Capítulo 1

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Hoy es un gran día para Kano ya que ella se reunirá con su adorada amiga de la infancia, la encantadora Saki Ooga. Su vínculo se formó en los días de Sakura Gakuin, donde se volvieron inseparables. Y qué mejor manera de celebrar la navidad que con una tradición anual de ellas: una salida de amigas.

Este año, decidieron aventurarse en Disneyland. Quedaron en una plaza cercana al mágico parque de diversiones, listas para sumergirse en la tierra de los sueños.

La mayor de ellas, Saki, lucía especialmente bonita ese día. Irradiaba una belleza especial, única. Kano es una gran admiradora de la belleza de Baby-chan. Pero esta vez, su senpai brillaba con una luz aún más resplandeciente que de costumbre.

"Ojalá a ella le gusta tanto o más como luzco yo el día de hoy", pensaba Kano mientras no dejaba de deslumbrarse con lo bonita que lucía su mejor amiga.

"Y espero que me diga algo bonito sobre cómo me veo. ¡Amo recibir lindos cumplidos de ella!"

Los tiernos pensamientos de Kano fueron interrumpidos.

- ¿Sabes una cosa, Kano-chan? Hoy estás radiante, simplemente hermosa. Voy a tomar un montón de fotos para guardar este momento - anunció Ooga.

"¡Ahí está el cumplido que estaba esperando!", se regocijó Kano interiormente al escuchar esas palabras, mientras su rostro se sonrojaba intensamente, rogando que su mejor amiga no lo notara

- Gra... gracias, Saki-chan. Tú también luces especialmente bonita hoy - confesó tímidamente. - Estoy segura de que este será un día inolvidable

Baby-chan se acercó y depositó un beso dulce en la mejilla de Kano, antes de proponer emocionada:

- Ven, vamos al parque a pasarla genial

- Sí, vamos... - respondió tímidamente Kano, tocando con sus dedos el lugar exacto en donde Saki había posado sus labios.

Con una sonrisa, la mayor entrelazó su brazo con el de la más joven. Juntas, caminaron hacia el parque de diversiones, ansiosas por disfrutar de un día que prometía ser inolvidable.

Las horas pasaron como un susurro y el día resultó ser todo lo que Kano había soñado: mágico e inolvidable. Las mejores amigas recorrieron el parque de la mano, sin separarse en ningún momento. Disfrutaron de cada atracción y juego, capturando innumerables fotos para conservar como recuerdo.

Además, se mimaron con muchas cositas kawaii, encontrando el regalo perfecto en unas preciosas cadenas con sus nombres grabados en un corazón.

La cadena de Kano llevaba inscrito "Baby-chan".

La de Saki, "Kano-chan".

Y por supuesto, ¡comieron! Comieron mucho. Bueno, más bien, Kano-chan comió mucho. Después de todo, uno de sus apodos es "barril sin fondo".

A medida que la noche caía, Kano sintió una mezcla de alegría y tristeza al darse cuenta de que su día especial con su amiga estaba llegando a su fin.

- No quiero separarme de ti, Baby-chan - susurró al aire, sintiendo un nudo en la garganta.

- Oh, hermosa. Yo tampoco quiero separarme de ti. Por suerte, aún nos queda un poquito más de tiempo juntas y...

- Me gustas... - las palabras salieron de los labios de la más joven sin pensarlo, interrumpiendo a su senpai y confesando lo que había guardado en su corazón.

- A mí también me gusta pasar tiempo contigo, mi dulce y tierna kohai - respondió Ooga, tratando de mantener la normalidad en su tono y desviando el tema.

- No me has entendido bien - dijo Kano con determinación, dando un paso adelante para acortar la distancia entre ellas.

- Oh, perdón. Con todo el ruido del parque, puede ser difícil escuchar bien. ¿Podrías repetir lo que dijiste? - preguntó la mayor con un tono dubitativo, temiendo lo que podría venir a continuación.

 La pequeña Kano tomó coraje y soltó con decisión:

- Me gustas, como mujer. Ya no puedo, ni quiero, ocultarlo más

- Mira, yo... - suspiró sorprendida Saki.

- Sé que es una locura porque somos amigas, pero...

- Kano-chan... - Ahora fue Baby-chan quien interrumpió a la más joven y tomó valor. Tomó valor para poder confesar eso que tampoco quería seguir ocultando. - Tú también me gustas, como mujer

Kano se quedó inmóvil por algunos segundos. No podía creer lo que acababa de oír. Ella había compartido por fin sus sentimientos con su amiga de la infancia y descubrió que... ¡el sentimiento era mutuo!

Sin saber bien qué decir o hacer a continuación, las chicas se quedaron mirando a los ojos con una sonrisa enorme plasmada en sus bellos rostros, alegres, felices, por haber dado aquel paso que tanto miedo les producía darlo.


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Hola, amigos.

Solo quería decirles que no se pierdan los 6 capítulos restantes de esta bonita historia, ya disponibles para que lean y disfruten. Y no olviden que respondo a todos y cada uno de los comentarios que me dejen. ¡Interactuar con ustedes es lo mejor!


Saludos, Facu

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