𝓓𝓸𝓼

1.5K 133 25
                                    

No sé dónde termino la podadora cuando mi sangre se disparó violentamente por mi cuerpo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

No sé dónde termino la podadora cuando mi sangre se disparó violentamente por mi cuerpo. No puedo creer lo que hizo. Mi cabeza gira, buscando si alguna casa vecina podría haber visto sus tetas en exhibición. Desde el ángulo, solo había otra casa y no había nadie ahí, así que respiré aliviado, pero eso no hizo que los otros sentimientos desaparecieran.
Estoy seguro de que he visto su diminuto bikini rojo chillón en uno o dos sueños sucios. ¿Se daría cuenta si pasaba la lengua por su piel clara, ahora ligeramente rosada? Sí, siempre me ha gustado eso. No hay nada que ame más que ver mi mano bronceada deslizarse sobre la seda de la piel de una mujer pálida.
Pero toda esta emoción está drenada por la furia. No puedo creer que haya sido capaz de eso.

Estoy inclinado sobre la podadora de césped, tratando de cambiar la bolsa para poder volver a colocarla en su lugar cuando la sombra de Neji bloquea mi luz. Espero que no haya notado mi atracción porque por mucho que quiera estar entre las piernas de su hermana, sé que está mal. Soy más de una década mayor que ella.

Lo miro y dice, "Lo siento. Solo quería disculparme por todo ese show. Ino puede ser una mal influencia para cualquier muchacha."

"Sí, bueno. Son adolescentes que se portan mal, al menos sabes qué esperar cuando se dirijan a la universidad."

"No me lo recuerdes. Traté de advertirle a mis padres, pero creen que las chicas estarán bien sin mi interferencia. Espera hasta que escuchen esto." Él niega con la cabeza.

"¿No crees que eso sería demasiado para su orgullo?"

"Supongo que tienes un punto. Bueno... lamento que las chicas sigan intentando llamar tu atención. Estoy seguro de que tienes muchas mujeres de tu edad arrojándose sobre ti."

"Ah, sí." Quiero decirle que se vaya a la mierda y que no tengo tantos años, pero ya tengo treinta y dos. "Apuesto a que tú estás en las mismas. Tal vez por eso estás enojado por tener que cuidar a tu hermana y su amiga."

"Sí, supongo. Oh, toma" el saco su billetera y me dió su tarjeta de presentación. "Sí algo pasará por aquí, no dudes en llamarme".

La recibo e inmediatamente saco la mía para hacer lo mismo. "Lo mismo digo."

"Bueno, tengo que ir a tratar con esas dos." Me deja y necesito una jodida ducha fría.

"Vamos, Félix. Te debo algunas golosinas, buen chico". Le acaricio la cabeza y luego cierro la puerta del garaje antes de entrar en la casa.

Lavándome el sudor y la mugre de mi cuerpo, alcanzo mi polla y lucho contra el impulso de acariciar a ese hijo de puta hasta que me vuelvo loco.

Sin embargo, salgo, pasándome una toalla por mi cabello húmedo, solo para ver a mi vecina de al lado con pecho totalmente descubierto, el cabello suelto y la boca entreabierta. Me quedo allí congelado, admirando sus pezones rosados mientras mi mano va directamente a mi polla.

CeloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora