Simplemente no podía ser Julieta, yo era mala actriz... aunque nunca había actuado... Tal vez sí, si mentirle a papá y que él me creyera contaba.
Me levanté muy temprano, solo para poder llegar mucho antes al instituto, había llamado a un taxi y este me había dejado en la entrada de la cárcel... o instituto, era lo mismo, al menos para mí.
Entré al lugar, no había muchas personas.
Muy disimuladamente corrí directo al baño, una vez dentro revisé las cosas en mi maleta... Pegamento permanente, bolsa llena de tierra... mucha tierra, luego había utilizado a la pobre Quira para esto... su popo en una bolsa, guantes y más bolsas.
Sonreí con satisfacción, cerré la mochila y la coloqué sobre mi hombro.
Caminé de manera despreocupada por los pasillos, no llamé la atención de nadie, me dirigí hacia el salón de literatura, miré hacia ambos lados... despejado. Abrí, me introduje y cerré.
Arrastré mis pies directo a la mesa de la profesora. Saqué todos los materiales y me moví de manera rápida.
Me puse los guantes, lo primero en hacer fue tomar el borrador del pizarrón, lo embarré de pegamento permanente y lo puso en un lugar fijo, esperé a que se secara y luego hice lo mismo con las tizas.
Luego de eso abrí el gabinete en donde ella guardaba libros, rápidamente tomé la bolsa con tierra y la vertí dentro, esparcí muy bien toda la tierra. Cogí la bolsa con todo el popo de Quira... Inhalé y contuve el aire en mis pulmones, olía espantoso, vacié todo el contenido sobre la tierra y cerré el gabinete poco a poco.
—Necesitas ayuda —Mierda.
No necesitaba ver hacia la puerta, ya sabía de quien se trataba...
— ¿Qué mierda haces aquí? —Pregunté.
— ¿Hola Sujeto?, ¿Cómo estas Sujeto? —Habló Connor con sarcasmo —Ya no se le tiene respeto al enemigo.
—Déjate de idioteces y vete.
Connor cerró la puerta y caminó hacia mí. Su vestimenta simplemente era... ¿linda? Camisa a cuadros y un jean, junto a unas zapatillas de color café.
—Joder —Olfateó —Huele a mierda... báñate bien.
—Que parte de que te largues ¿no entiendes? —Pregunté, mientras me quitaba los guantes.
Llegó a mi lado y miró el borrador pegado, trató de separarlo de la mesa pero no pudo.
— ¿No crees que esta broma es un cliché?
—A ti no te importa, así que cierra el pico y lárgate, Sujeto.
Se acercó al cajón y lo abrió un poco, pero de inmediato lo cerró. En su rostro había expresión de asco.
—Debo admitir que esta sí está buena. Nadie quiere mierda en su escritorio.
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Sin Límites ©
Teen FictionEmily Stewart... la vida de una chica normal, con algunos problemas como cualquier adolescente de 17 años, con sus 4 amigos, y hermano mayor, están acostumbrados a divertirse y hacer lo que les plazca. Hasta ahora, se escucha como una historia norma...