A pesar de las alegrías de una nueva mañana, parecía que el cielo seguía melancólico, cómo aquellos que habían dejado todo atrás por la breve sensación de libertad y desorientación que experimentaban en ese mundo nuevo.
Un pueblo más rural y desconectado del mundo, hogareño y seguro. Aún así seguían añorando sus casas destruidas y los recuerdos de una vida que tal vez jamás volverían a experimentar en sus afectadas mentes; solo tenían esperanza de un mejor futuro y confiaban en la hospitalidad del Encanto y la guía de aquellos que trazaron el sendero de ese mágico lugar.
— niños coman y dejen de jugar —reclama Dolores, aunque su tono sea apacible los niños de inmediato hacen caso—, tu también querido.
Mariano había estado viendo su plato, absorto en cada posibilidad que habría allá afuera cuando se tuviera que enfrentar a su familia y aún más aterrador, a la familia de su esposa.
Solo esperaba que los años pudieran amedrentar lo volátil de su suegra.
— perdona querida —se disculpa, comiendo con vacilación y viendo a sus trillizos con miradas preocupadas— ¿Porque esas caras? ¿Que no les gusta el lugar? Creo que normalmente el clima es más brillante pero bueno... Seguro su abuela está algo achicopalada.
Trata de animarlos, enserio quiere ver felices a sus hijos, pero parece que el golpe de realidades los ha despojado de la energía que tuvieron cuando la comida de Julieta curó sus males.
— papi, mami y tú no comieron de la comida mágica, ¿No te duele la pierna? —cuestiona preocupada Camila, sus ojitos idénticos a los de Dolores amenazan con soltar grandes lágrimas.
El pecho de Dolores se oprimía ante la angustia de sus hijos, era evidente en sus miradas y sobre todo en Oscar que seguía sin murmurar palabra, aún famelico de cualquier evento abrupto que pudiera pasar, lo escuchaba en su corazoncito cada que se separa más de dos metros de ellos, empezaba a retumbar ansioso y temblaba, aún así no los llamaba, no hablaba.
¿Porque su bebé ya no habla? ¿Porque tuvo que pasar les esto? Es solo un niño.
— ey, no se preocupen por mamá y papá, nosotros somos los que vamos a resolver todo ¿Ok?
— ¿Cómo hicieron para traer a todo el pueblo acá? —supone con orgullo Hernando.
— sí mi solecito —asegura acariciando el afro de su hijo y el lacio cabello del otro—, mamá y papá no dejarán que nada les pasé y aquí estaremos muy bien, se los prometo... Será nuestro nuevo hogar.
— extrañaré la casa —confiesa Camila con desanimó, Dolores no quiere admitir que ella también— y a mi peluchito y... Y mis muñecas... Y el patio y el pueblo, mami ¿Ya no volveremos?
Mariano miró a su esposa, su dolor había enmudecido sus respuestas y él experimentaba lo mismo, no lo soportaba y aún le costaba creer que habían vuelto, sinceramente le costaba creer incluso que seguían vivos.
— no seas tonta, el pueblo está quemado, ¡No hay nada allá! Y la casa se nos cayó, nunca más vamos a volver —recrimino Hernando, provocando el llanto de Camila—, ay... Perdón, ella debe entender.
— no son formas de hablar le a tu hermana y menos de responder Hernando Guzmán —regaña Mariano, le cuesta levantarse pero va a su pequeña con dificultar y la carga con ayuda de su esposa. Sentir las lágrimas de su bebita contra su hombro le rompe el corazón—. Sé que es difícil mi niña, me duele también toda esta situación, pero te prometo que todo va a mejorar, se los prometo.
— no quiero que vuelvas a hablar así, a nadie de este tema, mhm —regaña Dolores a su hijo, quien se muestra decaído por el regaño y el llanto de Camila—, Óscar y tú son los mayores, deben cuidar a Camila, apoyar se entre si y más ahora que necesitamos que tengan paciencia mientras nos acomodamos... ¿De acuerdo?
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Te Veo Y Te Escuchó
FanfictionDolores Madrigal guarda un secreto que provoca una catarata de malas decisiones que la obligan a irse de Encanto junto a Mariano Guzmán. Cinco años después de que ambos jóvenes escaparon de sus vidas en el pueblo mágico, son obligados a volver pero...