× Capitulo 16 ×

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°Narrador Universal°

Neteyam fue el primero en reaccionar, corriendo hacia la playa, apartando las ramas y hojas que lo golpeaban, mientras sus ojos se cristalizaban con la amenaza de llorar, aun la esperanza en el pecho de aunque sea alcanzar a despedirse de sus padres.

Aonung en un impulso, intento correr detrás de él, mientras comenzaba a gritar su nombre, sin embargo, fue la mano de su hermana en su brazo quien lo detuvo.

Tsireya: Espera Aonung. Papá y mamá también se fueron. Sabes que significa. Debemos ir al Mauri ceremonial.— Hablo su hermana con ojos que reflejaban su alma.

Aonung: Pero Tsireya... — No quería, no ahora.

Tsireya: ¡Aonung, enfría la cabeza! ¡Volvieron! ¡Ellos volvieron! ¡Tu pueblo te necesita! — Los gritos de su hermanita lo sacaron de sí. El alma de Tsireya tenía miedo, por todo. Los malos recuerdos aún la acechaban.

Aonung: ¡Mierda! — Grito para luego correr al Mauri ceremonial.

Tsireya salió corriendo detrás de él, sabiendo que ella era quien debía prepararlo. Sin embargo, Lo'ak agarro la muñeca de Tsireya, buscando explicación alguna.

Lo'ak: ¿Que está pasando? — Pregunto agitado, por todo.

Tsireya: No hay tiempo de explicar ¡Síganme! — Dijo con palabras rápidas para comenzar a seguir a Aonung  través de las ramas y hojas.

Lo'ak iba a seguir, pero se detuvo en seco a través del bosque, y debido a las diferentes emociones que comenzaban a sentir sus acompañantes, no sintieron cuando esté dejo de seguirlos.

Los pensamientos de Lo'ak se volvían cada vez más rencorosos. Haciendo que su mirada se posará en el Mauri de los guerreros  omaticayas. La idea cruzo por su cabeza, y sin pensarla dos veces, sus pies por impulso se dirigieron hacia allá.

Mientras corría, recordó una historia que su padre solía contarles de niños. Y con una sonrisa en su rostro pensó...

















"Que arda Troya..."



















Aonung llegó al Mauri ceremonial, y después de un rato de búsqueda, encontró aquellas hombreras con hojas de palmas con decorados de perlas y conchas, mientras lo levantaba con delicadeza, justo entro su hermana. Sus miradas se chocaron hablando con ellas. Tsireya asintió, para luego dirigirse a Rotxo.

Tsireya: Rotxo, reúne al pueblo. — Ordenó para entrar al Mauri. Pero la voz de Rotxo la paro.

Rotxo: Espera ¿Y Lo'ak? — Pregunto finalmente percantandose de la ausencia del menor.

Tsireya: Tuvo que ir a buscar a Neteyam. Si lo encuentras, dile que se dirija al centro del pueblo, se hará un anuncio. — Dijo para entrar al Mauri, dejando a un Rotxo un tanto inseguro de las palabras de la metkayina, pero decidiendo creerle, hizo lo que se le había pedido.

Tsireya remarcaba las marcas que Aonung ya tenía por toda la cara y pecho, haciendo que estás relucieran más su piel. Solto su pelo, el cuál era largo, ya que le llegaba a los hombros. Y suavemente coloco las hombreras.

Estaba listo.

En casos como estos, cuando el pueblo está en estado de alerta y sus líderes no están, sus sucesores deben tomar sus lugares, al menos hasta que los líderes regresen, y atiendan la situación.

Por el momento, lo sucesores, eran nada más que Aonung y Tsireya.

Aonung: ¿Que hay de ti? — Pregunto ya listo para salir del Mauri.

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