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Mi nombre es William, soy un chico de 18 años, trabajo, y estudio en una preparatoria que constantemente me trae pesadillas. Soy ‘’muy delgado para mi edad’’ y mi aspecto es el más mediocre que cualquier ser humano puede tener, no lo digo porque realmente sea así, es porque yo pienso que es así. A pesar de tener una vida constantemente ocupada, amo leer y tocar el piano, no soy experto en ello, pero amo tocarlo de vez en cuando. Anteriormente dije que trabajaba, ¿no es cierto? Bueno, realmente no es el trabajo que todo adolescente desearía tener, pero es el más ‘’accesible’’ que podía elegir, trabajar en el McDonald. Pero, quitando de qué trabajo en un lugar poco prometedor, la carrera que he decido tomar, me motiva a seguir adelante, la psicología. Desde que soy muy pequeño nunca nadie me ayudo a sobrellevar mis problemas, ni siquiera mis padres. Por eso, decidí desde muy temprana edad que seré la ayuda para los demás que yo nunca tuve de pequeño.

- ¿Qué tanto pensas soñador? – Me pregunto Alice mientras golpeaba mi cabeza con una bandeja usada y sucia.

Alice es mi mejor amiga de la infancia, ella trabaja conmigo, tiene 19 y aunque tiene un mejor estilo de vida que la mía, decidió acompañarme en este trabajo. En todo este tiempo ella y yo siempre estuvimos juntos, por eso es que la aprecio más que a nada en este mundo. Ambos tomamos distintas carreras, pero planeamos permanecer con nuestra amistad, aunque cada uno tome un camino diferente.

- Ah, no lo sé. En lo complicada que es la vida, supongo. – Le respondí.
- Ay Dios, de vez en  cuando te pones muy imbécil, ¿te lo han dicho Willy? – Dijo mientras me limpiaba el cabello con sus manos. – Vos te la complicas solo, tenes todas las capacidades posibles y aun así decides ser irresponsable con tu carrera.
- No es mi intención, solo que no me da más la cabeza, el sueldo que nos dan en este lugar de mierda no me alcanza ni para pagar el alquiler ¿y vos pensas que me va a alcanzar para los libros de esa preparatoria mediocre?
- ¿Y si te venís a vivir conmigo? Mis padres me regalaron un departamento medianamente grande por mi cumple, lo suficientemente cómodo para que dos personas vivan, con lo poco que nos cobran acá, podemos pagar la luz, el gas y las demás cosas juntos.
- ¿Me lo estás diciendo en serio? – Le pregunte con los ojos llorosos.
- Si tonto, mis padres te conocen desde que sos un piojo, así que no creo que les moleste que vivas conmigo.
- Ali, sos la mejor, lo sabes, ¿verdad? – Le dije mientras la abrazaba con fuerza. – Te prometo que te tocare las canciones que quieras y cocinare tus comidas favoritas siempre que me lo pidas. Muchas gracias.
- Tonto, no tienes nada que agradecerme, vos me ayudaste mucho cuando éramos más pequeños, te lo mereces. – Decía mientras me acariciaba la cabeza. – Ahora, cuando  salgas de la prepa, anda hasta tu casa, agarra tus cosas, volve para acá y nos vamos juntos para el departamento.
- Está bien, muchas gracias. Ahora espérame, voy a limpiar la mesa 12, parece que el cliente lleva esperando mucho tiempo esperando, y la mesa está demasiado sucia.  ㅡ Me dirigí a dicha mesa con un trapito y alcohol para limpiarla. Con mi mirada baja, ya que me daba mucha vergüenza hacer contacto visual con las personas.
- Al fin – Exclamo el cliente.
- Lamento la demora, me distraje.
- Sí, me di cuenta. Deberías al menos estar un poco más atento, ¿no? Quiero decir, yo te doy el dinero para pagar tu alquiler.
- Y si tienes tanto dinero como para pagarme el alquiler, ¿Por qué no mejor vas a un restaurante? – Le dije mientras dirigía mi mirada a él.
Fue entonces, que me quede congelado. El cliente era un chico de casi mi misma edad, con ojos de color verde claro y pelo negro.  Vestía traje y tenía una mirada cansada.
- William, no le des importancia al tonto ese, es uno que viene todos los días a hacerse la gran cosa solo porque tiene trajecito y se compra una hamburguesa más grande que su cabeza.  – Dijo Alice desde la caja.
- ¿Qué te paso? ¿Recién volviste del divorcio de tus padres o qué? Mira que el que tiene la culpa sos vos, no yo.
- Mejor cállate y empeza a limpiar la mesa, ama de casa. – Dijo el chico.
- Ama de casa tu madre, no yo. – Respondí mientras limpiaba la mesa.
- Uhg.

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