× Prólogo ×

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°Narrador Universal°

Dos semanas.

Dos semanas fue lo que había durado aquel viaje... Y finalmente... Estaban de vuelta.

Neytiri: ¡Jack! -Grito con emoción al ver a su esposo aterrizar.

Neytiri corrió hacia sus brazos, con los que Jack la recibió con amor y cariño. Toda la aldea ya se empezaba a acercar para escuchar las noticias. Después de todo... Había esperanza.

Neytiri: ¿¡Lograron conseguirla!? -Preguntó de inmediato, rompiendo el abrazo.

Jake hizo un gesto de dolor.

En los ojos de de la mujer se pudo ver la tristeza y desesperación...¿No lo lograron? Entonces... ¿Neteyam...?

Los ojos de Neytiri se aguaron, las lágrimas iban a empezar a caer, pero en eso, Aonung bajó de la criatura, con una pequeña bolsa tejida a mano que brillaba con un fuerte resplandor rosado.

Aonung: No fue sencillo... Pero... -Dijo quitándose la bolsa, extendiendo la hacía Neytiri.

Las expresiones de Neytiri cambiaron por completo, a una de felicidad y emoción.

Neytiri: ¡Lo lograron! -Grito la mujer para luego lanzarse hacia su esposo, mientras reía de felicidad.

Ronal, la mujer de Tonowari, madre de Aonung, recibió la bolsa, y la alzó hacia el pueblo.

Ronal: ¡La han conseguido! - Grito con victoria hacia su pueblo, haciendo que la aldea se regocijara.

Ronal volteo hacia su hijo Aonung, y con una mirada de felicidad, y una tierna sonrisa habló.

Ronal: Estoy orgullosa de ti hijo. -Pronunció acariciando su mejilla.

En eso de entre la gente aparece Tonowari, más que contento y entre carcajadas levanta a su hijo hacia su pueblo.

Tonowari: ¡Mi hijo ha triunfado en su primera misión! -Grito con orgullo, ganándose la aclamación de la aldea.

Neytiri: Vamos Ronal, no hay tiempo para celebrar, hay que llevarle la planta a Neteyam. -Habló sería, pero con alegría en su tono. Ronal asintió para luego correr con Naytiri hacia donde se encontraba Neteyam.

~×~

El día paso volando, regresaron en el día y ya era de noche. Después de horas de espera. Finalmente Ronal sale del palafito donde se encontraba, para dirigirse a su pueblo, que esperaban con ansias las noticias sobre el estado del joven guerrero.

Ronal: El muchacho... -Hubo un silencio infernal.

O al menos así lo sintió Aonung, por alguna razón, sentía su corazón retorserse, y algo le apretaba el pecho impidiendo que respirara correctamente, su cabeza se sentía más pesada de lo normal, estaba preocupado, claro al igual que todos, pero por alguna razón, sentía que su preocupación era diferente a la de los demás, era peor...

El silencio reinaba, hasta que finalmente, Ronal extendió los brazos, y con una sonrisa y alegría en su tono grito.

Ronal: ¡Vive! -Exclamó, para que luego el pueblo gritara de felicidad.

Aonung sintió como un enorme peso se le quitaba de encima, lo que le hizo sentir extraño, y más extraño se sintió cuando se dio cuenta que estaba corriendo rápidamente hacia el palafito donde se encontraba Neteyam.

Ronal: HEY. -Llamó, no gritando pero si con fuerte tono. - ¿A donde crees que vas? Neteyam esta en recuperación, y no eres familia... -Explicó la mamá de este.

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