Capítulo 1.

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—Levántate Maddy, que vas a llegar tarde — Escuché gritar a mi novio desde el piso de abajo.

Abrí los ojos, y miré la hora. Otro apestoso día de universidad. Me levanté de mi cama, bajé en pijama por las escaleras. —Aún es temprano — dije mientras me desenredaba el pelo.

—Lo se, pero te desperté un rato antes para que podamos desayunar juntos, ten — Mark me estiró con sus brazos un café — ¿Hago unas tostadas con miel? — Asentí con la cabeza.

Mientras Mark hacía las tostadas fui al baño para lavarme los dientes y orinar. Terminé de acomodarme el pelo y volví a desayunar.

Anoche nos quedamos hasta muy tarde, pero no haciendo cosas que me gustarían. Hoy es la entrega final de un proyecto, debía confeccionar un vestido y un tapado. Mark me ayuda siempre y se prueba todo lo que hago, para poder realizar los últimos retoques en caso de ser necesario. Así que anoche, modeló mi vestido rojo. Le quedaba perfecto, casi como si lo hubiera hecho a su medida. Fue muy gracioso.

—¿Te llevo a la universidad? — me dijo mientras masticaba su tostada.

—No, voy a ir en mi auto, además, vas a llegar tarde a tu trabajo.

Mark trabaja en un taller mecánico. Vive en un departamento con su mejor amigo, aunque la mayoría del tiempo está en mi departamento. Estamos juntos desde los 20 años, y ya tenemos 23, pero aún no vivimos juntos, no se muy bien el por qué.

—Buen punto. ¿Esta noche vamos al cine? — me preguntó Mark mientras ya preparaba sus cosas para salir.

—Lo voy a pensar — le dije mientras me acercaba para darle un beso de despedida. Él me tomó de la cintura, rodeando su brazo por detrás de mi espalda, me acercó a su cuerpo y me sentó en la mesada. Lo besé.

—Te amo, suerte en tu entrega — dijo mientras se alejaba de mi, para irse.

Lo único bueno de ir a la universidad es ver a mi mejores amigos; Amanda y Elliot.

Volví a subir a mi habitación, elegí ponerme un vestido blanco y un saco abrigado porque realmente hace frío, y para los pies unos tacones negros. Pero estos los llevo en el auto, porque manejo en zapatillas. Antes de bajarme, hago el cambio de calzado.

Miré la hora; me quedan 10 minutos para salir. Me puse bastante máscara de pestañas y un labial rojo. Nada más.

Agarré mi móvil, los zapatos, anteojos de sol y mi entrega final. Bajé las escaleras casi corriendo, salí de casa y comenzó a sonarme el móvil mientras cerraba con llave. No podía atender, iba muy apurada, quien fuera debía llamarme de nuevo.

Me subí al auto. Volvió a sonar mi móvil. Era mi mamá, atendí y la puse en alta voz dejándolo encima de mis piernas.

—Hola mamá —le contesté de mala gana porque ya sabía por donde iba la cosa.

—Hola Madison, no me mostraste nada de tu proyecto. Quiero verlo.

—No puedo mamá, estoy manejando.

—Bueno, frena y muéstrame. Te hago face-time.

—No me jodas mamá, que voy tarde. No tengo tiempo para tus cosas.

Mi móvil comenzó a sonar, creí que era mi mamá para hacer la video llamada, pero era mi mejor amiga y compañera de universidad; Amanda.

—Madison, no te estoy preguntando.

—Chau, me están llamando y te tengo que colgar.

Atendí a Amanda.

—¿Dónde mierda estás? — Me dijo un poco desesperada.

Ridículamente (in)felizDonde viven las historias. Descúbrelo ahora