydia, ¿Qué ocurre? -pregunto preocupado

- Yo -aún no apartaba mi mirada del frío suelo-... No he podido verlo. No he podido ver lo que sucederá y realmente temo por mí.

Sentí sus cálidas manos tomar mi rostro, alzando mi cabeza. En un instante, y sin siquiera darme cuenta, Loki había besado dulcemente mi frente, apartando los pequeños mechones de cabello que caían en mi rostro con su mano. Sentí mis mejillas arder y al mismo tiempo sentí como mi cuerpo lentamente se relajaba. Era un sentimiento muy gratificante, como si toda su paz y sobriedad se traspasara a mi cuerpo.

- Todo estará bien Lydia. Yo estaré allí para protegerte -comento viéndome de cerca-. No estarás sola.

Afirme ya más relajada. Sentí un peso desvanecerse momentáneamente de mis hombros.

- Princesa -se acercó un sirviente del Rey-, el Rey desea despedirse.

Afirme aquella petición. Me aleje de Loki con desgana y sin más que perder me dirigí a la habitación del Rey. Mis expectativas sobre la despedida de mi abuelo eran muy bajas, sabía de antemano que sólo iba a sermonearme sobre la importancia de este matrimonio y de este tratada para cesar el fuego entre ambos Reinos. Ciertamente, y aunque mis intenciones están lejos de dejarme someter por Baldur, ambos pueblos merecen un tiempo de paz.

- Mi Rey. -me presente cortésmente, inclinando mi cabeza a él.

El Rey se encontraba un tanto distraído leyendo una considerable cantidad de manuscritos. Al notar mi presencia dejo todo rápidamente y con una gran sonrisa se acerca a mí para abrazarme.

- Querida niña, has venido.

Se alejó de mí aún sin apartar su grata sonrisa de su rostro.

- Ciertamente una mezcla de sentimientos se debaten dentro de mí -comento-. Me siento alegre por tu unión con el príncipe de Baldur, pero al mismo tiempo triste por tu partida; y un tanto decepcionado al no poder estar contigo en estos momentos tan culminantes en tu vida.

El Estigma de la Princesa |Harry Styles|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora