Capítulo 19 - Final

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Harry estaba a unos metros de mí, sin la compañía de su padrino que se había transformado en el perro gigante. Estaba como hipnotizado.

Corrí hacía él, tomando mi varita que seguía en su mano y hui en dirección al castillo en cuanto Lupin se liberó de las esposas y Sirius se lanzó a su cuello para arrastrarlo hacia atrás.

El grito de Hermione me alertó, volteando un segundo hacía atrás. Pettigrew había saltado para coger la varita caída de Lupin. Ron, inestable a causa de la pierna vendada, se desplomó en el suelo. Se oyó un estallido, se vio un relámpago y Ron quedó inmóvil en tierra. Otro estallido: Crookshanks saltó por el aire y volvió a caer al suelo.

Es como debería pasar, Idylla. Peter Pettigrew escapa y el siguiente año trae de vuelta a Voldy. Es horrible, pero es como sucede y nadie asegura lo que podría pasar si las cosas cambian. Sigue corriendo y ni se te ocurra volver para asesinarlo.

Escuché un aullido que venía de la oscuridad: un perro dolorido.

Me permití voltear una segunda vez y me quedé parada en las escaleras de piedra. Harry echó a correr, seguido por Hermione. El aullido parecía proceder de los alrededores del lago, ellos corrieron en aquella dirección, dejando atrás a Ron petrificado en el piso y al profesor Snape todavía atado y levitando.

¿Así es como debía pasar? El profesor sigue desmayado, y en la película había un momento en que él los protegía, ¿eso ya pasó? ¿No pasa?

¿Lo dejo así? Lupin podría volver en cualquier momento y atacarlos.

Si vuelvo al castillo puedo advertir de Black y su huida para que lo maten, su muerte casi no cambiaría nada estoy segura.

Pero el profesor Snape hoy me llamó por mi nombre, e incluso dijo que era su pupila.

—¡Diantres! —me enfurecí cuando corrí en dirección opuesta, con más velocidad que antes— ¡Tengo que dejar de hacer cosas sin pensar! ¡Yo debo ser astuta!

Me detuve justo frente al profesor y mandé dos "Finite Incantatem"; uno a Snape, que cayó en el piso con las cuerdas flojas y otro a Ron, quien dejó de estar tieso, pero perdió por completo el conocimiento.

—¡Profesor! —lo llamé asustada, quitando las cuerdas de su cuerpo— ¡Profesor Snape!

Pero no respondía. Miré el bosque, donde habían corrido los dos Gryffindors. Si el profesor no despierta, ¿ellos van a estar bien? ¿Es mi culpa que ahora esté dormido?

¡Ni siquiera puedo recordar qué pasaba en la cinta!

Pase del profesor dormido en la grama, a la dirección en la que habían corrido, y otra vez fuí en la dirección equivocada, buscando vestigios de los dos niños y siguiendo los aullidos, que se transformaron en gritos lastimeros.

Me quedé de piedra al aproximarme al lago, y sentir un frío gélido calar mis huesos. Había unos cien dementores que estaban a unos tres metros escasos de los dos chicos. Formaban una sólida barrera en torno a Harry y Hermione, y seguían acercándose...

Podía entrever como Harry trataba de llamar a su patronus, y le gritaba a Hermione, supongo que para que hiciera lo mismo. No funcionó, y la chica cayó desmayada a su lado. Potter terminó en cuclillas y logró sacar una débil luz de la punta de su varita.

Bien, todo está saliendo cómo debería, así que voy a volver al castillo para asegurarme de que le den el beso a Sirius.

Iba a darme la vuelta y regresar, estaba segura. Pero el dementor más cercano a Harry parecía haberse fijado en él. Levantó sus dos manos putrefactas y se bajó la capucha. El niño ya no podía moverse y las manos frías y putrefactas rodearon el cuello de Harry.

Reencarné en El Prisionero de AzkabanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora