Algún día

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Transcurre en la infancia de Daryl.

Daryl: 10 años.

—¡Niño! —escuché de un momento a otro.
—¡¿Dónde diablos estás?! ¡Ve a traerme unas cervezas!

Reaccioné un segundo después ¿Cuando me había dormido? Me levanté de la cama en menos de un segundo y corrí hacia la ventana, la abrí sin esfuerzo y empecé a correr, el maldito se escuchaba borracho y muy molesto.

Corrí hacia el mismo lugar de siempre, el lago del bosque, era el lugar al que siempre iba cuando él llegaba borracho. Después de la muerte de mamá las cosas no habían sido lo mismo, de hecho, habían ido a peor. Las golpizas eran más fuertes y Merle tuvo que irse, me daba cuenta de que empezaba a tener cicatrices visibles y me molestaba mucho.

Me senté en la orilla del lago disfrutando de la tranquilidad que podía tener solo cuando no había nadie más al rededor.
Odiaba vivir así, pero sabía que era lo que me había tocado igual que a Merle, a pesar de que era un idiota en estos momentos lo extrañaba un poco. Sabía que algún día esta situación terminaría, pero no sabía cuánto iba a tardar y ya no quería seguir así.

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Daryl: 26 años.
Merle: 36 años.

El tiempo en mi vida solía pasar demasiado rápido, como si no estuviera viviendo nada. A veces era despertar con Merle en cualquier lado después de una noche de tomar como estúpidos. La resaca siempre estaba ahí al despertar y a pesar de que lo odiaba, sabía que no había mucho más que hacer.

Había intentado conseguir trabajo, claro que lo había hecho, pero ¿Quién iba a contratar a alguien como yo? Ni siquiera los mecánicos me querían cerca por la mala fama que ya me había hecho. La mayoría de personas nos querían lejos a mi y a Merle y las mujeres cambiaban de vereda cuando nos veían pasar, aunque las entendía por completo.

—¡Ey, mamasita! —le gritó Merle a una que estaba cruzando desesperadamente para no pasar a nuestro lado.

—Ya déjala Merle. —le dije exhausto.

—Cállate. —dijo él.
—¡Linda! ¡Por qué no vienes con nosotros! ¡Prometo que lo vas a pasar genial!

—Basta. —le dije más serio.

—Aguafiestas. —dijo molesto.

En realidad nunca me habían interesado mucho las mujeres, pero tampoco me gustaban los hombres. A mis 18 Merle decidió llevarme a un prostíbulo por primera vez y fue una de las pocas veces en las que tuve relaciones. Entendía el concepto y no podía decir que no me gustara pero no entendía porqué Merle quería hacerlo prácticamente todos los días.

No lo veía como algo tan especial. Jamás había tenido una novia, en principio porque las mujeres no se me acercaban mucho y además, no tenía mucho interés en esas cosas. Sabía apreciar cuando una mujer era hermosa o tenía un buen cuerpo, pero no me interesaban o no las conocia lo suficiente para pensar en algo tan extremo.

De vez en cuando, en medio de alguna borrachera, alguna mujer en el mismo estado que yo se me acercaba y nos íbamos juntos a algún rincón. Pero al día siguiente éramos extraños y estábamos conscientes de eso.

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Daryl: 30 años.
Merle: 40 años.

Muchas veces ni siquiera entendía de dónde sacaba Merle el dinero para comprarse cosas, pero cuando llegó con una motocicleta nueva empecé a preocuparme de que estuviera en peores cosas que en las que ya estaba.

—¿De dónde la sacaste? —le pregunté de brazos cruzados.

—¿Qué? —preguntó extendiendo los brazos hacia los costados.
—¿Acaso desconfias de tu buen hermano mayor?

—Sí, —contesté.
—no tienes tanto dinero como para comprar ésto ¿Qué hiciste?

—Nada, —dijo él.
—tengo mis contactos, lo sabes.

—Esos tipos no te darían no un centavo. —dije yo.

—¿Por qué haces tanto drama Darylina? —se burló.
—Ya basta, ven, tienes que probar esta belleza.

Realmente era un moto hermosa, aún desconfiaba de su procedencia pero aunque lo quisiera ¿Qué podía hacer yo? Era un inútil bueno para nada, la mismísima sombra de mi hermano.

Sabía que era eso o volver a casa, obviamente no lo haría porque no quería volver a ver a Will y si simplemente me alejaba de mi hermano terminaría en la calle, porque al final, no sabía hacer nada más que cazar y sobrevivir.

Si lo pensaba, la idea de irme al bosque y vivir por mi cuenta no estaba tan mal, pero sabía que Merle terminaría muerto así que no podía dejarlo solo.

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Daryl: 39
Merle: 50

—¿Qué mierda? —dije sorprendido al ver a un tipo arrancándole pedazos de carne a otro.

—¡Vámonos! —dijo Merle.

Aún no entendía si todo esto era parte de un extraño sueño o meras alucinaciones por el alcohol, lo único que sabía era que algo extraño estaba pasando, y esta vez, cambiaría todo lo que conocíamos.

Quién diría que después de ese día, mi vida cambiaría para bien en varios sentidos.

Amor incondicional (Daryl Dixon)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora